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Las luces del circuito brillaban bajo el cielo nocturno, reflejándose en el asfalto húmedo tras una ligera llovizna. Diana caminaba rápidamente hacia el garaje del equipo, donde Ayrton le había pedido que lo encontrara. Había algo en su tono durante la llamada, una urgencia que no había podido ignorar.

Cuando llegó, encontró a Ayrton solo, apoyado en su monoplaza, con la mirada perdida en el horizonte del circuito. Su figura, iluminada por la luz tenue, parecía más vulnerable de lo que Diana había visto nunca.

— Ayrton. — dijo ella suavemente, acercándose.

Él levantó la mirada, sus ojos oscuros reflejando una mezcla de emociones. — Gracias por venir, Diana.

— ¿Qué sucede? — preguntó, preocupada por la gravedad en su voz. — ¿Estás bien?

Ayrton asintió lentamente. — Sí, estoy bien... solo necesitaba hablar contigo antes de mañana.

Diana dio un paso más cerca, sintiendo que había algo más detrás de sus palabras. — ¿Sobre qué?

— Sobre todo lo que hemos vivido en estos años. — comenzó Ayrton, su voz baja. — Has estado ahí desde el principio, siguiendo cada carrera, cada triunfo, cada derrota. Siempre has sabido ver más allá del piloto, más allá de las estadísticas. Has visto al hombre.

Diana sintió un nudo en la garganta. Había pasado años cubriendo su carrera, pero nunca había esperado escuchar algo tan personal de él. — He intentado ser justa contigo, mostrar quién eres realmente.

— Lo has hecho mejor que nadie,— dijo Ayrton, esbozando una leve sonrisa. — Y creo que por eso he llegado a depender de ti más de lo que debería. Siempre he sabido que podía contar contigo, incluso cuando todo lo demás parecía desmoronarse."

— Siempre estaré aquí para ti, Ayrton, — dijo Diana, dando un paso más cerca hasta que quedó frente a él. — Lo sabes.

— Lo sé — repitió él, su mirada fija en ella. — Y creo que por eso necesito decirte algo antes de que sea demasiado tarde.

El corazón de Diana se aceleró. Había algo en el ambiente, una sensación de finalidad que la asustaba. — ¿Qué es, Ayrton?

Él tomó su mano, un gesto que la sorprendió. — Diana, si mañana es mi última carrera... quiero que sepas que nunca he dejado de pensar en lo que podría haber sido entre nosotros. Siempre he admirado tu valentía, tu inteligencia, pero más que nada, he llegado a admirar la persona que eres. Y me duele no haber hecho algo al respecto antes.

Diana sintió que el mundo se desvanecía a su alrededor. Había soñado con este momento, pero nunca había imaginado que llegaría en un contexto como este. — Ayrton, yo... yo también he pensado en eso. Muchas veces.

— Entonces no dejemos que sea solo un pensamiento — dijo él, apretando su mano. — No quiero que mi vida sea solo carreras y trofeos. Quiero que signifique algo más, y quiero que tú seas parte de eso.

Diana sintió que las lágrimas llenaban sus ojos. — Ayrton, yo... también quiero eso. Pero mañana, por favor, ten cuidado. No quiero perderte.

Ayrton la atrajo hacia él, envolviéndola en un abrazo cálido y protector. — No me perderás, Diana. Prometo que haré todo lo posible por regresar a ti.

Ella se aferró a él, deseando que ese momento pudiera durar para siempre. — Te estaré esperando.

Ayrton se apartó ligeramente, inclinándose para presionar un suave beso en su frente. — Gracias, Diana. Por todo.

Ella asintió, incapaz de hablar, mientras lo veía alejarse hacia la oscuridad del garaje, preparándose para lo que podría ser la carrera más importante de su vida.

Diana estaba en las gradas, el rugido de los motores resonando a su alrededor. Observó a Ayrton alinearse en la parrilla, su corazón en un puño. Sabía que él era un guerrero en la pista, pero esta vez, había algo diferente. Algo que la llenaba de esperanza y miedo al mismo tiempo.

Mientras los semáforos se apagaban y los autos se lanzaban hacia adelante, Diana cerró los ojos por un momento, enviando una silenciosa oración al cielo.

Porque ahora, más que nunca, sabía que no podría soportar perderlo.

One Shots - Ayrton Senna © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora