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Seokmin

Nuestras miradas están conectadas, y cuando su lengua se desliza sobre sus labios de nuevo, mi respiración se detiene.

—¿Cuánto tiempo ha pasado desde que has estado con alguien? —Pregunto. ¿Qué diablos hay en esta bebida? ¿Suero de la verdad?

Sonríe sarcásticamente.

—Mi comportamiento sexual no está en discusión esta noche.

Mis cejas se elevan con sorpresa.

—¿Pero el mío sí?

—Simplemente estaba haciendo un análisis de personalidad.

—Al igual que yo. —Sonrío contra mi vaso.

Sus ojos brillan con picardía mientras me mira.

—Tiene razón, eres refrescantemente honesto, joven Seokmin.

Eso me hace sonreir.

—Si no es que un poco más de eso —agrega.

—Podría decir lo mismo de ti, pero no veo cómo la última vez que estuve con un hombre tenga algo que ver con mi personalidad.

—Me da una idea del tipo de vida que vives.

Pienso en ello por un momento.

—Bueno, si ese es el caso, lamento informar que vivo la vida más aburrida que se pueda imaginar, porque no he pensado en un hombre ni he estado con un hombre durante más de doce meses.

—Ya veo —murmura, aparentemente impresionado con mi respuesta.

—Señor Hong, sé que puedo ser entrometido, pero puedo asegurarle que no estoy aquí para robar sus cosas o pelear con su hija. Estoy aquí para hacer un gran trabajo para usted durante un año, y con suerte me encuentro a mí mismo en el proceso.

Entrecierra los ojos y se recuesta en su asiento.

—¿Y cómo planeas hacer eso?

Bebo mi bebida mientras contemplo mi respuesta.

—Voy a ver el país, aprender sobre su historia y pasar los fines de semana con Minghao. —Me encojo de hombros—. Nunca se sabe, puede que conozca a un hombre y me divierta un poco mientras estoy aquí.

—¿Y qué implica eso exactamente? —Pregunta, desconcertado.

Este hombre es tan inteligente que no tengo ni idea de si está realmente interesado en la respuesta a estas preguntas, o si en realidad solo está siendo condescendiente.

—No estoy seguro. Todo lo que sé es que, si realmente hubiera sabido lo que necesitaba, lo habría encontrado en casa.

Su mirada sostiene la mía.

¿Qué diablos está pensando?

—Ya veo. —Vacila por un momento—. Háblame de tu visa.

Exhalo pesadamente y bebo el combustible de cohete. Es tan fuerte, los vapores suben por mi nariz y tengo otro ataque de tos.

—¿Cómo bebes esto? —Balbuceo mientras golpeo mi pecho con el puño cerrado.

—Quita los nervios. —Sonríe.

—¿Nervios de qué? —Sigo tosiendo—. ¿Qué tipo de nervios?

Me estremezco.

Se ríe, un sonido profundo y aterciopelado que se filtra en mi médula ósea, siento que mi corazón se acelera.

Él es tan...

Arquea una ceja y me doy cuenta de que está esperando mi respuesta.

—¿La visa? —Levanta su copa con impaciencia. Dios, realmente cree que soy tonto—. ¿Podrías parar con eso?

Sr hongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora