Capítulo 90

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Jungwon estaba solo en la sala común, y el eco de sus pensamientos resonaba más fuerte que cualquier sonido en el ambiente. El fuego de la chimenea crepitaba suavemente, pero en lugar de calidez, la habitación parecía bañada en una frialdad lúgubre, como si la misma mansión estuviera al tanto de los horrores que él había desencadenado.
Sus ojos brillaban con una intensidad oscura, fijos en las llamas danzantes, aunque era evidente que su mente estaba muy lejos de allí. El brillo de las llamas reflejaba en sus pupilas dilatadas, mientras las estudiaba como si cada movimiento de las llamas tuviera un significado más profundo, más calculado, como si fueran un reflejo de todo lo que había hecho hasta ahora.

—El fuego siempre es tan impredecible, —susurró Jungwon para sí mismo, su voz apenas un murmullo que se perdió entre los chasquidos de la leña —. Destruye con tanta facilidad, consume todo lo que toca sin ningún remordimiento. Y lo mejor de todo es que, a pesar de lo devastador que puede ser, siempre resulta hipnótico. Nadie puede resistirse a observar cómo destruye.

Una sonrisa torcida comenzó a formarse en su rostro mientras inclinaba la cabeza ligeramente, mirando con desprecio el fuego, como si estuviera comparando su propio poder con el de las llamas. Su control sobre ti era el fuego, y mientras lo miraba, no podía evitar sentir una profunda satisfacción al ver cómo todo estaba saliendo según sus planes.

—___... —pronunció tu nombre con una mezcla de desprecio y deleite — tan fácil de manipular, tan susceptible a las palabras correctas, a las promesas de poder y seguridad ¿cómo no iban a caer todos en esto? Son tan previsibles, tan débiles...

La sonrisa en su rostro se amplió, y sus ojos se estrecharon mientras seguía observando las llamas.

—Sunoo... —rió con desprecio — ¿Realmente cree que puede salvarla? Es tan patético. Todo su amor, toda su devoción... No es más que debilidad. Se aferra a ella como si fuera su salvación, pero no se da cuenta de que ya no hay nada que salvar. Ya no queda nada de ella que no me pertenezca.

Su risa resonó en la habitación, una carcajada baja y oscura, llena de burla y arrogancia. Sabía que había ganado, sabía que tú ya estabas completamente bajo su control, y la desesperación de Sunoo no era más que un espectáculo ridículo para sus ojos.

—El pobre, arrastrándose por los pasillos, suplicando como un perro herido... —continuó Jungwon, con una malicia afilada en su voz — ¿que quiere lograr con eso? Nada. Ni siquiera puede acercarse a ella sin que lo rechace, es tan fácil hacer que alguien como ella vea lo que yo quiero que vea.

El tono de su voz se volvió más venenoso, más cruel, mientras hablaba de ti como si fueras una simple pieza en su juego.

—No entiende nada... —susurró, sus ojos brillaban con una intensidad perversa — ___ ya no es suya, jamás lo fue. Siempre fue mía, desde el principio. Él solo fue un obstáculo temporal, una pequeña molestia en el camino hacia lo que realmente importa.

Jungwon dejó escapar un suspiro de satisfacción, cruzando una pierna sobre la otra, recostándose en el sillón de cuero como si estuviera disfrutando de su propia grandeza. Para él, todo lo que estaba ocurriendo no era más que el resultado de su ingenio superior, de su capacidad para manipular a todos los que lo rodeaban.

—Y Niki... —continuó, riéndose de nuevo, con una risa burlona y fría — arrastrado por las emociones estúpidas de Sunoo ¿acaso piensa que está ayudando? ¿Piensa que puede marcar una diferencia? ¿No se da cuenta de que solo está cavando su propia tumba?

El desprecio en su voz era palpable. Para Jungwon, todos eran peones, piezas de un tablero que él había dispuesto con precisión. Cada movimiento que hacían estaba previsto, cada reacción calculada para llevarlos exactamente a donde él quería.

𝕸𝖔𝖔𝖓𝖘𝖙𝖗𝖚𝖈𝖐 - 𝕰𝖓𝖍𝖞𝖕𝖊𝖓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora