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Joshua

La rabia resuena en mis oídos.

Él está aquí con alguien... ¿En una cita?

Su mano está en la parte baja de su espalda, y cuando dice algo, él le sonríe. Seokkie lleva un pequeño traje rojo que realza cada una de sus curvas.

Se ve comestible.

Aparto los ojos con enojo. No es de extrañar que tuviera tantas ganas de salir de casa.

Mi sangre empieza a hervir.

—¿Qué te pasa, Hong? —Hansol frunce el ceño—. Parece que acabas de ver un fantasma.

La adrenalina comienza a bombear a través de mí y una extraña quemadura de celos comienza a apoderarse de mí.

—Nada. —Miro a Seokmin al otro lado del salón y luego le doy la espalda.

—Voy a ofertar por el Panton —dice Hansol mientras hojea el programa—. Tengo otros dos de él en la casa de la playa.

—¿Cuánto vas a pagar? —Seungcheol pregunta mientras lee los listados.

—Verificaré primero lo que pagué por los últimos. —Saca su teléfono y comienza a revisar sus correos electrónicos.

Aprieto la mandíbula para evitar girarme para mirarlo.

—Seokmin está aquí —les digo en voz baja.

—¿Quién? —Hansol frunce el ceño.

—Mi niñero.

—Jesús. —Sonríe—. ¿Dónde?

—Del otro lado, el del traje rojo. Cabello ondulado y oscuro.

Hansol registra el lugar y luego suelta un silbido bajo.

—Jódeme, de verdad está muy bueno.

—¿Quién es hermoso? —Seungcheol pregunta, finalmente uniéndose a la conversación.

—El niñero de Hong está aquí.

—¿Dónde?

—Traje rojo, pelo ondulado. ¿Lo recuerdas del golf?

Él también mira al otro lado.

—Mierda, sí, hermoso.

—¿Qué está haciendo él? —pregunto con los dientes apretados.

—Está hablando con un chico, pero sigue mirando para acá —susurra Hansol.

Cierro los ojos e inhalo profundamente mientras trato de calmar mi corazón palpitante. No importa que él esté aquí con otro chico. Me importa un carajo, siempre y cuando él me dé lo que quiero.

Apuro mi vaso de whisky y mi corazón late con fuerza.

Seungcheol sonríe con aire de suficiencia.

—Mírate, Hong. ¿Estás jodidamente celoso?

—No seas estúpido —espeto.

—Sí que lo estás. Estás sudando. —Se ríe y le da un codazo a Hansol—. Hong ha hecho lo imposible.

—No lo he hecho —ladro.

—¿Joshua, puedo hablar contigo un momento, por favor? —Pregunta Seokkie, agarrándome del codo por detrás.

Me vuelvo hacia él y pierdo el control.

—¿Estás en una maldita cita? —gruño.

Los ojos de Seokkie se agrandan y mira a mis dos amigos, llenándose de vergüenza.

Sr hongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora