Capítulo 16

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Llegamos al restaurante, y al ver que era un japonés, ya se me hizo la boca agua. Nos acomodaron una mesa alargada al finde del restaurante, apartada del bullicio de los otros comensales. Parecía que el personal ya conocía a Pedri y a Pablo, pues no mostraron sorpresa al verlos.

Pedimos unas bebidas mientras esperábamos al resto del grupo. Los primeros en llegar fueron Fermin y Lamine, y a los pocos minutos, Ferran y Balde. Todos fueron extremadamente amables y conversadores. La comida estaba exquisita, y la conversación fluía con naturalidad. Fermín y yo conectamos rápidamente; resultó que mi abuelo era de su mismo pueblo, El Campillo en Huelva, y charlamos sobre nuestras raíces comunes. Lamine me recordaba mucho a mi hermano, aun ser el más pequeño estaba muy bien integrado en el grupo. Yo era la siguiente más pequeña en esa mesa después de él, yo era de julio y Carla de junio así que por menos de un mes que yo era la segunda más peque.

- Venga, pregúntales ya veras como tengo razón - dijo Balde, elevando la voz y todos nos giramos hacia él y Lamine.

-Cállate - le reprochó Lamine

-Este año es la Eurocopa, y Lamine está empezando con una chica, pero no sabe si invitarla a Alemania con él. Dice que aún es pronto, pero llevan unos seis meses hablando y viéndose, aunque no son oficialmente pareja.

Carla y yo nos miramos y sonreímos. Era tierno ver a Lamine, aún era joven y si para Pablo ya había sido difícil afrontar todo lo que la fama conllevaba para él que era más joven debía ser peor.

- Primero, ¿estáis juntos como algo serio?, es decir, ¿le ves futuro o solo una relación pasajera? - pregunté con interés

- No sé - su tono reflejaba duda - Alexia es guapa y está buena, pero yo que sé. Somos amigos desde hace mucho, pero hasta hace nada que no dimos un paso más en nuestra relación. Pero no es eso, yo la invitaría a Alemania, pero desde que me fui haciendo conocido su actitud conmigo a cambiado un poco... - dijo triste, creo que sabia por donde iban los tiros

-Puedes decirlo claro, que se está aprovechando de ti y de tu fama, ¿no? Cuando la gente la conozca, puede que cambie su actitud contigo. - me miro incrédulo como si fuera una maga y le acabara de leer la mente.

- Si, puede que si, no lo sé - admitió, con tristeza en la voz

-Tienes tiempo para pensártelo. Además, si estáis en la concentración tampoco la verías mucho. No sé como funciona esto, imagino que vuestras familias no pueden estar ahí cuando les de la gana - asintieron todos - Pues no la lleves, ya tendrás tiempo. Y si se enfada por eso, yo lo tendría claro. Puerta y ya vendrá otra chica que te valore por lo que eres y no por quien eres - le animé, con una sonrisa comprensiva.

- Gracias, Valeria. No me había dado cuenta de eso - dijo Lamine, agradecido, y se dirigió a Balde - Menos mal que no te he echo caso, que solo piensas en follar - todos reímos ante el comentario y Balde aprovechó la conversación

-Y vosotros, ¿estáis juntos? - la mirada de todos cayó en Pablo y en mí.

-No - respondió Pablo de inmediato - , y no tenéis ninguna oportunidad, así que os sacándoos eso de la cabeza.

-¿Vamos arriba o a casa de Marc? - preguntó Ferran.

-Ni de coña, todo niñatos borrachos. Mejor nos quedamos aquí, estaremos más tranquilos - decidió Pedri.

A esa altura de la noche, Carla y yo ya estábamos un poco achispadas por la botella de vino que compartimos durante la cena. Con una sola mirada, entendimos lo que había que hacer. Nos disculpamos y nos dirigimos al baño, mientras ellos se encaminaban a la planta de arriba del restaurante, donde había música, pista de baile y reservados.

- Estoy cachonda, tía - me dijo Carla en cuanto entramos al baño.

- ¡¿Qué?! - exclamé, sorprendida.

- Pedri no ha dejado de tocarme el muslo en toda la cena. Te lo juro que me he tenido que contener para no perder el control. Me estaba poniendo que te flipas y encima no paraba de beber vino y la cosa empeoraba.

-Pues tía, ya sabes, ataca - le sugerí, con una sonrisa traviesa.

-No voy a ser yo la que dé el primer paso. Retócate los labios y vamos a darles un buen espectáculo a esos dos a ver si se lanzan y dejan de marear tanto. Necesitamos un poco de acción.

Salimos del baño y fuimos a la barra a por un cubata antes de entrar en la pista. Cuando lo hicimos, sentí la mirada de Pablo sobre mí, una sensación que me hacía sentirme observada y deseada. Carla y yo nos movimos al ritmo de la música, nuestras caderas se movían con sensualidad. La pista de baile estaba llena, y el ambiente se volvía cada vez más cargado de electricidad.

Decidimos acercarnos al reservado. Cuando llegamos, Pablo me observó con una mezcla de deseo y sorpresa. Me acerqué a él con confianza. Carla me dio un empujón juguetón hacia él, con el que caí sobre sus piernas.

-¿Qué tal?- pregunté, con una sonrisa coqueta.

-Todo bien - respondió Pablo, su mirada fija en la mía. - ¿Cómo va la noche?

-Mejor ahora - dije, rozando mi cuerpo contra el suyo mientras me agachaba para hablar en su oído. - ¿Bailas conmigo?

Podía sentir la tensión entre nosotros, palpable en el aire. Cada toque, cada movimiento, parecía intensificar la conexión que compartíamos. Carla y yo conseguimos que todos nos siguieran a la pista de baile. La atracción entre nosotros se hacía más difícil de ignorar. Cada vez que me movía, sentía la intensidad de su mirada, una mezcla de desdén y curiosidad que me hacía sentir viva.

Me di la vuelta y pegué mi espalda en su pecho sin dejar de menear las caderas. Podía sentir su respiración pesada. Decidí ser un poco mala, así que me aparté y me acerqué a Carla que estaba con Pedri. Nuestra canción empezó a sonar y la bailamos juntas. Podía sentir la mirada de Pablo y Pedri uno al lado del otro en la barra observándonos.

Cuando volví a girarme ya no estaba. Sentí unas manos en mi cintura, su toque era firme pero suave, haciendo que mi piel reaccionara al instante. Era él, estaba segura. Y, en ese momento, supe que la anoche apenas comenzaba.

Verano en Fuera de JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora