Capítulo 33

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Queridos cactus y coronas, este capitulo es la razón del porque empecé a escribir esta historia (la idea principal). Antes de que lo lean me gustaría que me contaran, si Thiago ya logró robarles el corazón. Tenemos escena spacy. No olviden dejar sus comentarios y votos.

Anylen.

La cara de Thiago fue invadida por un tono blanco. Me quedé inmóvil viendo el condón que tenía en sus manos, casi vacío. Busqué en el piso, no había liquido regado.

Cuando me di cuenta ya tenía la bermuda puesta y sus brazos se estiraban colocándose la playera.

Me paré atrás de él haciendo lo mismo, poniéndome el short y el top del traje de baño.

—Any iré al pueblo por una pastilla del día después —Su voz sonaba tensa —No te preocupes, con la pastilla no pasará a mayores —intentaba mantener la calma, pero apuesto que estaba igual o peor que yo—. Te veo un ratito —Me dio un ligero beso en los labios.

Ese preservativo lo agarré de la caja, lo eché en la bolsa de mi short, lo saqué del mismo lugar y se lo puse a Thiago, así que en ese trayecto no se pudo haber roto.

Me dirigí al área de la alberca tocando el dije del cactus que me regaló, como si me fuese a dar la calma que necesitaba.

Cerca de los camastros estaba parada Jimena, una chica bronceada de cabello corto que estuvo en mi ronda el día de la prueba de natación.

—¿Cómo estás Any? —Preguntó.

Intenté quitar de mis pensamientos lo que pasó minutos antes.

—Bien —Intente sonreír.

Pasó un chico con varias bebidas en una charola, ambas agarramos una.

—¿Estás nerviosa por los resultados? —Dio un trago mientras me miraba por arriba de su vaso.

—Un poco —Apreté ligeramente mi vaso con ambas manos, estaba emocionada por pertenecer al equipo—. Los resultados los darán hasta que regresemos.

—Tú ya tienes tu lugar, de nuestra ronda fuiste la mejor y no creo que en las rondas anteriores alguien más te haya superado.

Lo que dijo era verdad, de hecho, me tuve que quedar para que el profesor viera que mi tiempo era el mismo, por un momento pensó que pudo haber sido un error.

—Tú también hiciste un buen tiempo —Recordé que llegó en tercer lugar, atrás de una rubia—. Lo que cuenta es el tiempo.

Unos chicos pasaron por en medio de ambas, di un paso para atrás, quedando cerca de la orilla de la alberca, le sonreí tomando un trago.

Cerca de donde estábamos unos chicos cargaban a otro gritando, todos nos giramos y empezaron a hacer bulla hasta que lo lograron tirar a la alberca y empezaron a aplaudir.

Me giré para seguir platicando con Jimena, un chico pasó a golpear mi hombro, uno de mis pies se hizo para atrás y mi cuerpo se tambaleó a punto de caer. Sentí una mano agarrando mis muñecas, mientras mi bebida caía al piso. Mi pie se estabilizó, mis ojos recorrieron unas pantorrillas de tez blanca, subiendo a una bermuda caqui, unos brazos delgados con la división de cada músculo, una camisa azul cielo con tres botones desabrochados en la clavícula y al llegar a su rostro mi alma se congeló, sentí que el aliento se me iba, al ver que ese par de esmeraldas me observaban de par en par, no las había visto en más de tres años.

«Martin»

Sus labios iban articular alguna palabra, pero unas manos morenas, lo tomaron del brazo llevándoselo, no vi quien era solo me quedé tiesa en el mismo lugar, con la boca entreabierta.

Todas las flores tienen espinas. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora