10

52 9 1
                                    

Jungkook y yo no habíamos hablado mucho el día siguiente. El ambiente estaba tenso, y tampoco había tenido contacto con Mingyu. Estaba molesta con él, como si él fuera el culpable de todo.

Sin embargo, cuando Mingyu me llamó casi por la noche, mientras aún estaba en el instituto, decidí responder para no empeorar las cosas.

—¿Se puede saber qué te pasa? —pregunté, notando su tono de enfado—. Hace días que me llamas como un loco.

—¡Ya era hora que me contestaras!

Su tono de voz me hizo fruncir el ceño.

—¿Qué pasa? —pregunté, molesta—. ¿O no pasa nada?

—¿Por qué no respondías? ¿Qué te tenía tan ocupada? —insistió Mingyu.

—Estaba ocupada.

—Pues no tienes excusa para no responderme.

—Mingyu, ahora mismo no estoy de humor para hablar de esto.

—¿Hablar de qué? ¿Qué has hecho?

—¡No he hecho nada! —repliqué, frustrada.

Porque me interrumpiste, maldito Mingyu.

—¿Y por qué estás así? ¿Por qué te sientes culpable? —preguntó Mingyu, su tono cargado de reproche.

—¡Dios! ¿Qué te sucede? ¿Has hecho algo tú y te da miedo que haga lo mismo?

—Pues no he hecho nada, pero me da miedo que tú sí lo hayas hecho.

—Mingyu, no he hecho nada y has estado comportándote como un maldito acosador.

—¿Seguro no has hecho nada?

—Tengo que irme —dije, cansada—. Luego hablamos.

—A partir de ahora quiero que me contestes cada vez que te escriba y te llame y no me apagues el teléfono.

—¡No tengo que hacer nada!

—No es una petición.

—¡Eres un completo idiota!

—¿Qué llevas puesto? ¿Qué harás esta noche?

—Te estás pasando —advertí.

—¿Vas a ver a tu querido Jeon Jungkook?

—¡Eres un idiota, voy a colgar!

—Ni se te ocur...

Colgué el móvil y respiré profundo, intentando calmarme.

Me estaba sacando de quicio; ni yo, que soy completamente insegura, pasé por ese nivel de celos. Estuve a punto de soltar una palabrota cuando noté que mi teléfono comenzó a vibrar, pero me detuve en seco al ver que era Jungkook. Dudé un momento, ya que no me había hablado en toda la mañana.

—¿Jeon? —pregunté, descolgando.

—¿Tienes algo que hacer esta noche? —preguntó él.

Me sorprendí un poco.

—Eh... no, ¿por qué?

—Mi madre nos ha invitado a cenar. Los chicos y Lisa vienen. ¿Vas?

No habíamos hablado en toda la mañana, y ahora me invitaba a su casa. ¡Genial!.

—¿Esta noche?

—Sí. Si quieres, te paso a buscar al instituto.

No respondí de inmediato; no sabía qué hacer ni qué pensar.

Todo comenzó... Por una relación abierta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora