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Joshua

Un rastro de una sonrisa cruza mi rostro.

—No tengo idea de en quién estarías pensando.

Él se sienta en su taburete e inclina su vaso hacia mí

—Si estuvieras en una cita esta noche... —Se reacomoda y se baja el short—. ¿En quién estarías pensando?

Levantó las cejas. ¿A dónde va él con esto?

—Estaría pensando en la persona con la que estaba en una cita.

Él entrecierra los ojos, cuestionándome.

—¿De verdad?

Me muerdo el labio inferior para evitar sonreír.

—¿Y por qué te sorprende que preste toda mi atención a mis citas?

Apoya la mano debajo de la barbilla y me sonríe juguetonamente.

—No lo sé —suspira soñador—. Yo no pude hacerlo.

Nuestros ojos permanecen en el otro por demasiado tiempo. Él es suave, hermoso y juguetón, y sé que si me quedo aquí haré algo de lo que me arrepentiré más tarde. Algo que implica que él esté desnudo e inclinado sobre la encimera de la cocina, mientras me lo follo duro por detrás. Levantaría su pierna derecha para que descansara sobre el mostrador y me brindaría un mejor acceso.

Tengo una visión de él inclinado, desnudo y abierto... bien abierto.

Sus largas y hermosas piernas estarían extendidas para que me deleite con ellas.

No ha tenido relaciones sexuales durante doce meses. Imagina lo apretado que está.

Detente. Para ya con esta mierda.

Niego con la cabeza y me aclaro la garganta, disgustado hacia dónde van mis pensamientos.

—Joven Seokmin. —Me paró abruptamente, esperando que él no vea la carpa en la parte delantera de mis pantalones cortos—. Me voy a la cama.

Él salta y agarra mi mano.

—Vamos, vamos a bailar. La noche es joven.

—¡Vaya a dormir! —le ordenó.

—Oh... pero me caeré por las escaleras y me romperé la pierna. —Él pone una cara quejumbrosa. —Estoy demasiado cansado para caminar todo ese camino. ¿No puedo dormir aquí en este taburete?

—No. No puedes.

Agarro su mano.

—Ve a tu cama, ahora, por favor. —Lo conduzco por la casa y por el pasillo hasta su dormitorio. Mi corazón comienza a latir cada vez más rápido con cada paso que me acerca a su puerta.

—Joshua —ronronea juguetonamente detrás de mí.

—Señor Hong, para ti —espetó. Esto es demasiado familiar para mi gusto.

Su mano es pequeña y deliciosamente suave, tal como imagino que será su cuerpo.

Joder, detente.

—Señor Hong —repite con voz gruñona, imitándome.

Abro la puerta de su dormitorio y me recibe con su aroma. Un perfume de olor dulce llena mis fosas nasales y empiezo a escuchar los latidos de mi corazón latir en mis oídos mientras mi excitación comienza a tomar el control.

Sal de aquí.

¡Sal de aquí ahora!

Mi polla está ahora en toda su longitud y goteando. Su olor está a mi alrededor y necesito follarlo.

Sr hongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora