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Había sido un verdadero desafío para Hyerin evitar que Jeongin y los demás la vieran durante al menos dos semanas. Necesitaba que la marca en su mejilla se desvaneciera lo suficiente como para poder ocultarla con maquillaje sin la ayuda de Haneul. La insistencia de Jeongin por verla le destrozaba el corazón, y cada vez que rechazaba sus invitaciones con excusas de trabajo, sentía que lo traicionaba. Sin embargo, sabía que era un sacrificio necesario.
Aunque las cosas parecían haberse calmado un poco y Hyerin se sentía más relajada, no podía ignorar cómo su cuerpo la traicionaba. Sus manos temblaban y el estómago se le revolvía cada vez que tenía que ir a la empresa a trabajar. El simple hecho de pensar en ir al set de grabación le provocaba mareos, y estar rodeada de tanta gente la abrumaba hasta el punto de hacerle sudar las manos. Nunca antes había experimentado algo así.
La ansiedad se había apoderado de ella, al grado de que comenzaba a temerle a las personas desconocidas y a las grandes multitudes, un miedo que jamas habían tenido anteriormente, si bien jamas se considero buena haciendo amigos esto se sentía totalmente diferente.
—Buen trabajo, Arin —le apretó el hombro—. Aunque sabes que puedes hacerlo mucho mejor.
—Sí...
Respondió apenas con un hilo de voz. Su proyecto de baile había sido publicado hace unas horas, y aunque ella prefería verlo en privado, su manager insistió en que reaccionara en vivo durante una transmisión. Apenas unas pocas personas se conectaron, lo cual no le habría importado normalmente, pero hoy no estaba de ánimo. Solo deseaba ver el video sola, sin que nadie la molestara. La ansiedad la invadía al pensar en lo que podrían opinar los demás. Aun así, pasó al menos veinte minutos frente a la cámara, fingiendo una alegría que no sentía y tratando de ignorar los comentarios maliciosos que aparecían en la pantalla. Pero era inevitable; le costaba demasiado fingir felicidad.
Hyerin mantuvo la mirada fija en sus manos, incómoda por la persistente presencia de Minjoon.
—Creo que deberíamos aumentar tus horas de clase de baile —sugirió él. Ella solo asintió con la cabeza—. Estarás bien, Hyerin, tú siempre estás bien, eres fuerte.
Estaba bien, estaba bien, ella estaba bien.
Minjoon esperó un momento, como si estuviera evaluando su reacción, antes de alejarse. El clic de la puerta al cerrarse resonó en la sala de ensayos, y Hyerin finalmente se permitió soltar un suspiro tembloroso. Apretó los puños sobre su regazo, sintiendo las uñas clavarse en las palmas, intentando liberar la tensión acumulada. No estaba bien. Sabía que no lo estaba, pero ¿cómo podría admitirlo?
