Una Cenicienta En La oficina, 59

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👠Una Cenicienta en la oficina👠

Capítulo 59 

Solo pasaron dos minutos hasta que se dio cuenta de lo que pasaba, aquella sonrisa triste, aquel beso en la mejilla y aquel suspiro no eran más que una despedida, candy ya no iba a volver y por un momento le entró pánico, sus pies se bloquearon, era como si su propio cuerpo se negase a moverse, pero alguien la nombró entre el gentío y todos los nervios que había estado acumulando esos segundos le hicieron reaccionar de pronto.

Corrió hacia la entrada, empujando a un lado a todos a su paso y cruzó las grandes puertas de cristal. En la barandilla que decoraba la fachada esperaba el corcel blanco al que habían decorado con una silla de tela granate y dorada. Desamarró el arnés y sin pensarlo subió al caballo, corriendo en la dirección en la que sabía que se había marchado la limusina que la había llevado a la fiesta.

Tan pronto como subió al coche sintió como todo se venía abajo y se desmoronó, empezando a llorar completamente desconsolada.
Se quitó los preciosos zapatos de cristales que terry le había regalado meses atrás y se abrazó a ellos, sintiendo que eran los últimos que le habían llevado con él.

Por suerte no tuvo que correr demasiado a lomos del animal, a solo cuatro manzanas estaba la carroza de Cenicienta, esperando en un semáforo para poder seguir su camino.
Hizo que el caballo se detuviese justo frente al coche y bajó, poniéndose de rodillas en el suelo sin pensarlo, dejándose llevar por su corazón.

—candy ... ¿Puedes salir? —ella lo miraba desde dentro, con la cara empapada en lágrimas, completamente sorprendida por verlo de rodillas en el suelo— por favor, necesito hablar contigo...

—¿No va a bajar? —preguntó el chofer.

—No, ¿Puedes arrancar?

—No, con el caballo ahí en medio no puedo...

Candy no dijo más, estaba tan asustada por eso que terry tenía que decirle que, con dificultad se deshizo del cancán y bajó del coche por la puerta opuesta en la que estaba terry , y sin dejar que dijera ni una palabra empezó a correr en dirección a su apartamento, huyendo de él.
El príncipe echó a correr detrás de ella sin pensarlo, pero el chofer llamó su atención, el caballo no podía quedarse solo en medio de la calle y estaban las pertenencias que ella había dejado ahí, el cancán y los preciosos zapatos de mariposas.

—Deshágase de eso —señaló el bulto que el hombre sujetaba en las manos— ¡Espere? —exclamó tan pronto como vio los zapatos— estos me los llevo.

Subió al caballo y galopó por la casi desierta acera hasta el Edificio B, donde devolvió el animal a su cuidador.

Entró en recepción con una expresión indescifrable y corrió hasta donde su padre y su madre bailaban.

—Papá, mamá, no voy a volver a la fiesta...

—Asegúrate de hacerlo bien —dijo su padre— esa chica...

—Tranquilo, esta vez lo haré bien.

Sin decir más se giró, apretando los zapatos en sus manos y salió, sabiendo perfectamente dónde ir y qué decir.

Cuando llegó a Black Diamond Chris estaba sentado en la silla tras el mostrador y, al verla entrar llorando y descalza. salió corriendo para ver si estaba bien, pero ella no respondió, solo llamó al ascensor y subió a su apartamento.

En vista de que ella no le había dicho nada supuso que su amiga sabría algo, de modo que llamó a susana , con la que había charlado varias veces mientras esperaba a candy en recepción pero ella no le dijo nada, a pesar de saber perfectamente lo que le pasaba.

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