Señor de la Luz

Capítulo veintiseis

Hadrian estaba cansado. No había podido dormir adecuadamente por todo el tema del heredero resonando en su cabeza. Se sentía idiota por no poder resolver lo que estaba pasando, y aún más por dejar que lo afectara tanto. Hogwarts lo miraba aún con más miedo que antes, pero no se atrevían a decirle o hacerle nada por miedo a que los petrificara si estaban muy cerca de él. La visión que le mostró Riddle lo dejó pensativo. Sabía que su alma gemela quería engañarlo, aunque no sabía con qué propósito, ni tampoco averiguaba todavía cómo era que podía lograr que el diario tuviera sus memorias y contestarle.

Su inteligencia era algo de lo que se enorgullecía, pero, por más inteligente que fuese, no quitaba que su falta de tiempo viviendo en el mundo mágico le jugara en contra. A pesar de estar bastante informado, aún había cosas que desconocía, y el diario, a pesar de ser un artefacto mágico, era uno cuyo propósito le era completamente ajeno. ¿Qué estaba pensando su alma gemela al crear algo así?

El tema del diario lo inquietaba profundamente, y más aún las imágenes mostradas. La apertura de la cámara fue algo que sucedió hace años, lo sabía gracias a las memorias, y también sabía que el jardinero fue inculpado por ello. Había pasado durante el tiempo en que Riddle estudiaba en Hogwarts, y no le cabía duda de que su alma era la culpable de las petrificaciones. Después de todo, él era el heredero de Sly.. therin.

Oh.

¡Hijo de puta!

Hadrian nunca había tenido tantas ganas de partir la mesa con el cráneo como en ese momento. ¿Cómo pudo haber sido tan estúpido? Las voces que solo él escuchaba tendrían que haber sido suficiente para saber que se trataba de algún tipo de serpiente, y había muy pocas capaces de causar tanto daño como la que estaba rondando por el colegio.

Pero, ¿una serpiente? Su mente se detuvo por un segundo. Si realmente era una serpiente, ¿cómo nadie la había visto antes? ¿Cómo algo tan grande podía desplazarse por el castillo sin ser detectado? Empezó a dudar. Tal vez estaba sobreestimando la capacidad del heredero. Quizás no era una serpiente. ¿Y si era otra criatura? Podría ser algún otro tipo de magia oscura o una criatura desconocida. Las opciones parecían infinitas y, por más que tratara de enfocarse, todo se enredaba más en su mente.

Caminó rápidamente hacia la biblioteca para investigar y corroborar su teoría, aunque una parte de él seguía insegura. ¿Realmente podía ser tan sencillo? Ignoró a todos a su alrededor, quienes se alejaban como si tuviera lepra, pero eso no le importaba en ese momento. La maldita criatura que su alma gemela había dejado suelta por la escuela le estaba dando dolores de cabeza, y se encargaría de deshacerse de ella, aunque fuese lo último que hiciera.

Pero entonces otra duda lo asaltó. Si era una serpiente, ¿por qué nadie había muerto? Su alma gemela no era misericordiosa. Las imágenes en el diario mostraban a alguien despiadado, calculador, que no dudaba en eliminar a quien se interpusiera en su camino. ¿Por qué solo había víctimas petrificadas? ¿Estaba apuntando a las personas equivocadas a propósito? ¿O tal vez todo esto era una distracción?

Se detuvo en seco antes de llegar a la biblioteca. ¿Y si estaba cometiendo un error? Su mente volvió al diario. La magia que lo rodeaba era compleja, pero no imposible de descifrar. Había algo que aún no encajaba. ¿Por qué una criatura tan peligrosa se usaría solo para petrificar? Su alma gemela claramente era más ambiciosa que eso. ¿Y si había algo más en juego, algo que él todavía no veía?

No importaba. Tenía que llegar al fondo de todo esto, y rápido.

Entró en la biblioteca y buscó rápidamente el libro que necesitaba, bajo la atenta mirada de la bibliotecaria, que lo observaba con ojos de halcón para asegurarse de que no dañara sus preciosos libros. Honestamente, ella amaba más los libros que a las personas. Hadrian la entendía completamente. Los libros no podían traicionarte. Los humanos sí.