Capitulo 19

44 7 7
                                    

Anylen

Después de que Thiago me preguntó sobre si me gustaría casarme guardé silencio.

Fue un día con varias emociones encontradas, desde la mañana que Diana me quitó mi lugar para bañarme, después los dedos de Thiago rozando mi espalda provocando que mi cuerpo temblara por dentro. Después de que subió el cierre quería decirle lo de aquella noche en el despacho para poder abalanzarme a sus brazos. No tuve el valor.

En el carro cuando tocó el tema de la natación y su frase de "Eres capaz de cruzar el mar entero y yo lo cruzaría a tu lado, sin pensarlo" el aire se me fue y mi corazón latía más rápido de lo normal, me quedé muda. Mis ojos no dejaron de ver sus labios eran tan perfectos que quería acercarme y probarlos nuevamente para por lo menos responder a todo lo que dijo y sellarlo con un beso. Deseaba decirle que lo quería, a pesar de eso las palabras no salieron de mi boca ni mi cuerpo respondía. Mi voz interna me decía que guardará silencio, que no cometiera los mismos errores que mi hermana.

«¿Por qué pasaría lo mismo? Si yo no era ella, Thiago no era su ex»

Cuando por fin mi cuerpo reaccionó para pronunciar una palabra, Diana nos interrumpió y nos fuimos a la ceremonia.

A pesar de que Thiago estaba a mi lado durante toda la misa no pude evitar dejar de pensar en él desde que lo conocí, los momentos en los cuales mi torpeza nos hizo pasar momentos de tensión, mis celos absurdos, las charlas profundas y las conexiones silenciosas me provocaban escalofrió en toda mi piel. En ocasiones lo volteaba a ver, cada día me parecía más guapo, el traje gris con camisa negra era el claro ejemplo de perfección, su cabello alborotado colocado por atrás de su oreja se veía más presentable que otros días y es que, aunque lo prefería rebelde me resultaba fascinante ver ese color azabache envuelto en gel.

—Este es el salón —Thiago abrió la puerta de mi lado.

No me di cuenta de que llegamos al salón. El camino se pasó demasiado rápido o tal vez fue la divagación de mis pensamientos.

—Si, lo siento —Bajé del auto—. Vengo un poco distraída.

—Eso no es raro en ti —Bromeó con una risa divertida.

—¡Oye! —Le di un ligero golpe con mi bolsa.

En la entrada nos daba la bienvenida un arco de rosas blancas y rojas, en medio del salón una amplia pista de baile, todo decorado de blanco con vino y flores en la parte central del techo colgaban en cadenas.

Mi hermana lucía más hermosa de lo normal, su vestido era entallado con pequeñas piedras cerca del escote y una cola semicircular, su cabello iba recogido de lado con unas pequeñas flores atoradas. Su rostro reflejaba demasiada felicidad, mi cuñado fue el mejor hombre que pudo encontrar. Se conocieron en el hospital donde hicieron su servicio, Beto adelantó materias y la carrera de Sam fue más corta, desde ahí no se separaron, era como si el destino los hubiera preparado para que estuvieran juntos en el momento exacto, no antes no después.

Tal vez papá abogó por ella en el cielo. Desde que él murió ella se hizo cargo de la casa y de la atención de Diana y mía. Simplemente se merecía lo mejor. Se esforzó tanto en su carrera y servicio que prácticamente ni dormía por estar al pendiente de nosotras e incluso de mamá.

Nuestro padre nos ha hecho demasiada falta. Sé que amaría que el estuviera con ella en estos momentos y fuese él quien la entregase en el altar, pero no está, solos nos queda pensar que está orgulloso y feliz de ella.

Thiago y yo compartimos mesa con mi mamá, mi hermana, mi sobrino, los papás de Beto y su hermano menor.

Después de que terminamos de comer Thiago me miró, no hablamos mucho por el ruido de la música y porque no dejaba de pensar en que era lo correcto. Me cuestionaba a mi misma el que fuéramos algo más que novios y viviéramos juntos, no sería buena idea, me estaba preguntando situaciones que aun ni se presentaban.

El Dj puso una canción lenta, Sam y Beto se pararon a bailar mirándose fijamente con sus sonrisas que se encontraban e irradiaban la misma cantidad de luz, amor y felicidad.

Más parejas se levantaron a bailar.

«Kiss me de Ed Sheeran»

—¿Quieres bailar? —Preguntó Thiago cerca de mi oído.

Sus labios cerca de mí me daban vida y a la vez la detenían, tomé un trago de la bebida que Diana me llevó ron o wiski no le puse atención que era.

—¡Si! —Sonreí con los nervios de punta.

Nos paramos sobre la pista. Mirándonos por un segundo que para mí fue una eternidad, su cabello azabache ya cubría parte de su rostro. Puse mis manos atrás de su nuca, las suyas se deslizaron a mi cintura como si supiera en el lugar exacto en que se encontraba, encajaban perfectamente.

Era inevitable dejar de verlo, sus ojos tormentosos como el cielo estaban clavados en mí, su mirada tan profunda era un reloj hipnotizador, pequeñas medallas brillosas que me hacían ver a través de él, podía ver su alma, lo que sentía... lo que sentía por mí.

Nuestros pies se acoplaron, iban de un lado a otro siguiendo el ritmo. Me jaló un poco más a él, nuestros labios pedían a gritos unirse, por fin lo entendí, no me haría daño, no se iría, él no. Quité mis manos de su nuca, las pasé a su espalda apoyando mi cabeza sobre su pecho, donde pudiera escuchar su corazón y saber si latía de la misma manera que el mío, sus brazos se entrelazaron sobre mi espalda apretando ligeramente. En ese momento sólo éramos él y yo, no existía nadie más, solo dos cuerpos siguiendo el compás de una hermosa canción que deseaba jamás acabase.

El silencio se apoderó del salón, la canción terminó y nosotros nos quedamos parados unos segundos. Mi cabeza aun pegada en su pecho y sus brazos cálidos envueltos en mi espalda me daban tranquilidad.

No sé en qué momento nos separamos y mucho menos cuánto tiempo pasó, simplemente estaba ahí ese hermoso silencio que nos unía, que nos unió desde aquella tarde en la playa cuando nuestras miradas se encontraban. Sin decir una sola palabra regresamos a nuestro lugar. Las frases pueden borrarse con el tiempo, pero el silencio es el perfecto lenguaje de las almas.

Me senté con la mirada en mi vestido, un tanto nerviosa, sin saber por dónde empezar o que decir...

—¿Estás bien? —Thiago acercó sus labios a mi oído y todo mi cuerpo tembló—. Desde la misa has estado muy callada, si es por algo que...

Se me erizo la piel, ya no estaba bien.

—No

Miré enfrente un par de chicas, amigas de mi hermana estaban viendo a Thiago, por estar distraída no me percaté de que tenía admiradoras, acerqué mi silla un poco más a la suya, él seguía mirándome.

—¿Entonces? —Puso su brazo en respaldo de mi silla y se acercó más a mí, para poder escucharme.

Ignoré a las chicas que lo miraban y me concentré en lo que diría, miré mis manos.

—He pensado en ti. —Vi su reacción hizo una sonrisa de lado sin dejar de verme mi mirada volvió a mis manos—. Bueno he pensado en todo lo que ha pasado desde que nos conocimos.

—¿Todo? —Preguntó curioso.

—Si, bueno —Tomé otro trago—. Es que hay algo que no recuerdas, la noche en la que estabas tomando en el despacho. —Tomé lo último de mi vaso.

—Lo recuerdo...

El eco de esas palabras resonó en mis tímpanos una y otra vez quedando atrapado. El alcohol me raspaba la garganta, sin poder evitarlo lo escupí en la cara de Diana, tapé mi boca con ambas manos, él dijo que se acordaba. Por el momento ese no era el problema, sino la cara furiosa de mi hermana que se paró en dirección al baño, sin voltear a ver a Thiago la seguí para disculparme y lavarme

Holaaa flores. Gracias por seguir leyendo. Me encanta leer sus comentarios

Todas las flores tienen espinas. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora