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Al final, nos quedamos dos días con Leo y mamá antes de que regresaran a las islas Jeju. Leo me contó que estarían allí unos días más y luego se mudarían a Gyeongju, donde él había comprado una casa. Quedaba a casi cuatro horas de Seúl, así que esta vez estaríamos un poco más alejados.

Fue al día siguiente, cuando amaneció, que me di cuenta de lo que realmente quería hacer.

Iba a quedarme con él.

Quería decirle que vivamos juntos en su apartamento. Había pasado todo el viaje de regreso a la residencia pensando en ello, y llegué a la conclusión de que no quería separarme de él.

Leo me había traído algunas cosas que había dejado en casa antes: unas pulseras que nunca usé, mi diario, y mi peluche de niña, el Sr. Abrazitos.

Cuando llegamos a la residencia, no había nadie. Subimos directo a la habitación para dejar nuestras cosas. Dejé el diario en la mesita, y cuando Jungkook salió del baño, se sentó a mi lado y lo revisó curioso.

—¿Un diario? —preguntó, con una sonrisa de curiosidad mientras lo abría.

No pude evitar sonreír al ver su cara de decepción.

—¿Por qué hay una lista de personas y lugares? —preguntó.

—Cuando era pequeña, tenía una lista de cosas de las que me sentía orgullosa —dije, señalando la página—. Aprobar cálculo, ganar una competencia... tonterías.

—¿Y yo no estoy aquí? —enarco una ceja divertido.

—Tú estás en la lista de errores de mi vida —bromeé.

Él sonrió y pasó a la última página, revisándola concienzudamente.

—Que Leo te viera tomándote fotos... —asintió—. Caerte en una piscina vestida...

De repente, se detuvo y frunció el ceño.

—¿Por qué Mingyu no está aquí?

—¡Hace años que no escribo ahí! —respondí, encogiéndome de hombros.

—Nunca es tarde —sonrió ampliamente y dejó el diario en la mesita de nuevo.

Se tiró en la cama, revisando su celular, y lo miré de reojo mientras me sonreía.

¿Estaba haciendo lo correcto?

Todavía no era tarde para rectificar, pero... no. No había nada que rectificar.

Clavé la mirada en mis manos. Era lo correcto. Lo sabía. Quería quedarme con él. Quería estar con él.

Nos habíamos quedado dormidos sin darnos cuenta, y me desperté al escuchar un ruido en el primer piso. Me levanté con cuidado, evitando despertar a Jungkook, y caminé hacia la puerta. Al abrirla, todo estaba lleno de humo. Mi corazón se aceleró y corrí de vuelta hacia Jungkook para despertarlo, completamente alterada.

—¡Despierta! —le dije, sacudiéndolo.

—No quiero —murmuró, dándose la vuelta para ignorarme.

—¡JEON! ¡LA CASA SE ESTÁ INCENDIANDO!

De inmediato se incorporó, y sus ojos se abrieron de par en par cuando vio el humo negro invadiendo la habitación.

—¡Mierda! —soltó, alarmado.

Bajamos corriendo las escaleras, solo para quedarnos completamente sorprendidos al ver a todos riéndose a carcajadas en la cocina. Ahí, en medio de la confusión, estaba Lisa, chillando algo ininteligible, con el horno abierto y una bandeja con un pollo completamente quemado, del mismo color que el humo.

Todo comenzó... Por una relación abierta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora