023. white flag

562 91 81
                                    

chapter twenty-three
023. white flag

▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃

SE PARÓ en la base de la Torre de los Vengadores. La «V» roja de la cúspide brillaba en el horizonte de Manhattan y Pamela por fin comprendió por qué. No era una declaración de «mejor que tú» a la vista de todos, era un faro de esperanza; un faro de seguridad y protección para cualquier alma asustada y perdida que necesitara darse cuenta de que había alguien que velaba por ellos. Alguien que siempre estará ahí para vengarles.

Pamela respiró hondo y esta vez no se sintió mareada. Apretó la mandíbula, decidida, y cruzó las puertas principales. Pasó por alto el mostrador de recepción, que estaba en silencio a esa hora de la noche, y se dirigió directamente a los ascensores. Pam no sabía lo que le esperaba, ni siquiera sabía si sería aceptada nuevamente en la pelea. No sabía qué pensaría Steve de ella al verla volver a rastras. Pero no importó. Esto era algo que era más grande que ella.

Pasó el lanyard que le había dado Coulson y se le dio acceso a los pisos del ático y del laboratorio. Pamela presionó el botón y vio como las puertas del ascensor se cerraban, cerrando los ojos y tomándose un momento para calmarse antes de tener que enfrentarse a los demás.

Una vez que se abrieron las puertas, se encontró con un espacio mucho más tranquilo y vacío. Los sinuosos pasillos y las elegantes habitaciones estaban oscuras, y todavía quedaban daños por limpiar del ataque de Ultrón.

Pamela respiró hondo por última vez y siguió adelante, subiendo las escaleras hasta donde estaban encendidas las únicas luces. El laboratorio principal y el taller estaban en el centro de la estructura, e incluso así, el Dr. Banner y Tony Stark no notaron a Pamela hasta que las puertas se abrieron.

—Pamela —murmuró Banner, con las manos cayendo a los costados.

Antes de que pudiera decirle algo, Tony Stark la miró con los ojos entrecerrados. Aspiró indignado por la nariz y se acercó a ella, metiendo las manos en los bolsillos. Pamela lo miró en silencio.

—Lo siento, está cerrado —le dijo Iron Man, y ella se tragó cualquier comentario sarcástico. Tenía todo el derecho a ser brusco con ella—. No aceptamos turistas ni polizones.

Pamela consideró sus siguientes palabras. Entonces, encontró su mirada.

—Tenías razón —admitió, aunque de mala gana.

Stark parpadeó.

—¿Perdón? —no tardó en convertir aquello en una especie de competición que había ganado. Volvió a mirar a Bruce, para asegurarse de que estaba oyendo lo mismo—. ¿Qué has dicho? ¿Qué... qué dijiste? —se señaló los oídos mientras miraba a Pamela una vez más—. Creo que no te he oído bien.

—No soy una Vengadora — lo cortó ella, y él contuvo el resto de sus palabras—, y no intento serlo. No estoy aquí para demostrarte nada a ti ni a Steve. Estoy aquí porque si hay algo que Coulson me enseñó, es que todos tenemos el deber y la responsabilidad de ser el escudo que proteja a todos ahí fuera —señaló el horizonte de Nueva York— de cualquier loca amenaza que intente hacerles daño. Yo sólo... estoy aquí intentando hacer lo correcto... si me dejáis.

Por una vez, Tony se quedó muy silencioso. La observó durante un largo rato y Pamela contuvo la respiración anticipando lo que él diría, y nunca se dio cuenta hasta ahora de que realmente le importaba lo que él pensara.

Entonces, Stark asintió.

—De acuerdo, Víbora Roja —cedió y la expresión de ella se suavizó por la sorpresa—. El período de prueba dura unos seis meses. Piensa en ello como una pasantía, el Protocolo Ruedines.

white flag, steve rogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora