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A la mañana siguiente, ambos seguían dormidos, abrazados el uno al otro. La madrugada había estado sumamente fría, por lo que no se habían separado ni un poco en toda la noche. Dormían tranquilos hasta que la alarma de Hyerin sonó despacio, despertándola solo a ella.

Algo que había notado de las pocas veces que ella y Jeongin habían compartido cama era que el chico tenía el sueño extremadamente pesado. Se removió bajo las sábanas, intentando salir de los brazos de Jeongin. El chico soltó un par de quejas adormilado mientras intentaba aferrarse a ella, pero su sueño le ganó y terminó por soltarla para seguir durmiendo.

Hyerin se levantó para lavar su rostro y preparar el desayuno para ambos. Una vez lista y en la cocina, se dispuso a preparar el café, una tortilla de huevos y tocino (el cual sabía que a Jeongin le encantaba). Picó un poco de fruta para ella y colocó arroz en su arrocera, la cual Minho le había regalado para felicitarla por su nuevo departamento. Continuó cocinando el desayuno para Jeongin hasta que sintió como las frías manos de él la abrazaban por la cintura, apoyando su mentón en su hombro. Mariposas revolotearon por su estómago; la ponía demasiado nerviosa.

-Desperté casi congelándome del frío porque la linda chica que estaba conmigo en la cama se levantó demasiado temprano -murmuró Jeongin, con voz ronca por el sueño.

Hyerin sonrió, sintiendo el calor de su cercanía y la familiaridad de su toque.

-Lo siento -respondió suavemente-, pero quería prepararte un buen desayuno.

-Mmm, huele delicioso -dijo él, inhalando el aroma del tocino y los huevos-. Eres increíble, ¿lo sabías?

Ella se sonrojó un poco, agradecida por el cumplido.

-Solo trato de hacerte feliz -dijo, volteándose un poco para mirarlo a los ojos.

Jeongin sonrió y le dio un beso en la mejilla antes de soltarla para que pudiera seguir cocinando. Se sentó en la mesa, observándola con admiración mientras ella terminaba de preparar la comida.

-¿Quieres ayudarme con algo? -preguntó Hyerin, sabiendo que Jeongin no era precisamente un experto en la cocina, pero disfrutaba de su compañía.

-Claro, dime qué puedo hacer -respondió él, levantándose de la silla con entusiasmo.

-Podrías poner la mesa -sugirió ella-. Los platos y cubiertos están en el armario de la derecha.

Jeongin asintió y se puso a trabajar, buscando todo lo necesario para el desayuno. Hyerin lo observó de reojo, disfrutando de la escena. Era raro ver a Jeongin tan domesticado, y la hizo sonreír pensar en lo bien que se sentían juntos, incluso en las pequeñas tareas cotidianas.

𝘾𝘼𝙉'𝙏 𝙎𝙏𝙊𝙋, 𝐞𝐢𝐭𝐡𝐞𝐫 𝐰𝐚𝐲 𝐢'𝐦 𝐠𝐨𝐨𝐝  𝙔𝘼𝙉𝙂 𝙅𝙀𝙊𝙉𝙂𝙄𝙉 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora