Capítulo 92

216 27 4
                                    

El aire en el bosque era denso, cargado de una humedad que parecía aplastar el pecho de Sunoo a cada paso que daba. El suelo bajo sus pies crujía, y las ramas y hojas secas se rompían como las esperanzas que alguna vez había tenido. Corría sin rumbo fijo, sin pensar en la dirección que tomaba, solo sabía que tenía que alejarse. De la mansión, de Jungwon, de la traición que aún latía dolorosamente en su pecho. Sus respiraciones eran erráticas, como si sus pulmones no pudieran tomar suficiente aire. El dolor, la traición, la impotencia lo consumían, pero sobre todo, lo que más lo destrozaba era tu pérdida absoluta.
Cada paso era una batalla contra el aire que lo rodeaba, tan pesado como el remordimiento que lo consumía. La noche era oscura, pero la luz de la luna roja, ya casi completa, bañaba el paisaje en un resplandor carmesí que hacía que todo se viera irreal, como un escenario de terror. El viento susurraba entre los árboles, pero las palabras que Sunoo escuchaba no eran las del viento, sino las de su propio corazón, clamando desesperadamente por algo que sabía que ya había perdido.
Sunoo cayó de rodillas en el claro, jadeando. El sudor cubría su rostro, mezclándose con las lágrimas que caían sin control. El aire se llenaba de la desesperación que brotaba de su pecho. Su mirada se dirigió al cielo, la luna roja en su fase final lo observaba como si se regodeara en su miseria.

-¡No! -gritó, su voz resonó como un trueno en el silencio de la noche - ¡no puede terminar así!.

Sus manos temblorosas se hundieron en la tierra húmeda mientras dejaba escapar un grito desgarrador, cargado de dolor y frustración.

-¡No puedo perderla! -sollozó, su voz quebrándose. Golpeó el suelo con fuerza, sus manos se hundieron en la tierra húmeda mientras gritaba de pura frustración y dolor.

Cada golpe que daba al suelo, cada puño cerrado, era una liberación física de la agonía que lo estaba destruyendo por dentro. Las ramas cercanas crujían y caían bajo su fuerza descontrolada, y las hojas danzaban en el aire, atrapadas en la ráfaga de su furia.
El bosque, antes pacífico, ahora parecía reflejar el caos interno de Sunoo, un caos que no tenía salida.

-¡Maldito seas Jungwon! -gritó, su voz cargada de odio - ¡maldito seas por lo que me has hecho, por lo que le has hecho a ella!

Pero el odio no podía ahogar el profundo dolor en su pecho. La imagen de tu rostro, tu risa, tus ojos brillantes, todo lo que eras, lo destrozaba aún más al saber que ya no existías tal y como te conocía. Ya no eras su ___, ya no podía salvarte.
El grito que lanzó fue tan desgarrador que las aves nocturnas volaron asustadas, alejándose del claro. Sus puños golpearon la tierra una y otra vez, hasta que sus nudillos quedaron ensangrentados y el dolor físico se sumó al emocional. Pero no importaba. Ninguna herida externa podía compararse con la sensación de haber perdido a la persona que más amaba.
Finalmente, cayó de espaldas sobre la tierra, quedándo tumbado en el suelo frío, su pecho subía y bajaba erráticamente, y sus ojos se perdieron en la luna. El cielo rojo reflejaba el infierno en el que estaba atrapado.
No podía dejar de llorar, las lágrimas no paraban, ni siquiera cuando su cuerpo ya no tenía fuerzas para más.

-Te amo, ___... -murmuró entre sollozos, su voz apenas un susurro en la fría noche - te amo tanto... Y no pude salvarte.

El llanto de Sunoo era desesperado, las lágrimas caían incesantes por sus mejillas, manchando su rostro de amargura. Sus hombros temblaban con cada sollozo, y su cuerpo, agotado por la lucha emocional y física.
Por un momento, todo quedó en silencio. Los árboles alrededor de él dejaron de crujir, el viento dejó de susurrar, y la única cosa que rompía el vacío era el suave jadeo de su respiración y el eco de su corazón roto.
Allí, en medio del bosque, Sunoo se sintió más solo que nunca. La soledad era palpable, envolviéndolo como una capa pesada que lo aplastaba sin piedad.
Su mente lo atormentaba, recreando una y otra vez los momentos que había compartido contigo, aquellos momentos en los que tu risa llenaba el aire, en los que tus ojos lo observaron con vida y amor. Ahora, todo eso parecía una fantasía distante, un recuerdo que lo consumía de tal manera que le costaba respirar.

𝕸𝖔𝖔𝖓𝖘𝖙𝖗𝖚𝖈𝖐 - 𝕰𝖓𝖍𝖞𝖕𝖊𝖓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora