𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟏

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𝐄𝐋 𝐑𝐄𝐆𝐑𝐄𝐒𝐎 𝐃𝐄 𝐀𝐌𝐄𝐋𝐈𝐀

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Amelia

Desde que tomé la dolorosa decisión de separarme de Alexia, mi vida se había convertido en una prisión de deberes y expectativas. Cada día era un recordatorio constante de la elección que había hecho, de la brecha dolorosa que había abierto entre nosotras.

Despertar en el palacio cada mañana era cómo enfrentar a un mundo que se había vuelto más oscuro y frío desde que Alexia había salido de mi vida. Intenté mantener la compostura frente a mi familia y el público, pero por las noches, en la privacidad de mi habitación, el dolor se desbordaba sin control.

Mis días estaban llenos de reuniones diplomáticas, eventos públicos y protocolos que parecían ahogarme en un mar de formalidad y expectativas. Cada sonrisa que mostraba a las cámaras ocultaba la tormenta de emociones que sentía dentro de mí.

Pero mientras continuaba con mi rutina diaria, no pude evitar seguir las noticias sobre Alexia. Su valentía para defender nuestro amor, su determinación para desafiar las normas establecidas resonaban en mi corazón de manera profunda y dolorosa.

En cada entrevista que daba, los periodistas me preguntaban sobre mi opinión sobre las declaraciones de Alexia, sobre el apoyo que estaba recibiendo de figuras públicas y del equipo. Traté de mantener una neutralidad diplomática, pero mi mente y mi corazón estaban en conflicto constante.

-Amelia, ¿qué piensa usted sobre las declaraciones de Alexia Putellas y su activismo en favor del amor verdadero? -me preguntó un periodista durante una rueda de prensa después de una visita oficial.

Mi corazón latía con fuerza mientras buscaba las palabras adecuadas para responder. Sabía que cualquier cosa que dijera tendría repercusiones profundas, tanto en mi vida personal como en mi papel como futura reina.

-Alexia es una persona valiente y aprecio su compromiso con lo que cree correcto. Sin embargo, como miembro de la familia real, tengo que considerar las responsabilidades y expectativas que conlleva mi posición -respondí, mis palabras cuidadosamente medidas para no revelar el tormento que sentía dentro de mí.

Pero por las noches, cuando el palacio quedaba en silencio y me encontraba en mi habitación, las preguntas se volvían más insistentes. ¿Realmente debía sacrificar mi felicidad por el bien de la corona? ¿Era justo renunciar a Alexia solo porque nuestra relación desafiaba las normas establecidas?

Recordaba cada momento compartido con ella, cada risa compartida, cada caricia tierna. Su presencia en mi vida había traído una luz y una alegría que nunca había conocido antes. Y ahora, sin ella, me sentía incompleta, como si una parte de mí misma estuviera perdida en algún lugar entre el deber y el deseo.

Observaba las noticias y las redes sociales, viendo cómo la presión sobre la monarquía aumentaba con cada día que pasaba. Las discusiones sobre la modernización y la adaptación a los tiempos resonaban en mi mente, como un eco persistente de las palabras de Alexia.

Mientras seguía enfrentando las expectativas y responsabilidades que venían con mi posición, una semilla de duda había sido plantada en mi corazón. ¿Podría realmente vivir sin Alexia? ¿Podría encontrar una manera de reconciliar mi deber con mi deseo de ser feliz?

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▪ Amelia ha decidido responder al periodista. ¿Qué creéis que hará ahora?

▪ Me encantaría saber vuestra opinión.

▪ Hasta el siguiente capítulo

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𝐀𝐌𝐎𝐑 𝐑𝐄𝐀𝐋 • Alexia PutellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora