Capitulo 28.

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Thiago

—¿Te puedo decir algo? —Pregunté a mi pelirroja

—Sí —Me dio el casco.

—Tú con ese vestido arriba de la moto —Saqué el aire por la boca—. ¡Me encantas!, pero me distrae mucho —Emboné una sonrisa.

Toda su cara se puso colorada, ese color le quedaba tan bien.

Era la tentación personificada. Si existía una Diosa del fuego mi pelirroja le quitaría el lugar sin duda. Su belleza resaltaba con ese vestido verde fuerte, de caída circular en el que sus muslos sobresalían demasiado.

—¡Tranquilo! —Tomó mi mano—. La fiesta apenas inicia y en la casa nos espera esa caja intacta de preservativos.

Durante la semana Any durmió conmigo, no pasábamos de besos y caricias, no tocamos la caja que compré el martes. Esta noche me quería quedar en casa, pero ella insistió en venir a la fiesta. Sus intenciones eran claras, quería dejar en evidencia que ambos éramos novios, no le bastaba con que en la escuela la besara en el jardín, el salón y los casilleros.

—Solo te advierto que, si jugamos a la botella y me dan un minuto en el paraíso, no dudaré en llevarte a ese armario y hacerte mía.

—¿En un minuto? —Arqueó una ceja con una sonrisa burlona—. Porque no duramos un minuto.

—Nunca dije que respetaría el minuto —Sonreí mientras le robaba un beso en el pasillo, en donde también había unas cuantas parejitas.

—¡Esta canción me encanta! —Extendió una sonrisa de oreja a oreja jalándome adentro del departamento.

Estaba iniciando Give me everything de Ne—yo.

Buscó un hueco entre la multitud y se paró en medio de todos, cerró los ojos y movió ligeramente su cabeza. Sus manos parecían alas de un ángel que flotaban en el aire acoplándose perfectamente al ritmo. Me paré atrás de ella rozando ligeramente mis manos con su piel, sintiendo el aroma de su nuca. Su cabello se movía como el viento mueve las hojas en un día de otoño. Se giró para verme con una extensa sonrisa, acercando su rostro al mío sin hacer contacto, como si me retara a respetar el poco espacio que nos separaba.

Nuestras manos subían y bajaban a los lados, pasé mi cabello para atrás sintiendo la adrenalina de la música, no me había sentido tan bien.

—Bailas muy bien para ser un doctorcito —Any me gritó al oído para poder escucharla a través del sonido.

—Y tú igual, para ser una niña berrinchuda —Puso los ojos en blanco.

Un par de chicos con cigarros encendidos pasaron a un lado de nosotros, el humo se deslizó en medio de nuestros rostros. Any tapó su nariz con una mano.

—¿No te agrada el olor a cigarro? —El volumen de la música disminuyó.

—No, mi papá era el mejor hombre del mundo, pero su único defecto era su adicción al tabaco.

—Entonces si me hubieras conocido hace unos años —La jalé de la cintura, poniendo su nariz sobre mi pecho—. Te hubiese desagradado.

—Thiago —Se paró de puntillas acercando su boca a mi oído—. En ese entonces iba en la primaria.

—Tienes razón pelirroja —Se separó de mí y empezamos a reír—. Iré por unas bebidas —Antes de irme le di un beso en la frente.

En la barra algunas personas esperaban su bebida, me pasé para preparar el vodka con jugo de uva que tanto le gusta a mi pelirroja.

Todas las flores tienen espinas. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora