Capitulo 9

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Thiago

Me recargué en el respaldo de mi banca escuchando música en mis airpods y observando como Any leía un libro sobre su paleta. 

Sentí una mirada curiosa, dejé de ver a Any para encontrarme enfrente a Kenia.

«¿Qué carajo estás haciendo aquí?»

Por mañana salí con Any en la motocicleta y la dejamos. El día de ayer le llevaron su convertible. No le pregunté si se iría con nosotros, al igual que no le pregunté que Licenciatura estudiaría.

Me quité los airpods.

—¿Santhi? —Tenía la boca entreabierta—. ¿Qué haces aquí?

Any me volteó a ver desconcertada, cerré los ojos mientas respiraba profundamente, definitivamente Kenia vino a fregarme la vida.

—Buenos días —El profesor entró por la puerta y me salvó—. Señorita por favor tomé asiento

Kenia le pidió al chico que estaba a un lado de mí, que se fuera para atrás, el aceptó rápidamente y se cambió, ahora se encontraba a mi lado derecho.

—Se supone debes estar en el último año de Negocios Internaciones ¿No? —Kenia estaba de cuclillas a un lado mío mientas el profesor pasaba lista.

—Si —Susurré.

—Esto es psicología —Subió una ceja buscando una respuesta.

—Adelanté materias y quise cursar psicología —La verdad combinada de mentiras, si le decía que jamás curse esa Licenciatura le diría a mi padre y madre—. No les digas a mis padres —Terminé diciendo.

Asintió y se regresó a su lugar. Me tenía en sus manos.

Durante toda la clase intenté mantener la calma. La mirada pronunciada de Kenia no ayudaba en mucho.

—Jóvenes necesito que hagan una investigación sobre el padre de la Psicología Wilhelm Wundt con sus fuentes referenciadas en formato apa —Tomó su portafolio—. Debe de ser en parejas.

Any era la pareja perfecta para mí, juntos sacaríamos la mejor nota, estaba a punto de tocar su espalda hasta que Kenia se paró junto a mí. Volví a respirar hondo. Puso su cara cerca de mi rostro.

—Seremos pareja y no le diré a tus padres —Murmuró con una sonrisa extensa—. Te tienes que apiadar de mí, soy nueva.

Any se giró con esa linda sonrisa que me encanta y se esfumó al ver a Kenia cerca de mí, sus ojos se apagaron e hizo una mueca de lado antes de volver a ver al pizarrón

—Pero...

—Pero nada, lo bueno es que vivimos juntos —subió el tono de su voz—. Seremos un excelente equipo —Salió del salón.

Mis manos cubrieron mi rostro. Eso me pasaba por no decir la verdad. La presión de mi padre antes de entrar a la universidad era excesiva, la vez que le expliqué que quería estudiar Medicina, se río diciendo que no podía hacerlo. En mis manos caería el peso de la empresa y debía estudiar algo acuerdo a ello, en ese entonces no tenía una solución por eso guardé discreción de mis decisiones.

Debía contarle a Any mi problema. Quité las manos de mi rostro para encontrarme al tal Mateo de cuclillas enfrente de ella.

«Eres tan inoportuno imbécil»

—Entonces nos vemos hoy por la tarde —Le dio un beso en la mejilla antes de irse.

Apreté mis dientes sintiendo como mis venas se ponían rígidas, me puse los airpods para reproducir Numb de Linkin Park tomé mi mochila saliendo del salón con pasos rápidos dirigiéndome al gimnasio de la universidad para pegarle al saco de boxeo como en los viejos, pero muy viejos tiempos.

No cargaba los guantes, probablemente estaban guardados en una caja del garaje, vendé mis manos. Un golpe era por no saber decir no, otro golpe era por quedarme callado. Un golpe tras otro sin parar. Por nunca poder decir lo que pienso. Por mi padre que siempre va en contra de mis decisiones, porque nunca estuvo presente en los momentos importantes de mi vida. Por ver a mi madrastra como una segunda madre, aunque solo lo hago para satisfacer a mi padre. Por permitir que Kenia se viniera a mi casa. Por no tener el valor de ser sincero. Por estar enamorado de una chica a la cual no le podría decir mis sentimientos.

Me recargué en la pared, el sudor caía por todo mi cuerpo, mi pecho se movía rápidamente, mi boca se entreabrió para sacar una bocana de aire, mi alma había descansado.

Me senté sobre la moto recargándome en el volante.

—No entraste a las otras clases ¿Estas bien? —Se puso el casco—. Tienes el cabello mojado —Se subió y pasó sus manos por mi camisa hasta llegar a mi playera.

—Fui al gimnasio —Me puse el casco—. Después me di una ducha —Arranqué la moto.

Asintió sin decir nada, no me creyó. Seguía teniendo un mal concepto de mí y no entendía el porqué.

Busqué unas botellas de vino que llevaban años intactas. La marca por la cual debía estudiar. Empecé a tomar en salud a la gran familia que tuve. Después de un rato y unas botellas ya terminadas salí del despacho. Puse una botella sobre la mesa. La luz de la luna entraba por el ventanal. Algunas risas se escuchaban en el jardín. Sobre el pasto estaba sentada Any y Mateo, tenían unos libros al lado y una laptop sobre las piernas de la chica. Él la miraba con suma atención, era evidente que le gustaba. Ella lo miró por un segundo, esa acción hizo que mis pies me dirigieran hasta ellos. Era absurdo, apenas hace unos días la conocí, pero el tan solo ver que miraba y reía con otro me sacaba de mis estribos.

—Creo que ya es muy tarde ¿No? —Tensé la mandíbula—. El camino al pueblo es muy oscuro.

Any me volteó a ver, hizo una mueca de desagrado.

—Ya me iba —el tipo sonrió—. De hecho, solo estábamos platicando —se acercó a Any y le dio un beso en la mejilla—. Te veo mañana.

Cerré fuertemente mi puño al ver el contacto que ambos tenían, respiré hondo y mantuve la poca de cordura que aún me quedaba, ni yo le daba besos en la mejilla y este cabrón a cada rato.

El recordar que él la besó en la boca aquel día de la fiesta me provocaba insensatez. Solo quería que los labios de Any fueran míos.

La pelirroja empezó a recoger sus cosas, sin mirarme.

—¿Any?

—¿Por qué te comportas como si fueras mi padre? —Seguía sin mirarme, se escuchaba molesta.

—¿Qué? ¡No!

—No te entiendo ¿Sabes?, lo intento, pero no puedo —Tomó su mochila y la puso sobre su hombro, me miró a los ojos—. Sé que vivo en tu casa, pero no te da el derecho de cuidarme, pudimos ser pareja, pero tú estás con Kenia, déjame trabajar con Mateo y si algún día llegamos a ser algo más no es asunto tuyo,

Any pasó a un lado de mí, chocando con mi hombro, tenía ganas de detenerla como aquella noche, pero no podía, porque probablemente el que estuviera conmigo de la manera que deseaba no era buena idea, no quería hacerle daño o aún peor, no quería tenerla y después perderla.

Holaaa, muchas gracias por leer, dejen sus comentarios, me gusta verlos.

Todas las flores tienen espinas. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora