Una Cenicienta En la Oficina. 25

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👠Una Cenicienta en la oficina👠

Capítulo 25

La zona a la que Candy le había llevado no era, ni de lejos, parecido a lo que había estado imaginando durante toda la tarde, de hecho era un lugar bastante similar a donde él vivía.
La asistente llevó el coche a un área de aparcamientos exclusiva para los vecinos y aparcó en uno de los espaciosos huecos.

—¿Vives aquí? —preguntó incrédulo— en ¿Black Diamond número 2? —ella asintió con una sonrisa.

—Si, ya sabes que tu padre me obligó a cambiar de residencia si quería el aumento, de negarme tenía que dimitir...

—¿Puedo subir?

—Quieres asegurarte de que vivo aquí, ¿no es así? —sonrió, a lo que él asintió.

Por un momento dudó si dejarle subir o no. Invitar a su jefe a su apartamento no era algo que hubiera pensado en hacer cuando le conoció, ni siquiera imaginó que tendría que llevarle hasta la entrada, pero terry se adelantó hasta la recepción sin que le diera lugar a pensar en una excusa para que no subiera.

Al entrar en el edificio se encontró de frente con el chico que acompañaba a candy el día de la cena, este lo miró serio pero pronto desvió la mirada hacia su asistente, que venía detrás de él, su expresión seria se convirtió en una sonrisa. Ella tampoco dudó en sonreírle.

—¿Te traes el trabajo a casa? —preguntó Chris, mirando a terry de reojo con cierto aire provocador.

—Algo así... —respondió ella, empujando ligeramente a su jefe en un gesto simpático— ¿Otra jornada doble?

—No, esta vez llega tarde...

—Tendré que ponerle una reclamación para que te deje ir a casa a descansar...

Caminaron hasta el ascensor mientras el recepcionista cruzaba miradas envenenadas con terry .

El ascensor era espacioso, pero el ejecutivo se colocó al lado de ella, casi rozando su brazo para que el recepcionista lo viera bien desde donde estaba.
Pensando en que ese tipo podía verla cuando quisiera le hizo sentirse extraño. No eran celos, estaba seguro, él no la amaba, pero sin embargo le molestaba mucho, y le exasperaba aún más ver que eran tan amigables el uno con el otro.
Cuando el elevador se detuvo en el piso treinta y dos candy sonrió sutilmente, algo de lo que él se percató.

—Vale, me he excedido imaginando dónde debías vivir, pero he de decir a mi favor que ese callejón...

—Ya sabes donde vivo, y conoces a mi recepcionista... —dijo, insinuando que debía marcharse.

Le resultaba demasiado raro tener allí a terry , sobre todo después de haber salido de ese apartamento, completamente enfadada por ese incidente parisino que se negaba a volver a recordar.

—¿No me vas a dejar entrar? Tú has estado en mi apartamento...

Su propósito en ese momento no era ver la decoración del piso de candy , ni la distribución interior, en ese momento no pretendía descansar en el seguramente cómodo sofá, ni tratar sobre ningún informe o reunión.
Quería permanecer el tiempo suficiente como para que el tipo de la recepción olvidase cualquier intención que tuviese con ella, para que creyera que entre él y candy había algo más que una relación laboral.

Cuando candy abrió la puerta terry se sonrió internamente ¿Qué patrañas podría inventar para permanecer al menos una hora más ahí dentro?

—Te ofrecería algo de beber, terry pero yo no bebo... —se excusó tratando de que se marchase, pero en ese momento le supo mal intentar echarlo— ¿Quieres... quieres cenar algo? No tengo gran cosa pero si te apetece...

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