Una Cenicienta En la Oficina. 32

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👠Una Cenicienta en la oficina👠

Capítulo 32 

Llevaban una semana juntos en su apartamento, rellenando informes, concretando citas, y extrañamente no se comportó como si quisiera ser su amigo sino con total seriedad, como su jefe. Por suerte, además, también respetaba sus horarios, nunca llegaba antes de las nueve de la mañana y nunca se iba después de las ocho de la tarde, algunos días incluso se había ido un par de horas, a la hora de comer, para reunirse con algunas de sus citas o simplemente para darle un respiro.

A ratos se sentía inquieta, aunque había puesto de su parte no había logrado sacarse de la cabeza la noche que durmieron juntos o el apasionado beso que se habían dado justo al despertar... temía que en cualquier momento intentase besarla de nuevo y ella no pudiera huir por culpa de la escayola, pero se comportó correctamente todos y cada uno de los días, como si lo de aquel día hubiera sido un sueño.

Al fin llegó el momento de quitarle el yeso, estaba harta de no poder mover la pierna, de los picores que el vendaje interno le producía, de no poderse mover como era debido, de no poder caminar...
Al llegar al hospital lo hizo sola, a pesar de haber escuchado a terry un centenar de veces diciendo que quería acompañarla. Aprovechó que tuvo que salir a una cita para coger un taxi y dirigirse a la clínica.
Entró a la consulta del médico y salió varios minutos después sin la molesta escayola. Al llegar a Black Diamond Chris se sorprendió al verla entrar a pie, completamente liberada de aquello de lo que tanto se quejaba, llegaba sin muletas y caminando despacio. Aun sentía cierto dolor, pero ya no era insoportable sino algo un poco más fuerte que una simple molestia, algo que no le impedía valerse por si misma.

—Pero bueno, ¿y esto? —preguntó el muchacho con expresión de sorpresa.

—Esto es que ¡Hoy me quitaban el armazón? —bromeó ella— he dejado las muletas en el lugar que me dijiste, así que no me preguntes por ellas —rió exagerada— por cierto... he pensado que voy a celebrarlo, esta noche estás invitado a cenar.

—¿Yo? ¿Por qué?

—Pues por haberme «vigilado» —hizo el gesto de las comillas con los dedos-las horas en que no estaba mi guardián...

—Solo intentaba cuidarte, seguro que tu guardián también pretendía lo mismo y puso como excusa traer la oficina a casa...

—Lo sé, él también está invitado a mi fiesta —sonrió mientras se alejaba hacia el ascensor.

Tan pronto como se sentó en el sofá después de haberse cambiado de ropa, sonó el timbre. Por la forma de llamar supo que era terry , dos toques cortos y uno largo. Sonrió, y poniéndose en pie caminó lentamente hasta la puerta. Sabía que se sorprendería, incluso que la regañaría por haber ido sin él, pero bastante le había incordiado, como para, además, hubiera tenido que dejar sus obligaciones para acompañarla.

Al abrir la puerta lo hizo con una sonrisa, y lo primero que hizo terry fue desviar su atención hacia esa pierna, que, a pesar del frío lucía descubierta.

—candy ... —empezó con el ceño fruncido, haciendo que ella sonriese— ¿Qué...?

—He aprovechado tu cita para ir a consulta...

—Te dije que quería ir contigo, que te llevaría yo.

—Lo sé, pero no quiero interferir en tu trabajo, has hecho mucho por mi...

El ejecutivo se agachó frente a ella y, colocando una mano detrás de su rodilla adelantó su pierna lo suficiente como para ver correctamente la zona.
Aún seguía un tanto amoratada, y el tobillo aún estaba un poco inflamado.

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