1

65 9 2
                                    

— ¿De verdad tienes que irte?

Mingyu me lo preguntaba mientras me ayudaba a subir las maletas al auto para ir a la estación de trenes. Su tono era una mezcla de tristeza y frustración.

— Ya lo hemos hablado, Mingyu, tengo que hacerlo.

Suspiró, algo molesto. Sus ojos reflejaban una mezcla de resignación y descontento.

No soy muy cariñosa, pero no lo vería por varios meses y, aunque estamos a solo una hora de distancia, estaríamos muy ocupados para sacar tiempo y vernos. Sería complicado. Así que, aunque me costó un poco, me acerqué y le di un abrazo cálido. Él se sorprendió, pero me abrazó de inmediato con fuerza, como si no quisiera dejarme ir.

— Te escribiré todos los días, y en las noches podemos hacer videollamadas. — Sonreí, intentando aliviar la tensión.

— Claro. Supongo. — Su voz era baja, casi resignada.

Asentí y caminé hacia la puerta del copiloto, sintiendo el peso de su mirada en mi espalda.

— O... o podríamos tener una relación abierta.

Me giré con el ceño fruncido, completamente desconcertada.

— ¿Qué?

— Sí, bueno, es algo normal y común últimamente. — Intentó sonar casual, pero había una nota de nerviosismo en su voz.

— Dentro de unos minutos me voy, ¿y ya estás pensando en acostarte con otras? ¿Es en serio, Mingyu? — Reí irónicamente, sintiendo una mezcla de incredulidad y decepción.

Suspiré, me llevé una mano a la cabeza y lo miré fijamente, tratando de procesar lo que acababa de decir. Cerré los ojos un momento, buscando calma.

— ¿Por qué sales con esto ahora?

— Vamos, Alejandra, no es para tanto. — Se acercó y me agarró de la muñeca, su contacto frío y ajeno.

— ¿Sabes lo que significa "relación abierta"?

— Sí, claro. — Sonrió con una confianza que me enfureció aún más. — Significa que podemos acostarnos con quien queramos y seguir queriéndonos.

Lo observé, soltándome de su agarre con un movimiento brusco. Levanté una ceja mientras lo miraba con incredulidad. Mi cara reflejaba una mezcla de disgusto y desilusión. Asentí, no quería perder más tiempo allí. Mingyu, cuando se lo proponía, podía ser un imbécil.

— Bien, pero no quiero saber con quién te acuestas.

Subí al auto y cerré la puerta de golpe, dejando claro que estaba... no enojada, sino profundamente disgustada. Él se subió de su lado y me miraba fijamente, su expresión una mezcla de confusión y frustración.

— Llévame a la estación, llegaré tarde. — Miré por la ventanilla del auto, evitando su mirada.

— Alejandra, no es para tanto.

— Sí, ya lo dijiste, ¿vale?. Me parece un chiste que lo digas justo cuando me voy y obviamente no tendré tiempo para pensar en acostarme con cualquier tipo.

— Sería para ocasiones especiales, nada más. Si te gusta alguien, puedes hacer lo que quieras siempre y cuando sepas que tu novio soy yo. — Sonrió como si realmente disfrutara la idea.

El camino se hizo largo, a pesar de que la estación estaba a solo 20 minutos de mi casa. Iba a Seúl para terminar mis pasantías como maquilladora profesional y encargada de vestuario. Me dejarían a cargo de un grupo de cantantes, aunque aún no sabía quiénes serían. Viviría con otras chicas pasantes igual que yo, y los nervios empezaban a notarse. Me olvidé del comentario que había hecho el idiota de Mingyu, que me miraba de reojo cada tanto. Lo ignoraba deliberadamente.

Todo comenzó... Por una relación abierta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora