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Admito que estaba un poco nerviosa mientras los chicos, Jungkook y yo nos poníamos en camino a la casa de los padres de Jungkook. Se suponía que cenaríamos para que Sejin y él se disculparan uno al otro. Los chicos parecían bastante tranquilos, mientras yo sentía un ligero nudo en el estómago.

—Así que conoceremos a tu familia —dijo Jimin con una sonrisa amplia—. Espero que les hayas hablado bien de nosotros, Aleja.

Esa mañana había llamado a Leo, y también hablé con mamá. Pasó de la felicidad extrema al estrés por querer causar una buena impresión. Lo que estaba claro era que quería conocer a Jungkook.

—Les he hablado bien —le aseguré.

—De mí —aclaró Jungkook—, no saben que tú existes.

—Pues se llevarán una bonita sorpresa —sonrió Jimin—. Puede que incluso me prefieran a mí de yerno.

Reprimí una sonrisa cuando Jungkook puso los ojos en blanco descaradamente.

Llegamos a la casa de su familia; los nervios me consumían.

—No sé cómo hiciste, pero lograste lo que he intentado yo en varias ocasiones —dijo Nam, dandome una palmadita en la espalda.

Jungkook me ofreció la mano y se la agarré con gusto. Nos dirigimos al interior de la casa.

—¡Cariño, ya estoy en casa! —exclamó Jimin, divertido.

La señora y el señor Jeon estaban en la cocina hablando y nos dirigieron una sonrisa a todos al vernos llegar. Jimin ya estaba husmeando junto a Suga en la cocina.

—¿Qué hay para cenar? —preguntó Suga.

—Ensalada de pollo —sonrió la señora Jeon.

Suga y Jimin arrugaron la nariz, no muy convencidos.

Intenté soltarme de la mano de Jungkook para saludar a sus padres, pero él me apretó más fuerte cuando entró Sejin y nos miraba fijamente. Él miró nuestras manos unidas sin ninguna expresión.

—Oh, mi niña —la señora Jeon se acercó (para salvarme) con una sonrisa.

Jungkook finalmente me soltó, y pude devolverle el abrazo a la señora Jeon con una sonrisa, sintiendo su calidez mientras me envolvía. Me separé de ella y me giré hacia Sejin.

—Sejin.

Él pareció salir de su trance y me devolvió una sonrisa amable.

—Alejandra —respondió, y luego miró a Jungkook—. Hola, chicos. Hola, Jungkook.

Jungkook no respondió. Sus labios formaron una línea tensa, y sentí cómo el ambiente se cargaba. 

Empezamos mal.

Todos nos pusimos a ayudar a la señora Jeon a preparar la mesa. Sin embargo, de alguna manera, todos lograron sentarse dispersos, dejando un asiento libre justo entre Jungkook y Sejin. 

Genial.

Comenzamos a comer en un silencio incómodo, interrumpido únicamente por los esfuerzos de la señora Jeon y los míos para mantener una conversación. Al final, lo que realmente rompió el hielo fueron los comentarios de Jimin y Jin sobre los próximos eventos del grupo, que lograron arrancar algunas risas y aliviar un poco la atmósfera.

Sin embargo, después de que terminamos de comer, Sejin se puso serio, dejando su plato a un lado.

—Bueno... —comenzó, mirando a todos alrededor de la mesa—. Ayer, Alejandra vino a hablar conmigo.

Todo comenzó... Por una relación abierta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora