Capitulo 24

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Anylen

La brisa chocaba con mi piel, la adrenalina recorría cada parte de mí. Mi cuerpo era tan ligero como una pluma, la pesadez de mi pecho desapareció al ver la maravilla a la que caíamos. Era una sensación nueva, como las que he experimentado en las últimas 24 horas.

Me sumergí en el agua, fría y pacífica. Mis pies fueron el impulso para salir a la superficie, nadé para un lado y miré a Thiago aventarse.

Cayó cerca de mí. Me acerqué. Me encontré con su mirada un tanto perdida hasta que se cruzó con mi rostro.

—¿Estas bien? —Preguntamos al mismo tiempo.

Ambos sonreímos como la primera vez que nos vimos, se acomodó su cabello para atrás, acercándose a mí, me tomó de la cintura y me atrajo hacia él, sus labios quedaron muy cerca de los míos.

—¿Quieres ser parte de mi vida?

Su pregunta me dejó con la boca entreabierta.

Sus ojos recorrían de arriba a abajo mi mirada y mis labios en busca de una respuesta.

Por todo mi cuerpo sentí la euforia deslizándose, varios golpes en el pecho y el latido de mi corazón desenfrenado. Ni la caía de hace unos segundos se sintió tan hermoso como lo que mi cuerpo me indicaba.

—Si —Sonreí deteniéndome en el azul de sus ojos.

Colocó sus manos en mí nuca, nuestros labios se unieron en un largo y profundo beso, mi cuerpo sintió un escalofrió que recorrió desde la punta de mi pie, hasta la punta de mi cabello, recordando lo de la noche anterior.

Me recargué sobre la enorme piedra cerca de la moto. Esperé a que Thiago fuera por nuestra ropa y zapatos. Nadamos hasta que el atardecer iluminó el cielo en tono naranja y rojizo.

Un maullido se escuchó cerca, empecé a buscar entre la maleza, las pequeñas piedras se clavaban en las plantas de mis pies, seguí el sonido hasta llegar a un árbol. Detrás de un pedazo de troco caído vi un par de ojos verdes y pelaje tan oscuro como la noche.

—¡Hola pequeño!

El gatito me miró por un segundo. Sus patitas iban a impulsarse para correr cuando lo agarré para acariciarlo. Su pelo áspero y las lagañas en sus ojos me decían no tenía familia.

—¡Any! —Escuché a lo lejos.

—¡Por aquí! —Grité mientras apachurraba al gato en mi pecho frio.

—¿Qué pas... —La voz de Thiago se escuchaba preocupada—. Un gato —Dijo más sosegado.

Traía puesta su playera y el pantalón de mezclilla, aun descalzo.

—¿No te gustan? —Pregunté acercándome a él.

Se encogió de hombros, me dio mi ropa y me quitó al gato acurrucándolo en su pecho para darle calor.

—Cuando era pequeño mi mamá adoptó un perro de la calle, ya era grande por lo que no duró mucho con nosotros y murió cuando salí de la primaria.

—¡Lo siento! —Me puse el pantalón con un saltito.

—¿Quieres que nos los quedemos? —Preguntó acariciando la cabeza del gatito mientras este le intentaba ronronear.

—¡Si!

Thiago respondió con una sonrisa, me regresó al gatito.

Puso su camisa sobre mi espalda, primero me ayudo a meter mi brazo en una manga y después el otro. Abrochó los dos botones de arriba sin dejar de mirarme, mis ojos traicioneros solo se enfocaron en sus labios.

Todas las flores tienen espinas. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora