018. puppet strings

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chapter eighteen
018. puppet strings

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PAMELA ENCONTRÓ POR FIN a Natasha cuando ella y Steve volvieron al interior. Tratando de dejar atrás el incómodo momento, tomó su sidra y se acercó a la pelirroja sentada en los blancos y prístinos sillones cerca del champán, y Steve se acercó a las ruidosas y bulliciosas historias que pertenecían a Thor al otro extremo de la sala. Pamela se dio cuenta de que necesitaba un momento para pensar. Tal vez lo mejor fuera actuar como si nunca hubiera ocurrido, como una página eliminada de un capítulo que no encajaba en el conjunto de la historia; una escena eliminada de una película que ni siquiera llegó a los extras del montaje del director, olvidada y dejada atrás, para no volver jamás a ella. Pamela no estaba segura de si eso lo empeoraría.

Estaba convencida de que pasaría algo. Estaba segura de que Steve habría sobrepasado la línea que él mismo había trazado. Pero tal vez era una línea de sal, y el fantasma de su pasado no podía cruzarla sin contar cada grano, una superstición tonta que se había hecho realidad, y que Pamela comprendía. ¿Acaso su propio fantasma traspasó su línea? Pamela lo creyó después de ayudar a acabar con HYDRA en Washington, pero ahora, no estaba tan segura. Le hacía plantearse si no sería más que un lastre, que sus problemas eran un peso que ni siquiera Steve Rogers podía llevar sobre sus hombros. ¿Valía la pena? Esa era otra horrible y diabólica pregunta que la atormentaba. ¿Merecía Pamela Daniels la pena para que Steve Rogers abandonara lo que le atormentaba de su pasado?

Abandonar, ¿esa era la forma correcta de decirlo? El pasado de Steve Rogers era una parte tan integral de quién era como las experiencias que lo estaban formando ahora. Le habían arrancado la paz que merecía, y ahora se había convertido en un espíritu inquieto en un mundo al que creía que no pertenecía. No quería que olvidara el mundo que una vez conoció, porque aquellos años habían sido una vida en la que Steve Rogers era conocido en lugar de quedar olvidado tras el escudo. ¿Cómo podía un hombre que supuestamente era una foto en blanco y negro dentro de un marco, una figura en un museo, un veterano sentado con los otros al otro lado de la habitación, ser capaz de traspasar esa línea para encontrarse con ella al otro lado?

—Parece que necesitas algo más fuerte —soltó Natasha Romanoff cuando Pamela se sentó a su lado. Se reclinó en el sillón. Romanoff nunca se sentaba en una posición sencilla, siempre se recostaba hacia atrás, con las piernas levantadas o con un pie extendido sobre el brazo de una silla. Le daba igual aunque llevase un vestido. Natasha tenía las piernas cruzadas como una niña sentada en el suelo de un aula, con la cerveza descansaba sobre su regazo. Había dejado los tacones al pie del sofá.

Pamela tarareó y tomó un sorbo de su bebida, poniéndose cómoda también. Metió las piernas debajo de ella y se acomodó en el sofá hasta que estuvo acurrucada junto a la Viuda Negra.

—Pegarle a alguien es muchísimo más fácil.

Natasha levantó su botella de cerveza para alegrar esas palabras. Pamela sonrió levemente y golpeó su bebida con la suya.

—No me rendiría todavía —aconsejó mientras tomaba un sorbo—. Steve te invitó, es un gran paso para él.

—Lo sé —murmuró la Víbora Roja, echando un vistazo hacia el lugar donde Steve se encontraba junto a Thor, y le causó gracia ver a alguien más alto que él. Contempló cómo el Dios del Trueno vertía un trago de su petaca en el vaso de Steve, y cuando éste lo olió, sus cejas se fruncieron como si no estuviera seguro de si sentirse intrigado o asqueado por el olor. Pam contuvo una sonrisa divertida—. Es que a veces es... difícil de leer. Es como si pensara que las cosas van por buen camino, y de pronto cambian y todo vuelve a estar como al principio.

white flag, steve rogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora