20. 👠.Una cenicienta en la oficina 👠
Capítulo 20.
La alarma de incendios del edificio la despertó poco después de las seis de la mañana, al parecer una chispa en un enchufe del primer piso había hecho saltar las alarmas.
Candy no supo qué debía coger en un momento así, de modo que, a toda prisa metió en la bolsa de deporte un par de trajes, el portátil, el móvil y corrió escaleras abajo, algo que iba a llevarle rato, dado que no funcionaba la electricidad y debía bajar los treinta y dos pisos a pie.
A la altura del décimo piso se encontró a Christian, que corría escaleras arriba para ir a buscarla.—¿Estás bien? —preguntó preocupado.
—Sí, estoy bien —sonrió— ¿qué ha pasado?
—Creo que la señora Defer intentaba darle volumen a su pelo metiendo los dedos en el enchufe... —bromeó.
La vecina del doceavo piso era alguien que entraba y salía continuamente y, desde que Candy vivía en Black Diamond nº2 se había topado con ella una docena de veces, en recepción, en el ascensor... Lo que más le llamaba la atención de aquella mujer era su pelo, una espesa, rizada y voluminosa mata de pelo gris ceniza que abultaba tanto como un peinado afro en su pequeña cabeza.
La broma de Chris fue graciosísima, no por la frase en sí, sino porque justo detrás de ellos estaba la vecina del doceavo piso, la señora Defer.
Esta los miró con desprecio y enfado, y bajó con paso rápido, pasando por al lado de ellos y soltando un ruido nasal que indicaba cuánto le había molestado la broma del recepcionista.Candy casi no podía parar de reír al ver la cara de Chris al verse descubierto, había empalidecido y tenía los ojos abiertos de par en par.
—No te rías... —murmuró entre dientes mientras la mujer se alejaba escaleras abajo.
—Es que estabas tan gracioso...
—Eres mala... —sonrió, quitándole de las manos la bolsa en la que Candy había metido sus cuatro pertenencias.
Pasaron tres horas en las que los vecinos estaban repartidos en la espaciosa recepción del edificio, preguntándose por la alarma mientras revisaban detenidamente en busca de la avería, pero debía ser un error, aparentemente todo estaba bien y pronto pudieron volver a sus casas.
En medio de la extraña mañana que estaba teniendo sonó su teléfono, un SMS de su jefe: «No olvides nuestra cita». De pronto se sintió inquieta, la palabra «Cita» tenía un significado especial para ella, la única vez en su vida que podía haber disfrutado de verdad de una cena con un chico, se había visto interrumpida por la misma persona con quien ahora tendría una.
Candy corrió al vestidor, pensando cómo ir vestida a la cena con terry , pero en vista de que nada le parecía apropiado decidió salir a comprar.
Rainbow Dream Dresses, era una tienda de ropa en la que básicamente todas las prendas eran azules, nunca entendió por qué se llamaba arcoíris si solo tenían ese color, a pesar de ello era una tienda barata y tenían bastante variedad.
Caminó entre percheros de suéteres, de pantalones y de faldas y llegó a la parte de los vestidos.
No hizo falta mirar mucho, casi en la segunda percha estaba el vestido que quería, uno normal, de tubo, con tirantes anchos que cubrían los hombros, la parte de la falda cubría sus rodillas y la parte del escote no llegaba a ser provocativo, algo más acorde a lo que había estado acostumbrada a vestir hasta casi un mes atrás.Tan pronto como salió de la tienda con su vestido en la bolsa pensó en buscar unos zapatos que fueran a juego. Extrañamente nunca antes le había gustado tanto ir de compras, aunque fuera sola.
Cruzaba un semáforo cuando vio a su jefe frente a ella, acercándose con paso firme y decidido. Los ojos de él se encontraron con los suyos casi al mismo tiempo que lo había visto y de pronto una sonrisa se dibujó en la cara de ambos. Ninguno esperaba encontrarse con el otro antes de su cita.
No se detuvieron, se miraron hasta que cada uno pasó por el lado del otro y se alejaron en direcciones opuestas.Terry no quería dejar pasar esa coincidencia como si nada, de modo que antes de que el semáforo volviera a ponerse en rojo dio la vuelta para darle alcance.
Ella no se había dado la vuelta ni una sola vez, por lo que no sabía que éste fuera tras ella.
Caminaron durante unos minutos uno tras otro, como si terry imitase lo que ella iba haciendo, de hecho, como por casualidad, ambos llevaban las bolsas en la mano derecha y caminaban con el mismo pie.—¿Te apetece desayunar conmigo? —preguntó a media voz en su oído, sobresaltándola.
—Oh, Dios, terry , ¡me has asustado? —él solo sonrió sin decir nada, esperando por su respuesta— ¿desayunar? ¡Terry ya es mediodía?
—No importa, hay gente que desayuna a esta hora... ¿quieres?
—¿Este desayuno anula la cita de la noche? —el tono extraño con el que ella lo había dicho pareció como si realmente fuera lo que quería y en ese momento se arrepintió de querer tomar algo con ella— ¡es broma? — sonrió— ¡Vayamos a desayunar?
Estaba sentados uno frente al otro en la cafetería y terry se mostraba curioso con lo que llevaba en la bolsa, desde su lado podía ver que era algo azul, pero no atinaba a adivinar qué.
Esa mañana también él había salido a comprar algo, una corbata.
Había mirado su veintena de trajes con su treintena de corbatas, pero no conseguía alguna que le gustase en ese momento, de modo que salió a por una nueva y acorde para la ocasión.
La calle de las tiendas exclusivas quedaba cerca de su piso, así que decidió ir andando, así no tendría problemas para aparcar, y como solo iba a por algo ligero tampoco tendría problemas con las pesadas y molestas bolsas.
Después de una hora en una tienda, en otra y en otra encontró la corbata perfecta para la ocasión, una azul cobalto con rombos a contraste en el centro, fina, elegante e ideal para esa cena.
Finalmente, sin poder reprimirse más, le preguntó por el contenido de la bolsa.—Un vestido —respondió ella— solo tengo trajes y ropa informal.
—¿Como la que llevabas en mi casa?
—Sí... en realidad el primer día fui vestida con traje, pero según los pronósticos no ibas a despertar en muchos días así que pensé que vestir cómoda sería lo más apropiado... para esta cena he comprado algo serio y elegante.
—¿Y te has comprado un vestido serio para ir a cenar conmigo? — ella asintió— Podías haber vestido como en tu cita con ese chico del restaurante, vaqueros ajustados, un suéter ancho y sexy... —sin querer empezó a molestarse, ¿Por qué con el chico de la vez anterior tenía que vestir cómoda y desenfadada y con él debía vestir tan seria y aburrida?
Estiró la mano y cogió la bolsa para mirar ese vestido que casualmente era del mismo color que su corbata.
Al sacarlo miró al frente, encontrándose con los ojos de ella y como un flash le vino a la mente la escena del vestuario, la imaginó quitándose la ropa que llevaba puesta para, a través de unas cortinas, ver como se vestía.—Te perdono porque hace juego con mi corbata —sonrió, tendiéndole la pequeña bolsa en la que llevaba su nueva adquisición.
Candy imitó a su jefe y sacó la prenda de su envoltorio para mirarla.
Pasaron cerca de dos horas en las que hablaron de todo en general, y sin que se dieran cuenta llegó la hora de comer. Terry se sentía tan a gusto con ella que no dudó en preguntarle si quería comer también con él, pero esta vez candy rechazó la propuesta, desayunar, comer y cenar con su jefe era demasiado, aunque se sintiera cómoda en su compañía.—Está bien... entonces nos vemos luego... tengo algo importante que decirte.
—¿Importante? ¿Qué es? —preguntó candy curiosa.
—No... —negó con la cabeza— luego te lo cuento. ¿Quedamos aquí a las ocho? —tendió la mano con una tarjetita de color negro mate con filigranas doradas y brillantes en los bordes.
—Está bien —sonrió— Solo dime... ¿Es bueno o es malo?
—Es bueno —rió— Nos vemos luego, cand.
Terry tocó su brazo como hacía con los socios con los que se reunía, dándole a esa «relación» un aspecto meramente laboral y acto seguido se marchó. Continuara...
Autor. Pilar parralejo
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una cenicienta en la oficina.
RomanceUna adaptación de candy y terry. La historia es de pilar parra lejo una linda historia, no tengo los derechos de la novela, ni de los personajes de candy y terry, pertenece a keiko nagarita, la historia esta adaptada. Sin fines de lucro, solo por en...