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Esa mañana salí temprano. Seguía molesta, pero a la vez me sentía un poco mal por haberme enfadado con Jungkook. Caminé hacia la residencia y me encontré con Rose. Nos saludamos amablemente y estuvimos hablando un rato antes de despedirnos.

Entré a la residencia y parpadeé al oler lo que me parecían tortillas francesas. Mi estómago rugió al instante. Suga, Tae, Jin, Jimin, y Hobi estaban sentados en la barra, mirando a Jungkook, quien estaba cocinando con el ceño fruncido, completamente concentrado. Movía el sartén con mucha naturalidad.

—¿Falta mucho? —protestó Jimin—. Tengo hambre.

—Cállate —le respondió Jungkook sin mirarlo.

—Yo también tengo hambre —dijo Suga, apoyando la cabeza en la barra con una expresión de fastidio.

—Tú también cállate.

Me quité los auriculares, confundida por la escena.

—¿Qué hacen? —pregunté.

Jungkook giró al instante al escuchar mi voz, y su expresión cambió al instante.

—¡Buenos días! —dijo, sonriendo como un angelito—. ¿Quieres tortillas?

Las puso torpemente en un plato y me las ofreció. Estaba hambrienta, y aunque se notaba que era la primera vez que las hacía, se veían increíbles.

Lo miré un momento, mientras los demás chicos observaban la escena con indignación. Tae negaba con la cabeza.

—¿Ella sí y nosotros no? —protestó Suga, frunciendo el ceño.

Jungkook estiró el plato hacia mí, manteniendo su sonrisa. Aunque estaba tratando de parecer tranquilo, era evidente que estaba intentando ir con cautela. Tardé unos segundos en aceptar el plato, y pude ver cómo su sonrisa se ampliaba y se relajaba un poco más al verme tomarlo.

Me senté entre Suga y Jimin, mientras Tae, Jin, y Hobi se dirigían a la nevera en busca de algo. Los dos me miraban fijamente mi plato, como si quisieran matarme por él.

—¿Nos das un poco? —preguntó Jimin con una sonrisa que intentaba parecer inocente.

—O a mí —sugirió Suga.

—Yo soy más amigo tuyo que él.

—No es cierto, ella y yo tenemos más en común que cualquiera aquí —replicó Suga, lanzándole una mirada a Jimin.

Eso es cierto.

—Es de ella —intervino Jungkook, frunciendo el ceño—. Dejen de molestarla, pesados.

Suga y Jimin se cruzaron de brazos al mismo tiempo, claramente irritados, mientras yo me llevaba un trozo de tortilla francesa y frutas a la boca. Me sentía como si tuviera que darles una noticia importante; todos me miraban, especialmente Jeon.

—¿Qué? —pregunté con la boca llena.

—¿Saben... bien? —preguntó él con una mueca.

Tragué lo que tenía en la boca y asentí lentamente.

—Menos mal —murmuró él, tirando el sartén en el fregadero con un suspiro de alivio.

Los demás volvieron a lo suyo, excepto Suga y Jimin, que seguían pareciendo irritados. Suga se levantó con fastidio, caminó hacia la cocina y sacó una bolsa de mandarinas, lo que me hizo reír. Jimin sacó una leche de plátano, y Jungkook lo miró con mala cara.

Luego, Jungkook se quedó parado frente a mí, con una mano apoyada en la barra, repiqueteando los dedos nerviosamente.

—¿Has dormido bien? —preguntó.

Todo comenzó... Por una relación abierta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora