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El sonido constante de la lluvia llenaba el aire mientras Diana caminaba por el paddock, buscando refugio bajo el alero de uno de los garajes. Era una noche oscura y fría, pero a ella no le importaba. Había venido al circuito para despejar su mente, pero ahora se sentía más inquieta que nunca.

Al girar la esquina, lo vio. Ayrton Senna estaba parado solo bajo la lluvia, su mirada perdida en la distancia. Estaba empapado, pero parecía no importarle. Había una tristeza en sus ojos que Diana no había visto antes, y algo en su pecho se apretó al verlo así.

Sin pensarlo dos veces, corrió hacia él, deteniéndose a unos pasos de distancia. 

— Ayrton, ¿Qué haces aquí? Vas a enfermarte.

Él la miró, y por un momento, no dijo nada. Luego, esbozó una pequeña sonrisa, aunque no alcanzó sus ojos. 

— Necesitaba pensar, y la lluvia siempre me ayuda a aclarar la mente.

Diana dio un paso adelante, sintiendo la fría lluvia empapar su ropa.

— Podrías haberlo hecho desde el garaje. No tienes que hacer esto solo.

Ayrton la observó con una intensidad que hizo que el corazón de Diana se acelerara.

— Diana... he pasado mucho tiempo solo. Pensando, corriendo, buscando algo que ni siquiera estoy seguro de que exista.

Ella sintió una punzada de dolor en su voz y se acercó aún más.

— ¿Y qué es lo que estás buscando, Ayrton?

Él negó con la cabeza, como si no tuviera una respuesta clara.

— Tal vez siempre he estado buscando algo más que la victoria. Algo que me haga sentir... completo.

Diana lo miró, sintiendo que había algo más detrás de sus palabras. Durante años, había visto a Ayrton perseguir sus sueños con una pasión inigualable, pero nunca lo había visto tan vulnerable, tan humano.

— Ayrton, lo que sea que estés buscando, no tienes que hacerlo solo. — dijo, acercándose lo suficiente como para que sus manos casi se tocaran. — Estoy aquí, siempre he estado aquí.

Él la miró, sus ojos oscuros llenos de emociones que no podía ocultar. — Lo sé, Diana. Y eso es lo que más me asusta.

— ¿Por qué? — preguntó ella, sintiendo un nudo formarse en su garganta.

Ayrton levantó una mano y acarició suavemente la mejilla de Diana, su toque era cálido a pesar del frío de la lluvia. — Porque me importas más de lo que debería. Porque cada vez que te veo, quiero algo que nunca creí posible para mí.

Diana sintió las lágrimas mezclarse con la lluvia en su rostro. — Ayrton, yo...

Él no la dejó terminar, inclinándose para capturar sus labios en un beso desesperado, cargado de años de sentimientos reprimidos. La lluvia caía con fuerza a su alrededor, pero ellos no lo notaron. En ese momento, solo existían el uno para el otro.

Diana respondió al beso con la misma intensidad, sus brazos rodeando el cuello de Ayrton mientras él la sostenía con fuerza, como si temiera que pudiera desaparecer. Cuando finalmente se separaron, ambos estaban sin aliento, pero sus ojos se encontraron, compartiendo una conexión que iba más allá de las palabras.

— No sé qué pasará mañana. — dijo Ayrton en voz baja, su frente apoyada contra la de ella. — Pero quiero que sepas que, pase lo que pase, siempre te llevaré en mi corazón.

Diana asintió, su voz apenas un susurro. — Y yo siempre estaré aquí, esperando por ti.

Ayrton sonrió, una sonrisa genuina y cálida que iluminó su rostro. — Entonces, después de mañana, hablemos. Hablemos de lo que sigue.

Diana lo abrazó con fuerza, sintiendo la calidez de su cuerpo a través de la ropa mojada. — Sí, hablemos. Porque esto... tú y yo... no puede terminar aquí.

Bajo la lluvia, se quedaron juntos, aferrándose a la promesa de un futuro que, por primera vez, no se veía tan incierto.

One Shots - Ayrton Senna © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora