Capítulo 73

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Jungwon dejó escapar un suspiro, uno que sonó más como un gruñido bajo y profundo, casi animal. Sus manos se deslizaron por tus costados, apretando con más firmeza, mientras su mirada no se apartaba de la tuya.
Inclinó su rostro hacia ti, capturando tus labios con los suyos en un beso cargado de hambre, de una necesidad tan intensa que era casi dolorosa. El monstruo en su interior rugía, desesperado por liberarse, y en ese momento, supiste que habías despertado algo que sería difícil de contener.
La intensidad en la biblioteca se había transformado en una vorágine de sensaciones, una tormenta de deseo y control al borde del colapso. Jungwon había mantenido su naturaleza vampírica enjaulada, pero esa lucha interna, esa contención, se estaba desmoronando. Sus labios en los tuyos eran un recordatorio de la bestia que acechaba en su interior, una que clamaba por liberarse, por tomar lo que deseaba sin restricciones.
El beso, inicialmente desesperado y hambriento, se volvió más feroz, casi salvaje. Jungwon apretó su agarre en tu cintura, tirándote hacia él con una fuerza que delataba el poder contenido bajo su piel. Podías sentir la energía oscura y peligrosa que emanaba de él, como si un fuego incontrolable estuviera a punto de consumirlo por completo. Su respiración se volvió más pesada, más irregular, y cada vez que sus labios se encontraban con los tuyos, sentías cómo su control se deslizaba un poco más.
Pero fue en un momento fugaz, en un segundo de debilidad, cuando viste algo cambiar en sus ojos. Esa chispa de control que tanto había luchado por mantener comenzó a apagarse, dando paso a algo mucho más oscuro y primitivo. Sus pupilas se dilataron, y el deseo en su mirada se transformó en algo mucho más peligroso, casi letal. Jungwon dejó de resistirse.
Con un gruñido profundo, lleno de un deseo desesperado, Jungwon rompió el beso y se separó por un instante, sus ojos brillando con una intensidad feroz. El silencio en la biblioteca era ensordecedor, roto solo por el sonido entrecortado de su respiración. Sus labios, entreabiertos, revelaban un destello de sus colmillos, y en ese momento, supiste que la lucha interna había terminado. El monstruo estaba libre.

—No puedo más… —susurró, su voz ronca y cargada de un deseo que parecía consumirlo desde dentro. No era una súplica, sino una declaración, una aceptación de lo inevitable.

Antes de que pudieras procesar lo que estaba sucediendo, Jungwon se abalanzó sobre ti con una rapidez sobrehumana, llevándote contra una de las estanterías de libros, deshaciendose de tus prendas, dejándote expuesta ante el brillo deleitado de sus ojos.
La insoportable fiebre se apoderó de el, su cuerpo se apretó contra el tuyo, y el peso de su deseo se hizo palpable. Sus manos, antes suaves, se volvieron más demandantes, recorriendo tu piel con una urgencia que dejaba claro que ya no había vuelta atrás.
Podías ver en sus ojos que ya no era solo el Jungwon que creías conocer; ahora, la bestia que había contenido durante tanto tiempo estaba al mando. Su respiración era errática, y cada exhalación era un recordatorio de lo cerca que estabas de ser devorada por la oscuridad que emanaba de él.

—Te advertí… —murmuró, su voz fué un susurro gutural mientras sus labios rozaban la línea de tu mandíbula, bajando lentamente hacia tu cuello — te advertí que esto no terminaría bien.

Su boca encontró tu cuello, y sentiste el suave roce de sus colmillos, enviando un escalofrío de anticipación por tu columna. Había algo en la forma en que sus labios se cernían sobre tu piel, algo que combinaba el deseo de poseer con una necesidad más oscura. Sabías que estaba al borde de dejar que su naturaleza vampírica tomara el control por completo.
El tiempo pareció detenerse mientras Jungwon luchaba con sus instintos. La bestia en su interior rugía, deseando hundir sus colmillos en tu carne, reclamarte de una vez por todas, pero en aquel momento, lo único que lo mantenía en una delgada línea era la lucha entre su deseo por ti y el terror de lastimarte.
Cerraste tus ojos, creyendo que devolverle el favor sería lo mejor. Una de tus manos se dirigió a la nuca del pelinegro, en la que trazaste patrones de tranquilidad.
Finalmente, con un gruñido bajo y cargado de frustración, Jungwon dejó escapar toda la contención. Su boca se cerró con fuerza sobre tu cuello, sus colmillos apenas rozando tu piel mientras inhalaba tu aroma de tu sangre con desesperación.
Su cuerpo tembló contra el tuyo, luchando por no sucumbir por completo. Sus colmillos, afilados y hambrientos rozaban tu piel con una amenaza latente. El leve contacto envió un escalofrío a través de tu cuerpo, y antes de que pudieras siquiera reaccionar, sentiste cómo su agarre en tu cintura se volvía más apremiante, casi desesperado. Jungwon respiraba con dificultad, su pecho subiendo y bajando a un ritmo frenético mientras sus ojos, oscurecidos por el deseo, se cerraban en un intento inútil de contenerse.
Con un gruñido profundo que resonó en su pecho, Jungwon se dejó llevar por su lado más oscuro. Sus labios se deslizaron por tu piel, besando con un hambre feroz, dejando marcas rojas en su camino. Su deseo era ahora indomable, y podías sentirlo en cada caricia, en cada movimiento de su cuerpo contra el tuyo.
La calidez de su cuerpo se transformó en un calor abrasador cuando finalmente cedió por completo a la lujuria que lo dominaba. Sin advertencia, sus colmillos se hundieron en tu piel, penetrando la suave carne de tu cuello. Un jadeo escapó de tus labios mientras la sensación de sus colmillos, afilados como cuchillas, te atravesaba. No era solo dolor lo que sentías; era una mezcla intoxicante de placer y agonía, una combinación que hacía que tu mente se nublara y tus sentidos se embotaran.
Jungwon te cargó en sus brazos, recargandote contra las estanterías, con ambas manos en tus muslos, permitiendose calmar su desesperante dolor dentro de ti, robandote más de un gemido, rogando que la humedad y el calor de tu paredes lograran calmarlo
Succionaba con anhelo, bebía de ti con una intensidad que dejaba claro que no se detendría hasta saciarse por completo. Sentías la vida misma siendo drenada de tu cuerpo, y aun así, había algo perversamente seductor en la manera en que te devoraba a la vez que te embestia a un ritmo descomunal. Cada latido de tu corazón, acelerado y caótico, lo incitaba aún más, avivando la furia de su deseo.
Su agarre en tus muslos se volvió doloroso, sus dedos clavándose en tu piel mientras su boca seguía succionando con voracidad. Estabas atrapada entre su cuerpo y la madera fría de la estantería, sin escape posible, sintiendo su polla entrar y salir freneticamente, dejándote la mente en blanco, la oscuridad que te envolvía tenía un atractivo adictivo.
Jungwon impulsado por sus instintos, reclamó cada centímetro de ti como suyo por derecho, pero no era solo deseo lo que lo impulsaba a tenerte lloriqueando y gimiendo su nombre, eran los celos, la furia incontrolable de saber que Sunghoon había tenido anticipadamente lo que él ansiaba, y ahora en aquel momento, Jungwon estaba decidido a borrar cualquier rastro de su rival.
Con un movimiento rápido, Jungwon te levantó te llevó hasta un escritorio cercano, tumbándote sobre el con un golpe sordo. Los libros que descansaban allí cayeron al suelo, pero ni tú ni él prestaron atención. Su única preocupación era saciarse de ti, y en ese momento, nada más importaba.
Se inclinó sobre ti aumentando el ritmo de tus embestidas, llevándote al límite, robándote todas las fuerzas que te quedaban, la respiración, las lágrimas de placer mezcladas con miedo al ver que no se desprendia de ti. Al final llegaste a la cúspide del placer, terminando completamente inconsciente.
Jungwon retiró sus colmillos de tu cuello, sus labios y mandíbula manchados de un rojo vibrante al igual que sus ojos, Jungwon se inclinó sobre ti, respirando pesadamente, y con una sonrisa que revelaba la ferocidad de su hambre, susurró:

—Eres mía, ___… Solo mía.

La sed se hizo presente con más necesidad, y Jungwon volvió a acercarse a tu cuello, pero antes de que pudiera siquiera respirarle cerca, alguien interrumpió en la biblioteca.

—Jungwon ya es suficiente...

𝕸𝖔𝖔𝖓𝖘𝖙𝖗𝖚𝖈𝖐 - 𝕰𝖓𝖍𝖞𝖕𝖊𝖓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora