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Ya casi estábamos llegando a la residencia y eran cerca de las 10 p.m. El ambiente en la camioneta se estaba cargando de energía.

—¡Ha llegado la hora de pasarlo bien! —dijo Nam, frotándose las manos con entusiasmo.

—¡Vamos a beber! —anunció Jin, emocionado.

—A mí ni me miren —dije haciéndome la digna.

—Querida, si tomaremos para subirte los ánimos —dijo Suga, con una sonrisa—. Pareces más deprimida que yo.

Lo miré mal y le pellizqué el brazo.

—¡Auch! —se quejó Suga—. ¡Controlate, loca!

—¿Cómo me dijiste? —dije divertida, mientras comenzaba a molestarlo intentando abrazarlo.

Todos se reían, excepto Jungkook, que parecía cada vez más celoso. 

—¿Qué pasa, Kookie? —pregunté con un puchero, buscando sacarle una sonrisa.

—Si haces esas caras mientras me llamas así, no puedo molestarme contigo —dijo él, con una sonrisa suave.

—Esa es la idea —reí, satisfecha con mi pequeña victoria.

Cuando llegamos a la residencia, Nam fue directo al bar de la terraza y todos lo seguimos. Colocamos música, y el ambiente se llenó rápidamente de risas y conversaciones animadas. Jungkook se encargaba de hacer carne a la parrilla; al parecer, todos habían dejado la cena a medias y ahora tenían hambre de nuevo.

Jin se acercó a mí con un shot de soju en la mano.

—Bueno, Alejita, a beber —dijo, ofreciéndome el vaso.

Sin pensarlo mucho, me di el trago. Jin me ofreció otro, y sin dudarlo, lo tomé también.

—No deberías querer emborrachar a mi novia —dijo Jungkook, lanzándole una mirada de advertencia a Jin.

—Solo para subirle los ánimos —respondió Jin, encogiéndose de hombros.

—Yo la veo de perfecto ánimo —refunfuñó Jungkook, claramente protector.

—Vamos, Jeon, no seas aguafiestas —dije, riendo mientras disfrutaba del momento.

—Sí, Jeon, no seas aguafiestas —me imitó Jimin, quien se acercaba con una cerveza en la mano, ofreciéndomela con una sonrisa traviesa.

—No me dejes en ridículo, por favor —murmuró Jungkook cuando vio que todos comenzábamos a beber.

Un rato más tarde, todos habían comido excepto yo. No tenía hambre, y ya estaba un poco... bueno, bastante mareada. Pero lo mejor de la noche era Suga. No dejaba de meterse con todo lo que veía, y yo no podía dejar de reír. Me reía a carcajadas al punto de que me dolía el estómago. Lisa y Rose también se reían, mientras Jimin y Hobi se habían apoderado de la botella de ron de Jungkook.

Entonces, capté a Jungkook mirándome de reojo, y me giré hacia él con una sonrisa traviesa.

—¿Qué miras, acosador? —le pregunté, juguetona.

—Me gusta verte riéndote.

Me acerqué disimuladamente a él, sintiendo cómo mi corazón latía un poco más rápido.

—Pues... sueles ser la persona que más me hace reír —le dije en voz baja.

—¿Y solo te hago reír? —habló lo suficientemente bajo, pero sus palabras resonaron en mi piel.

—En lo que llevamos de noche... sí.

—La noche es larga... eso puede cambiar .

Jungkook me dedicó una sonrisa de lado y no pude evitarlo. Me acerqué a él y le di un beso en la comisura de sus labios, y su sonrisa se ensanchó. Fue entonces cuando me di cuenta de que todos se habían quedado en silencio. Lisa y Rose me miraban divertidas, mientras Jimin seguía tomando. Tae me regaló una sonrisa, y de repente, me puse nerviosa.

Todo comenzó... Por una relación abierta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora