Capítulo 96

166 26 2
                                    

El choque metálico de las espadas reverberó en el aire, un sonido tan agudo y violento que parecía cortar la misma atmósfera a su alrededor. Sunoo y Jungwon estaban inmersos en un duelo mortal, una danza peligrosa donde cada movimiento, cada respiro, podía significar el fin.
Ambos se movían con una rapidez deslumbrante, sus pies apenas tocaban el suelo mientras el eco de las hojas secas bajo sus pisadas se perdía en la oscuridad de la noche. La luna llena, alta en el cielo, derramaba una luz fría que envolvía las ruinas y el lugar donde la batalla se libraba.
Sunoo jadeaba, el sudor cubría su frente, mezclándose con la sangre que ya manchaba sus ropas. La fatiga estaba empezando a hacer estragos en su cuerpo, pero no podía detenerse, no podía permitirse caer. Cada vez que sus brazos flaqueaban, que sus piernas temblaban, pensaba en ti, en la promesa que se había hecho de salvarte, de no dejar que cayeras otra vez en las garras de Jungwon. Era el único pensamiento que lo mantenía en pie, a pesar de las heridas que adornaban su cuerpo.
Jungwon, por otro lado, seguía atacando con la frialdad y precisión de un depredador. Sus ojos brillaban con una intensidad oscura, y la sonrisa torcida en su rostro era un reflejo claro del placer que sentía al ver cómo Sunoo luchaba desesperadamente por mantenerse en pie. Cada golpe que lanzaba iba cargado de la fuerza de su odio, pero también de su ego insaciable. Sabía que, a pesar de la resistencia de Sunoo, el desenlace estaba claro para él.

—Sigues intentándolo… —murmuró Jungwon, su voz resonaba como un trueno apagado — pero es inútil, Sunoo. Sabes que este es tu fin.

Sunoo no respondió, tenía energía para palabras, solo para su espada. Su mirada, sin embargo, no mostraba rendición, sino una determinación que sorprendía incluso a Jungwon.
Sunoo sabía que sus probabilidades eran mínimas, pero no podía permitirse perder. No por sí mismo, sino por ti
El duelo continuó, una batalla en la que el tiempo parecía haberse detenido. Cada segundo se sentía eterno, y la tensión en el aire era tan densa que podría cortarse con un cuchillo. La espada de Jungwon, oscura, se movía con una fluidez aterradora, cortando el aire y buscando la carne de Sunoo en cada movimiento. Su oponente bloqueaba sus ataques como podía, su espada vibraba cada vez que el acero de Jungwon chocaba contra ella, y cada choque lo dejaba más débil, más agotado.
Sunoo lanzó una estocada hacia Jungwon, poniendo todo su peso en el movimiento. Pero el más listo lo vio venir, y con una velocidad deslumbrante, giró su espada y desvió el ataque. En un movimiento fluido, se lanzó hacia Sunoo, y la espada oscura cortó el aire, rozando su costado. El dolor fue instantáneo, un dolor agudo que hizo que Sunoo se tambaleara, su mano se aferró a la herida, pero no dejó caer la espada.

—Eres más resistente de lo que esperaba —murmuró Jungwon, con una sonrisa burlona mientras observaba cómo la sangre goteaba del cuerpo de Sunoo — pero eso no te salvará.

Sunoo jadeó, con los ojos entrecerrados. Sentía que su visión comenzaba a nublarse, pero aún podía ver la figura de Jungwon, moviéndose con aquella arrogancia que lo enfermaba.

—No… —murmuró Sunoo, con la voz temblorosa, pero firme — no dejaré que ganes.

El dolor en su costado se sentía insoportable, pero había algo más grande que su propio sufrimiento. Tu rostro seguía apareciendo en su mente, tu risa, tu voz, todo lo que habías sido antes de que Jungwon te pusiera las manos encima. Era por ti que seguía luchando, era por ti que no podía detenerse.
Jungwon atacó de nuevo, su espada cortó la nada con un silbido mortal. Sunoo bloqueó a duras penas, pero el impacto lo hizo retroceder unos pasos, y cayó de rodillas. El mundo a su alrededor parecía desvanecerse, pero en su ment, tu voz seguía gritando, pidiendo ayuda.

—Te mataré ahora, Sunoo —dijo Jungwon, levantando su espada para el golpe final — es hora de que aceptes tu derrota.

Pero justo cuando Jungwon estaba a punto de lanzar el golpe final, Sunoo rodó hacia un lado, esquivando el ataque por centímetros. El suelo bajo ellos se estremeció con la fuerza del golpe, y Sunoo, usando las pocas fuerzas que le quedaban, se levantó de nuevo.
Sus piernas temblaban y sus brazos dolían, pero se negaba a caer.
Mientras tanto, Heesung estaba al borde de la desesperación. Seguías inconsciente, atrapada en tu propio mundo, lejos de su alcance, en un lugar muy profundo de tu mente. Heesung cerró los ojos con fuerza, concentrándose, tratando de penetrar en tu mente, de romper la barrera que te mantenía dormida. Pero cada intento era como golpear una pared de acero.

𝕸𝖔𝖔𝖓𝖘𝖙𝖗𝖚𝖈𝖐 - 𝕰𝖓𝖍𝖞𝖕𝖊𝖓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora