ICHI

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Desde pequeña siempre me ha encantado la cultura japonesa: sus costumbres, sus pueblos, su comida... recuerdo pasar largas horas leyendo un montón de mangas o mirando animes. Y dentro de dos días mi sueño de conocer ese hermoso país se va a cumplir.

Vivo en Barcelona con mis dos mejores amigas: Adriana y Maylen. Nos conocemos desde la guardería y hemos luchado para mantenernos unidas hasta ahora. Adriana es catalana desde la raíz y digo esto porque Maylen y yo hemos nacido en esta tierra pero somos de padres latinos; Maylen es colombiana y yo soy dominicana. Adriana viene de una familia muy acomodada y nosotras de familias de clase media. Aun así desde que nos conocimos hemos estado juntas y hemos compartido muchos momentos.

Estamos las tres sentadas en el sofá viendo un documental de Japón. A mí me encanta ver documentales antes de viajar para poder estar informada y saber más o menos lo que me espera en ese lugar.

— Juliana esto es muy aburrido...

—Estoy contigo Maylen...—Adriana bosteza — ¿No es más emocionante llegar y ver por ti misma lo que te espera?

- Es importante estar informadas chicas...

- ¡Bah! - Maylen protesta - para mi es mejor llegar e ir a la aventura.

Ignoro a mis amigas y sigo viendo el documental. Cuanto más lo miro más me enamoro del lugar.

- ¿Quieres palomitas al menos? - Maylen me tira un cojín.

- Enserio no sé qué le ves a ese país... - Adriana achina los ojos - ¡Si los hombres son feísimos!

- ¿Acaso voy por los hombres? - me río

Tengo que reconocer que cada vez que leía un manga acababa enamorada del protagonista. Reconozco que amo las historias románticas y me encanta fantasear con ellas; aun con 20 años sigo leyendo y fantaseando con ellos. Este secreto solo lo saben mis dos mejores amigas. Sigo viendo el documental, esta vez sola, y me siento cada vez más emocionada. Maylen, antes de irse a su habitación, me ha traído un bol de palomitas; Adriana se ha ido a dar una ducha, seguro después se pondrá a hablar con su novio. Hablando de novios... que raro que Owen aun no me ha llamado.

Owen y yo nos hicimos muy amigos desde el primer día que nos conocimos. Él vino de cuba junto a su mamá; durante los meses de verano vivieron con unos familiares de su madre en un pueblo de Barcelona y luego se mudaron con su padrastro a nuestro pueblo. Nuestro pueblo se encuentra a una hora de Barcelona, allí viví desde mi nacimiento y me fui en cuanto acabé el bachillerato.

Volviendo a mi historia con Owen, él llegó cuando estábamos en cuarto de primaria y al principio era muy tímido. Morenito con ojos color aceituna, con un acento cubano muy marcado. Parecía tener mal carácter porque nos miraba a todos como si estuviese enfadado. A mí, y ya os imaginareis porque, me llamaron la atención sus ojos achinados, pero aun así no me acerqué a él hasta que mi madre me lo pidió.

No soy de esas típicas chicas creídas, os lo prometo; en realidad me da vergüenza conocer a gente nueva, aunque una vez las conozco se me pasa. Un día mientras íbamos al cole con mi mamá, coincidimos con él y la suya en el camino; mi madre empezó a hablar con la suya enseguida, nosotros tardamos un poco más.

A partir de ese día me convertí en su mejor amiga y le ayudé a que pudiera hacerse amigo de los chicos de la clase. Después de eso Owen empezó a ir más con los chicos y casi no estábamos juntos en el cole, aunque fuera de él nuestra amistad seguía siendo la misma.

Al pasar del tiempo nos fuimos haciendo mayores y nuestra amistad pasó al segundo nivel; nuestras madres ya apostaban por ello. En primer de bachiller, Owen se armó de valor y en una salida familiar, con flores en mano y un bonito collar, me pidió que fuera su novia. Y bueno, tres años después, aquí seguimos. Aunque Owen fue mi mejor amigo antes que mi novio, nunca le conté lo de mi obsesión con los japoneses, por ser cosas de chicas y porque no era algo que compartiéramos o tuviésemos en común.

Pensando en la ausencia de llamada por parte de mi novio, apago la tele y me levanto para irme a mi habitación. Me acuesto en la cama y justo cuando voy a cerrar mis ojos para ponerme a fantasear, Owen me llama.

- Buenas noches princesa.

- ¡Ojitos chinos! Pensaba que ya no me ibas a llamar...

- Sabes que no me puedo ir a dormir sin antes escuchar tu voz... ¿Estás preparada para tu viaje?

- ¡Sí! - no puedo evitar mostrar mi entusiasmo - ¡Estoy muy emocionada!

- No lo dudo, no has parado de hablarme de ese viaje - se ríe - no sabía que te gustara tanto ese país.

- Me encanta su cultura, la comida, sus paisajes...

- ¿Ya has visto algún documental?

- Creo que demasiados...

- Bueno así vas bien informada - hace una pausa - ¿Me echarás de menos?

- Mucho...

- ¿Es necesario que te vayas por dos meses?

- Ya sabes que no es solo por diversión...

- Como sea... pásatelo muy bien vale, quiero que cuando vuelvas me cuentes muchas cosas.

- Lo haré ojitos chinitos - bostezo - que descanses, te quiero.

- Yo también te quiero.

Antes de dormirme cojo uno de mis mangas y me sumerjo en su historia. A veces me desesperan porque los que son de género romántico muestran a la típica chica tonta que se enamora del chico malo, aunque en otros sucede al revés. Aun así esas historias "cliché" logran engancharme, haciéndome quedar largas horas despierta hasta que llego al final.

Alma Latina, Corazón Nipón (En Corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora