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Seokmin

—¿Vas a ver la película con nosotros? —él me pregunta.

—Sí, claro.

Los niños han estado con nosotros todo el día y no hemos tenido un momento a solas.

Lentamente levanta su mano para tomar mi rostro y mis ojos se cierran. Su toque es mágico.

—Necesito que sepas cuánto lamento cómo te traté en esa cena —susurra—. Se sigue repitiendo en mi cabeza.

Asiento.

—Lo sé.

Él niega con la cabeza.

—No sé qué me pasó. Simplemente manejé todo tan mal.

Lo miro mientras lucha con esta conversación.

—Lo sé.

Sus ojos buscan los míos.

—Mis hijos tienen que ser lo primero.

—Para mí también —susurro.

—Sus necesidades vendrán antes que las mías o las tuyas.

Nuestros ojos están cerrados y siento que estoy aceptando un trato aquí. Quiere que le asegure la felicidad de sus hijos. ¿Cómo se lo aseguro?

Bésame.

—Esto es más difícil de lo que debería ser —admite en voz baja—. No puedo pensar en nada más que en ti.

Me pasa el pulgar por el labio inferior.

—Prométeme. Prométeme que cuando nos desmoronemos, no los dejarás.

¿Por qué está tan seguro de que nos vamos a desmoronar?

Frunzo el ceño y asiento antes de poder detenerme.

—Prometo que tus hijos siempre serán lo primero.

Sus ojos se posan en mis labios y mi corazón comienza a acelerarse. En el momento justo, escuchamos a alguien bajar las escaleras y saltamos el uno del otro. Él va al refrigerador y saca una botella de vino como tapadera.

Moonie entra en la cocina.

—Vengan. Veamos la película. —Desaparece en la sala de estar y escucho a Jihan y a él hablar. Se sienten cómodos con sus nuevos pufs, acurrucados con sus mascotas.

Joshua se acerca detrás de mí y me rodea la cintura con sus brazos, tirando de mí hacia él agresivamente.

—Ve y ponte algo más suelto —susurra en mi oído. Mordisquea mi lóbulo y la piel se me eriza.

¿Qué? Santo cielo.

Entro en mi habitación y empiezo a revisar mi armario rápidamente. ¿Qué demonios? Ni siquiera sé qué debería ponerme.

Mierda. Pienso por un momento.

Lo tengo. Tengo algunas pijamas. Me quito la ropa interior y me pongo mi camisa de seda negro con el short amplio, junto con mi bata blanca para cubrirlo, y luego regreso a la sala. Mi corazón late rápido mientras mi adrenalina se apodera de mí.

Me va a tocar.

—Date prisa, Minnie —dice Jihan.

Entro a la sala de estar y encuentro a los niños en el suelo frente al televisor y a Joshua en un extremo del sofá. Acaricia el espacio junto a él mientras su lengua sale para mojar su labio inferior.

—Apaga la luz.

Joder, no hay un hombre más sexy en la tierra que él.

Apago la luz y me siento junto a él y enseguida cubre nuestros cuerpos con una cobija.

Sr hongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora