Capítulo 74

404 51 4
                                    

El eco de la voz de Heeseung reverberó en la biblioteca, cortando el aire como un cuchillo afilado. Jungwon, completamente inmerso en su desenfreno, tardó un segundo en registrar la interrupción.
Sus ojos continuaban brillando con un rojo intenso, casi demoníaco, y su cuerpo aún temblaba con la adrenalina de haber cedido a su naturaleza más oscura. Pero las palabras de Heesung eran imposibles de ignorar, cómo un balde de agua fría, trayendo a Jungwon de regreso a la realidad. Su respiración era pesada y errática, y el instinto de continuar devorandote luchaba ferozmente contra la razón que intentaba resurgir en su mente.
Sin embargo, la influencia de Heeseung comenzó a calmar la tormenta dentro de él.
Al irrumpir en la biblioteca, golpeado por el aroma embriagante de tu sangre que impregnaba el aire, tan dulce y tentadora que le hizo estremecer, pero con una firmeza que le costó lo suyo, se obligó a contener la respiración, ignorando el tirón instintivo que lo llamaba a ceder ante la tentación. Sabía que algo grave había sucedido, y lo que menos necesitaba era sucumbir a la misma locura que había devorado a Jungwon

—¿Qué estás...? —Heesung se mostró en shock.
—Heesung... —Jungwon estaba igual que Heesung.
—¿Que le haz hecho Jungwon? —la voz de Heeseung era firme, un ancla que intentaba aferrarse a la cordura de su compañero. Sus ojos, oscuros y penetrantes, mostraban una mezcla de desaprobación y preocupación.

Heesung camino hacia ustedes con cautela, como si se acercara a una bestia herida.
Jungwon, con la respiración entrecortada, te observó tendida sobre el escritorio, tu cuerpo exhausto, vulnerable, inerte. Los rastros de sangre en tu cuello y los espasmos involuntarios le recordaron de inmediato lo que había hecho.
Un destello de culpa cruzó por su mirada, reemplazando brevemente el deseo salvaje que lo había consumido momentos antes. La realidad lo golpeó con fuerza: había lastimado a quien más quería proteger.

—No… —Jungwon murmuró retrocediendo un paso, sus manos temblaban mientras se alejaba de ti  — yo… No quise…

Heesung aprovechó aquel momento de vacilación para acercarse más, colocando una mano firme en el hombro de Jungwon, obligándolo a mirarlo a los ojos.

—Ya es suficiente, Jungwon, vas a matarla si sigues así —le dijo, su tono era severo pero con un matiz de comprensión.

Heesung sabía lo difícil que era para Jungwon contenerse, especialmente cuando su naturaleza vampírica y su papel como la reencarnación de la Lujuria se entrelazaban en un torbellino de deseos incontrolables, pero también sabía que su amigo debía aprender a dominar esa oscuridad, o de lo contrario, destruiría todo a su alrededor.
Los ojos de Jungwon parpadearon, el carmesí en ellos se desvaneció lentamente mientras la razón volvía a apoderarse de él. Sus manos, que aún temblaban, se alzaron para tocar tu rostro, temiendo que ella lo rechazara cuando recobrara la consciencia.

—Perdóname ___… —su voz se quebró, el arrepentimiento se filtró en cada palabra.

Heesung, aún sosteniéndolo firmemente por el hombro, lo apartó suavemente, tomando su lugar junto a tu cuerpo mal trecho. Te observó por un momento, asegurándose de que su condición no fuera demasiado grave y que tu pecho subía y bajaba con cada respiración estable pero debil, entonces Heesung volvió su atención hacia Jungwon.

—Necesitas irte de aquí —le ordenó Heesung, su voz era fría como el hielo — antes de que pierdas el control de nuevo, recupérate… Déjame ocuparme de esto.

Jungwon vaciló, su mirada fija en ti. La culpa comenzó a quemarlo por dentro, pero sabía que Heesung tenía razón. Si se quedaba, el monstruo dentro de él podría volver a emerger, y esta vez, quizás no habría vuelta atrás. Con un último vistazo lleno de dolor y arrepentimiento, Jungwon asintió débilmente e instantáneamente, desapareció de la biblioteca, dejando tras de sí un silencio abrumador.
Heeseung, ahora solo contigo, suspiró profundamente. Se inclinó sobre si, observando tu rostro más pálido de lo normal y las marcas en tu cuello. Con cuidado, deslizó su mano por tu mejilla, acariciándola suavemente en un intento de brindarte consuelo.

—No te preocupes… Estoy aquí —murmuró Heesung, su tono fué más suave, casi protector.
—¿Qué mierda le ha hecho Jungwon? —preguntó de repente Sunoo con un tono bajo, cargado de ira contenida.

Sunoo se presentó de repente en la biblioteca, con los ojos oscuros y la expresión tensa. La conexión de sangre que tenía contigo lo había alertado de que algo terrible estaba ocurriendo, y al ver tu estado, su rostro también mostró un shock que no pudo disimular. Sus labios se apretaron en una línea delgada mientras sus ojos analizaban cada detalle de la escena, desde las marcas en tu cuello hasta la respiración irregular que indicaba lo debilitada que estabas.
Sunoo se acercó a Heeseung, sin apartar la vista de ti, su furia era palpable en el aire, pero también una emanaba una preocupación que lo superaba todo. Su naturaleza calculadora le permitió mantener la calma en lugar de ceder a la rabia que sentía hacia Jungwon.

—Vete tú también y dile al idiota de Jungwon, que más tarde hablaré con él —dijo en voz baja — ahora mismo ___ necesita atención, me la llevaré.

Heesung asintió, reconociendo la gravedad de la situación. Sabía que Sunoo tenía razón, aunque no podía evitar sentirse frustrado, hundido en un abismo de preguntas.
El aroma de tu sangre todavía rondaba en su mente, cómo una droga que abría una puerta en sus sentidos, pero su autocontrol prevaleció. Se giró para salir de la biblioteca, consciente de que, aunque no entendía del todo la situación, debía confiar en Sunoo para cuidarte.
Sunoo, por su parte, se arrodilló junto a tu cuerpo convaleciente, su mirada se suavizó mientras te observaba con atención.
A pesar de su furia hacia Jungwon, tu bienestar era su prioridad. Te cargó en brazos y en un pestañeo se encontraron en tu habitación, te depositó sobre mullido colchón y se sentó a tu lado, mirándote de manera afligida.
Tu piel sudorosa, tu respiración lenta, tus párpados tensos, tus labios gélidos, las dolorosas marcas, todo aquello dolía dentro del corazón de Sunoo.

«Quizás todos tenían razón, debí haberte dejado descansar en paz»

Sunoo mostró sus colmillos y perforó la tersa piel de su muñeca derecha, provocando que un hilo de espesa sangre corriera hacia abajo. Colocó el brazo por encima de tu cabeza por apenas unos centímetros, apretando el puño para que la sangre saliera con más presión. Las gotas cayeron en tus labios tiñendolos, volviendolos extremadamente apetecibles.
Aún tu transformación no estaba del todo completa y era algo que sólo el sabia. Tu regeneración era lenta y compleja, y la manera de apresurar el proceso, era bebiendo su sangre

𝕸𝖔𝖔𝖓𝖘𝖙𝖗𝖚𝖈𝖐 - 𝕰𝖓𝖍𝖞𝖕𝖊𝖓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora