Capitulo 71

425 58 1
                                    

Jungwon te besó con una pasión arrebatadora, como si ese beso pudiera borrar lo ocurrido con Sunghoon, como si al poseerte de aquella manera, pudiera reclamarte completamente como suya. Te perdiste en el calor del momento, en el toque firme pero necesitado de Jungwon, mientras tu propia confusión y deseos se entrelazaban con los de él.
El beso era intenso, cargado de emociones que habian estado contenidas durante demasiado tiempo. Sentiste cómo te sostenia con fuerza, como si temiera que pudieras escaparte, como si intentara grabar su presencia en cada parte de tu ser. Y aunque sabe que lo que están haciendo está motivado tanto por el deseo como por los celos, no puedes evitar corresponder con la misma intensidad, permitiéndote finalmente ser arrastrada por el torbellino de emociones que Jungwon habia desatado.
La penumbra de la biblioteca los abrazó, aislándolos del resto del mundo, creando un ambiente cargado de anticipación. Jungwon mantenía su mirada fija en ti, sus ojos oscuros brillaban con una intensidad que enviaba un escalofrío por tu columna vertebral. Sentías cómo tu pulso se aceleraba, mientras su presencia se volvía aún más dominante.

—Aquí, estamos solos —murmuró Jungwon, su voz baja y seductora, cada palabra parecía acariciar tu piel — no hay distracciones, no hay nada que se interponga entre nosotros. Solo tú y yo.

Su mano se deslizó suavemente por tu cintura, enviando un cosquilleo que hizo que tu respiración se volviera entrecortada. Cada uno de sus movimientos era calculado, diseñado para hacerte sentir vulnerable y, al mismo tiempo, deseada. Sabía exactamente cómo jugar con tus emociones, cómo hacer que dudases de tus propios pensamientos, porque eso buscaba Jungwon, te había moldeado a su antojo.

—Jungwon... —intentaste hablar, pero tu voz se apagó cuando sus dedos rozaron la base de tu cuello. Tu mente se debatía entre resistirte o rendirte, pero la forma en que él te miraba, como si fueras lo único que importaba en el mundo, hacía que esa decisión fuera cada vez más difícil.
—Shh... —susurró él, llevando un dedo a tus labios para silenciarte — no necesitas decir nada. Déjame mostrarte lo que realmente quiero, lo que tú también deseas.

Jungwon se inclinó hacia ti, su aliento cálido rozando tu piel. La cercanía era electrizante, y podías sentir cómo se disipaba cualquier duda en tu mente. El deseo latente en sus ojos era innegable, y aunque sabías que ceder significaba entrar en un juego peligroso, parte de ti anhelaba sucumbir a esa tentación.

—Sé que lo sientes también —continuó Jungwon, su voz era un susurro cargado de promesas oscuras — esa chispa, esa conexión que ninguno de los dos puede ignorar. No luches contra ella, ___.

Mientras hablaba, sus dedos trazaron un camino descendente desde tu cuello hasta tu clavícula, jugando con los bordes de tu ropa. Cada toque era ligero, casi imperceptible, pero suficiente para que tu piel ardiera bajo su contacto. Lentamente, te acercó más a él, su cuerpo casi pegado al tuyo, y sentiste cómo el calor de su piel se filtraba a través de la poca distancia que quedaba entre ambos.
Sabías que estabas cruzando una línea, una que quizás no tendría retorno pero cuando Jungwon inclinó la cabeza y sus labios rozaron apenas tu oído, todas las advertencias en tu mente se desvanecieron.
Su susurro era tentador, casi hipnótico:

—Embriagate de mí, como si estuvieras fascinada...

Las sombras danzaban a su alrededor, intensificando la sensación de intimidad mientras la proximidad de Jungwon se volvía más opresiva y tentadora. Su sonrisa, aquella que siempre había sido cálida y encantadora, ahora tenía un filo peligroso, como si escondiera un deseo incontrolable, uno que estaba dispuesto a liberar.
Jungwon, no podía evitar sentirse atraído por la fragilidad de tus dudas y la promesa de poder sobre tus deseos más ocultos. Sabía que en el fondo, una parte de ti deseaba ceder, dejarte llevar por la intensidad de sus palabras y la suavidad de su toque. No necesitaba palabras para expresar lo que sentía; su cuerpo lo decía todo.

—No tienes que pensar demasiado en esto —murmuró Jungwon, su voz ahora más profunda, casi un ronroneo —. Solo déjate llevar... Confía en lo que sientes, en lo que ambos queremos.

Sus dedos rozaron tu mandíbula con una caricia ligera, bajando lentamente por tu cuello, provocando una oleada de calor que se extendió por tu cuerpo. Sus ojos no se apartaban de los tuyos, como si estuviera explorando cada rincón de tu mente, buscando ese rincón donde sabías que se escondían tus deseos más profundos.

—___ no tienes por qué resistirte a lo inevitable —susurró, acercándose aún más hasta que sus labios casi rozaron los tuyos — porque sabes que en el fondo, esto es lo que realmente deseas, lo que siempre has deseado.

La tensión entre ustedes dos se volvió insoportable, una energía que pulsaba constantemente. Lo correcto sería detenerlo, apartarte ¿pero realmente querías hacerlo?, la intensidad de su mirada, la calidez de su cuerpo contra el tuyo, hicieron que tu voluntad se tambaleara.
Jungwon no te dio más tiempo para pensar ya que, sin previo aviso, sus labios se encontraron con los tuyos, primero con suavidad, explorando cada parte de tu boca, y luego con una urgencia que te dejó sin aliento.
Había hambre en su beso, un deseo crudo y sin reservas, como si quisiera devorarte, poseerte completamente. Sus manos recorrieron tu cuerpo con una confianza peligrosa, apretando, trazando cada curva, cada rincón que había imaginado tantas veces en secreto.
Tus manos encontraron su camino hacia su cuello, aferrándote a él mientras el beso se volvía más profundo, más voraz. La calidez de su cuerpo te envolvía, haciendo que cada pensamiento coherente se desvaneciera en un mar de sensaciones.
Jungwon aprovechó ese momento de debilidad, sabiendo que estabas a punto de caer en su juego, de rendirte a la lujuria que él tan hábilmente avivaba.

—Sabía que lo querías —jadeó contra tus labios, sus ojos brillando con un deseo que parecía infinito — sabía que en el fondo, siempre serías mía.

Su voz, impregnada de lujuria, hizo que un estremecimiento recorriera tu espalda. La verdad en sus palabras era innegable, porque en ese momento, en esa penumbra cargada de tantas emociones, solo importaba una cosa: el deseo compartido entre ustedes, un deseo que ya no podías, ni querías reprimir.

𝕸𝖔𝖔𝖓𝖘𝖙𝖗𝖚𝖈𝖐 - 𝕰𝖓𝖍𝖞𝖕𝖊𝖓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora