Una Cenicienta En la Oficina, 36

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N👠Una Cenicienta en la oficina👠

Capítulo 36 

Habían ultimado todo lo necesario para su segundo viaje a París y solo faltaban unas horas para su vuelo. Al igual que la vez anterior el vuelo era temprano por la mañana. Cuando llegó a casa después del trabajo terry llamó a su asistente, pese a saber que ella llevaba todo lo necesario para la reunión y que él también tenía una copia, usó esto como excusa para escucharla al otro lado del teléfono.

—Lo llevo todo...-respondió, sonriendo silenciosamente sabiendo que era un pretexto.

—Bien... también llevas...

—Déjame hacer el equipaje, ¿Quieres?, lo llevo todo, ¿Quieres venir a ver?

—¡Sí, quiero? ¿Puedo ir? —preguntó disimulando su impaciencia, aun a sabiendas de lo que ella iba a responderle.

—Buenas noches terry ...

Al cortar la llamada ambos sonrieron, él porque sabía que se estaba comportando como un crío, ella porque empezaba a adorar esa faceta tierna e infantil que le sacaba más de una sonrisa en una simple conversación telefónica.

Esta vez, en lugar de ir al aeropuerto por separado acordaron ir juntos, así que, como candy era la que vivía más lejos fue ella quien pasó a buscar a su jefe en coche.
Al entrar, terry fue directamente a la zona de facturación, pero candy , en lugar de acompañarle le dijo que esperaría en los asientos.

—¿No vas a facturar tu maleta? —preguntó dubitativo.

—No, ni hablar, a la vuelta del primer viaje mi equipaje terminó en Australia y tuve que llamar mil veces hasta que logré que me la enviasen de regreso, me llevó un mes y medio recuperarla. Pregunté las dimensiones para poderla llevar al asiento conmigo y está dentro del límite así que ¡Viene conmigo? —se agachó para abrazar la pequeña maleta— además también te ahorras el tener que esperar colas y después a que carguen los equipajes en la cinta...

Terry miró su mano, su bolsa de piel marrón medio desinflada, dudando por un momento si ahorrarse las colas de facturación y hacer como ella o si despreocuparse del equipaje.
Se sentó a su lado haciéndola sonreír con una expresión de conformidad.
El viaje fue infinitamente mejor que el anterior, un vuelo tranquilo, sin preguntas ni respuestas extrañas u ofensivas, sin compañeros de asiento ajenos a ellos, solo ellos, uno al lado del otro...

Al llegar a París era entrada la noche, cerca de las ocho y el taxi les llevó hasta el hotel donde debían hospedarse. Richard se había encargado de cambiar las dos suites individuales por una doble y al preguntar en recepción el tipo que les atendió no pudo ocultar lo que Granchester había hecho.

—Entonces por favor, cámbienosla por un dos individuales... —pidió terry con tono enfadado, nunca le gustaron los cambios de última hora ni que su padre obrara a su santa voluntad.
—No candy , —dijo la asistente¬— disculpe, la suite tiene un par de habitaciones, ¿Verdad? —preguntó amable y educada a lo que el francés asintió— bien, entonces no se preocupe, nos quedamos con ella —sonrió.
El hombre de la recepción hizo un gesto al botones para que arrastrase el carrito dónde estaba el equipaje de ambos.

—Vas a tener que dormir en la suite... a ti no te gustaba...

—No te preocupes, terry , sólo será esta noche, no voy a hacer un drama por ello.

Al abrir la puerta de la habitación candy se quedó petrificada, pese a no ser una suite extremadamente grande era preciosa.
Las habitaciones estaban una frente a la otra, igual que los cuartos de baño. Las paredes eran gris oscuro, los techos blancos, el suelo estaba enmoquetado en negro, con finas líneas plateadas y grandes ornamentos en morado. En frente había un sofá de piel blanco, una mesa ovalada de cristal delante, una ventana detrás y una lámpara a un lado.
Sin dudarlo corrió a la habitación de la izquierda para ver cómo era.
La cama era enorme, con un cobertor del mismo tono que el adorno de la moqueta, un mueblecito con una televisión plana y enorme y un cabecero con dos mesillas del mismo estilo que el sofá de fuera, la cortina dejaba entrever lo que había detrás.

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