𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟑

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𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄 𝐃𝐎𝐒 𝐌𝐔𝐍𝐃𝐎𝐒

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Amelia

Las semanas pasaban y, con cada día, la conexión con Alexia se hacía más fuerte. Sin embargo, a medida que nuestro vínculo crecía, también lo hacían mis responsabilidades y las dudas que empezaban a nublar mi mente. Mi vida estaba dividida entre dos mundos: el de la realeza, lleno de obligaciones y expectativas, y el mundo que había descubierto junto a Alexia, un mundo lleno de esperanza y amor genuino.

Una mañana, me encontraba en mi estudio revisando la agenda de la semana. Las reuniones y eventos parecían interminables: una ceremonia oficial, una cena de gala, y la inauguración de una nueva obra de caridad. Cada compromiso era una pieza de rompecabezas de mi vida real, una vida que, aunque significativa, se sentía cada vez más ajena.

-Amelia, ¿estás lista? -La voz de mi madre me sacó de mis pensamientos. Ella entró en la habitación, su porte regio e imponente, siempre la imagen de la monarquía perfecta.

-Sí, madre. Estaba revisando la agenda. Parece que esta semana será bastante ocupada -respondí, intentando ocultar mi desánimo.

Ella me miró con una mezcla de preocupación y severidad.

-Es nuestro deber, Amelia. El país espera mucho de ti, y debes estar a la altura de esas expectativas.

Asentí, aunque en mi interior una tormenta de emociones se desataba. ¿Era este realmente mi destino? ¿Ser siempre la princesa perfecta, la futura reina impecable? ¿Qué lugar tenía el amor en este mundo rígido?

Esa noche, después de un largo día de compromisos, me refugié en mi habitación y llamé a Alexia. Su voz era un bálsamo que calmaba mis inquietudes.

-Hola, Amelia. ¿Cómo estás? -preguntó, con esa calidez que siempre lograba relajarme.

-Cansada. A veces siento que estoy atrapada en una jaula dorada -confesé, dejando escapar un suspiro.

-Debe ser difícil. Pero eres fuerte, Amelia. Y eres mucho más que solo una princesa. Eres una persona con sueños y deseos propios -respondió ella, su voz llena de convicción.

-Es difícil verlo así cuando cada día me recuerdan mis deberes y responsabilidades. A veces me pregunto si puedo seguir ambos caminos: cumplir con mi deber y seguir mi corazón.

Alexia guardó silencio por un momento, reflexionando.

-Sé que no es fácil, pero creo en ti. Creo que puedes encontrar un equilibrio. No tienes que renunciar a tu felicidad por cumplir con las expectativas de otros.

-Pero, ¿cómo? -pregunté, sintiendo una desesperación que rara vez mostraba. -¿Cómo puedo reconciliar estos dos mundos tan diferentes?

-Tal vez la respuesta no sea clara ahora, pero debes seguir buscando. No dejes que las dudas te consuman. Permítete soñar y creer que es posible -dijo Alexia, con una firmeza que me dio fuerzas.

Colgamos después de hablar un rato más, y mientras me preparaba para dormir, sus palabras resonaban en mi mente. Quería creer en un futuro donde pudiera ser feliz con Alexia sin renunciar a mi deber, pero las dudas siguen acechando.

Alexia

Cada vez que hablaba con Amelia, sentía su lucha interna como si fuera mía. Era evidente que su vida como futura reina la estaba desgastando, y aunque admiraba su sentido del deber, también deseaba que pudiera encontrar la libertad de seguir su corazón. Mi papel se había convertido en algo más que ser su apoyo; quería ser su fuerza y su guía en este viaje complicado.

Una tarde, después de un entrenamiento intenso, me senté en la playa, mi lugar favorito para reflexionar. Saqué mi teléfono y llamé a Amelia, esperando que mi voz pudiera brindarle algo de consuelo.

-Hola, Alexia -su voz sonaba cansada, pero había una calidez que siempre me conmovía.

-Hola, Amelia. ¿Cómo te sientes hoy? -pregunté, queriendo saber realmente cómo estaba.

-Es uno de esos días. Siento que estoy luchando contra una corriente imparable. -Su sinceridad me dolía; deseaba poder estar a su lado para abrazarla y decirle que todo estaría bien.

-Ojalá estuviera allí contigo. Sé que las cosas no son fáciles, pero debes recordar que no estás sola. Tienes un corazón fuerte, Amelia, y eso es lo que te hará superar todo esto -le dije, esperando que mis palabras le dieran un poco de paz.

Ella suspiró.

-Gracias, Alexia. Tus palabras siempre me ayudan a seguir adelante. Pero a veces siento que no sé por cuánto tiempo más podré mantenerme firme.

Decidí ser completamente honesta con ella.

-Amelia, sé que tu situación es única y complicada. Pero quiero que recuerdes que no tienes que hacerlo todo sola. Estoy aquí para apoyarte en cada paso del camino. Juntas, podemos encontrar una manera de que sigas tu corazón sin abandonar tus responsabilidades.

-¿Realmente crees que es posible? -Su voz era un susurro lleno de esperanza y miedo.

-Sí, lo creo. Puede que no sea fácil y puede que tome tiempo, pero si algo he aprendido en el fútbol es que la perseverancia siempre da frutos. Y tú eres la persona más perseverante que conozco.

Mientras hablábamos, me di cuenta de la magnitud de nuestra situación. Las dudas no solo afectaban a Amelia; también comenzaban a invadir mis pensamientos. ¿Estaba siendo justa al animarla a seguir su corazón cuando sabía que enfrentaría tantos obstáculos? ¿Era egoísta querer mantener nuestro amor cuando su deber era tan grande?

Sin embargo, cada vez que la escuchaba hablar, cada vez que la sentía tan cerca a través del teléfono, sabía que valía la pena luchar. Amelia no era solo una princesa para mí; era la persona que me hacía sentir completa, la que entendía mis miedos y sueños.

-Alexia, gracias por estar aquí para mí. No sé qué haría sin ti -dijo Amelia, su voz más tranquila ahora.

-Siempre estaré aquí, Amelia. No importa cuán difícil sea el camino, no te dejaré sola -le prometí, con una determinación que crecía con cada palabra.

Después de colgar, me quedé mirando el horizonte, el sol poniéndose lentamente en el mar. Sabía que nos esperaban tiempos difíciles, pero también sabía que nuestro amor era fuerte. Las dudas seguirían surgiendo, pero mientras tuviéramos la una a la otra, podríamos enfrentarlas.

Amelia tenía un destino marcado por la historia y la tradición, pero yo creía en su capacidad de forjar su propio camino. Y mientras ella luchaba con sus responsabilidades, yo estaría a su lado, alentándola a seguir su corazón, recordándole siempre que el amor verdadero no se rinde ante ninguna adversidad.

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▪ Es difícil seguir tu corazón cuando tienes marcado ya tu camino. ¿Qué crees que hará Amelia?

▪ Vota y comenta si te está gustando.

▪ Hasta la próxima

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𝐀𝐌𝐎𝐑 𝐑𝐄𝐀𝐋 • Alexia PutellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora