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Joshua

Me siento a la mesa y me froto la frente con los dedos, de un lado a otro.

Evita que él salga. Entra y discúlpate.

Estoy que ardo de furia y me siento mal.

Haz que se quede.

Cierro los ojos y exhalo un profundo suspiro, tragando el nudo en mi garganta. Un sentimiento desconocido de arrepentimiento se arremolina en mi pecho.

Si quiere salir con otra persona, es asunto suyo. Esta no es una relación seria, ¿por qué tengo esta maldita sensación que me revuelve el estómago de sólo pensar en él con otro hombre?

Para.

Me levanto para servirme un whisky y luego me siento en la mesa y tomo un sorbo. Quizás él no irá.

Sus palabras pasan por mi mente una y otra vez.

No necesito protección. Como tus hijos, quiero cariño y comprensión.

Les doy compasión a mis hijos. Entrego toda mi puta vida por mis hijos. ¿Quién es él para echarme la culpa cuando no sabe nada sobre nuestra situación?

Tomo un gran trago de mi whisky cuando sale cargando su maletita.

Dile que no se vaya.

Aprieto mis labios para no suplicarle en voz alta. Tomo un sorbo de whisky de nuevo con la pierna rebotando debajo de la mesa.

—¿Estás bien? —pregunta.

—¿Por qué no lo estaría?

—Bueno, estás bebiendo whisky a las diez de la mañana.

Se queda de pie y me mira por un momento.

—No quise sonar como si pensara que eres un mal padre. —Duda—. Eso no es lo que quise decir.

—Así es como sonó.

Toma asiento en la mesa frente a mí.

—Joshua. —Miro mi vaso en la mesa. —¿Me vas a mirar?

Arrastro mis ojos hacia los de él.

—Sé que no quieres una relación. —Aprieto la mandíbula. —No sé cómo crees que va a ir esto entre nosotros, pero anoche me hiciste enojar mucho. Realmente heriste mis sentimientos y me sorprendió porque no me lo esperaba. Me quedé completamente impresionado, tanto por cómo me trataste como por cómo me sentí.

Mi estómago se retuerce.

—Y no es una buena señal para mí sentirme lastimado por ti cuando ni siquiera estamos en una relación.

Su mirada sostiene la mía.

—Me dijiste que me protegiera de ti. —Doy un sorbo a mi whisky, una respuesta inteligente se me escapa. —Eso es lo que yo estoy haciendo.

—¿Saliendo con alguien más? —respondo.

Su mirada sostiene la mía.

—Sólo quiero un amigo en el que pueda confiar.

—Puedes confiar en mí

—No, no puedo. Me lo demostraste anoche.

—Anoche fue una excepción.

—Anoche fue nuestra primera cita, por el amor de Dios.

Aprieto los labios para no decir nada que me avergüence más. No le voy a rogar. Tengo una visión de él besando a otra persona y siento que mi temperatura aumenta. Me froto la mano por la barba con frustración. ¡Para! No practicas la monogamia.

Sr hongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora