☆ Capítulo 13

68 6 1
                                    

–Entonces, ¿estás diciendo que, después de esas dos semanas de acosos diarios, Hyunjin al fin ha decidido dejarte en paz? –pregunta Hannah antes de beber un poco de su refresco. Estamos comiendo en su oficina, esto se ha vuelto una especie de rutina durante los últimos días.

–No lo sé, eso parece. Ha pasado una semana desde la última vez que se apareció por aquí. Y su último mensaje fue hace dos o tres días.

–Entiendo. Probablemente lo haya hecho entonces. Supongo que eso es bueno, ¿cierto? Dijiste que no planeabas estar de nuevo con él.

–Por supuesto que es bueno, y no mentí Hannah. Tú sabes que Hyunjin fue muy importante para mí, pero realmente he perdido todo el amor que le tenía.

–Me da gusto saberlo. El tipo es un imbécil.

Ambos reímos mientras recogemos un poco el escritorio y tiramos los empaques vacíos a la basura. Minho entra en ese momento. No me habla, en realidad no habla para nada, pero me mira durante un par de segundos antes de sonreírme de una manera tan preciosa que probablemente le haya hecho a mi corazón saltarse un par de latidos.

°
°

Después de una mañana bastante ajetreada, al fin logro tomarme un pequeño descanso. Me recargo de la barra donde se sirven las bebidas y observo un poco a mi alrededor. Los domingos suelen ser así, sobre todo por las mañanas y la hora de la comida. El ambiente es tan agradable que muchas familias deciden pasarse por aquí para disfrutar de un buen momento al lado de sus seres queridos. En ocasiones incluso hemos tenido que rechazar a un par de clientes debido a la falta de mesas disponibles. Las tardes sin embargo suelen ser más tranquilas, es por eso que nunca hace falta más que uno de nosotros para quedarse hasta el cierre. Por fortuna hoy mi turno termina a las 4, en unos minutos.

Después de cambiarme el uniforme y guardar mis cosas, camino a la oficina para despedirme de Hannah. La puerta está abierta, siempre lo está. Simplemente toco un par de veces para llamar su atención. Está sentada frente a su escritorio al parecer explicando un par de cosas a Changbin, algo sobre inventarios a lo que no le presto demasiada atención.

–Oh, Minnie. ¿Te vas?

–Son más de las 4.

–¿En serio? –saca su teléfono de algún lugar escondido de su bolso y frunce un poco el ceño al darse cuenta que no miento–. Rayos, y yo que pensaba salir temprano hoy. Como sea. Te llamaré más tarde, recuerda que prometiste acompañarme a la galería mañana.

–Lo sé, Hannah. Llevas toda la semana hablando sobre eso. ¿Cómo podría olvidarlo? –me acerco a ella para besar sus mejillas a manera de despedida–. Hablamos más tarde.

–De acuerdo. Envíame un texto cuando llegues a casa.

Me despido también de Changbin y salgo del restaurante. Me sorprende encontrar a Minho recargado a un lado de la puerta trasera.

–Hola –me saluda cuando me recargo a su lado.

–Hola –respondo de manera tímida. ¿Por qué últimamente me siento tan tímido a su alrededor?

–¿Te vas a casa?

–Si –respondo en voz baja. Siento el peso de su mirada sobre mí, pero mantengo la mía al frente–. Tal vez debería irme ahora.

–Tal vez –dice de vuelta–. O podrías venir conmigo.

–¿Qué? –pregunto ya que realmente no sé si le he escuchado bien.

–Hannah me ha pedido que recoja algunos papeles de su casa. Puedes venir conmigo y después te llevo a tu departamento.

–Eh... si... seguro –podría abofetearme ahora mismo por casi tartamudear–. Por supuesto –confirmo como si las dos confirmaciones anteriores no fueran suficientes.

–Perfecto –sonríe de esa manera tan malditamente perfecta que siento que estoy a punto de tirarme al piso y rogarle que siga sonriendo así durante toda la vida–. Mi auto está de este lado.

Camino a su lado hacia su auto estacionado a un costado del restaurante. Abre la puerta para mí y no puedo evitar sonrojarme un poco. Mientras da la vuelta para subir por el lado del conductor intento regular un poco mis latidos y golpear mis mejillas en un intento por calmarme. De alguna manera las palabras que me dijo aquella noche en el bar siguen repitiéndose una y otra vez en mi mente cada vez que lo tengo cerca.

El camino es silencioso excepto por la música que se reproduce en un volumen lo suficientemente bajo para hacerme sentir estúpido. Ni siquiera puedo mirarlo, no directamente, lo hago cada algunos minutos, cuando parece no darse cuenta. Se mantiene concentrado en la conducción, tarareando alguna canción que no logro reconocer y con la sonrisa que parece no querer dejar su rostro ni por un segundo. No puedo evitar mirar la manera en que las venas de sus manos se marcan mientras sostiene el volante. ¡Rayos! De repente me siento un poco... acalorado.

–Seungmin –dice, sacándome de mi aturdimiento momentáneo–, no hagas eso –aparto la mirada de sus manos para mirarlo a los ojos, un poco confundido. Casi puedo verlo en cámara lenta cuando acerca una de sus manos a mi rostro, me toca el labio inferior con su pulgar de manera suave y muy lenta, su voz parece más ronca cuando habla de nuevo–. Te vas a hacer daño.

Entonces lo entiendo. No sé durante cuanto tiempo he mantenido a mi labio inferior siendo prisionero de mis dientes. Probablemente mucho, ya que lo siento doler un poco cuando al fin lo libero. ¡Maldita sea! Puedo sentir el rubor cubrir todo mi rostro y llegar hasta mis orejas.

Aleja su mano de nuevo y de repente quiero pedirle que la vuelva a acercar. Se recarga algunos segundos en su asiento y se aclara la garganta antes de hablar de nuevo.

–Hemos llegado –entonces parece que mi cerebro comienza a funcionar de nuevo. Miro a mi alrededor y me doy cuenta que tiene razón. La casa de Hannah se levanta frente a nosotros. Antes de terminar de reaccionar correctamente, Minho se baja del auto y en pocos segundos lo tengo frente a mi, abriéndome la puerta y ofreciéndome su mano para ayudarme a bajar. Agradezco al cielo que al menos soy lo suficientemente consciente de quitarme el cinturón de seguridad antes de tomar su mano.

Ni siquiera toca la puerta o toca el timbre de la casa. Simplemente saca una llave del bolsillo de su pantalón y abre la puerta por si mismo.

–Los padres de Hannah no están –dice cuando caminamos a través de la sala–. Por eso me ha dado su llave.

Me quedo en medio de la sala mientras Minho busca lo que sea que Hannah le haya pedido recoger. De pronto me siento un poco nostálgico. Cuando Hannah y yo apenas eramos estudiantes de preparatoria solía pasar mucho tiempo en esta casa. Sus padres viajaban con frecuencia en ese tiempo y con Christopher en la universidad ella pasaba algunas temporadas sola en este lugar tan grande. Hubo muchas pijamadas y maratones de películas de terror entre ella y yo.

–Listo –la voz de Minho me saca de mi nube de recuerdos–. ¿Vamos?

Mientras nos dirigimos a mi departamento, Minho hace algunas preguntas. Cosas simples que me permiten relajarme y olvidarme del momento bochornoso de hace algunos momentos. Pregunta por mi color favorito y digo morado de manera inmediata. Pregunta si me gusta el café y digo que el café es mi vida. Pregunta sobre mis padres, sobre mis amigos y sobre mi vida fuera del restaurante. Hasta yo me doy cuenta de lo aburrido que parezco con cada respuesta, pero él parece realmente interesado en cada una de ellas.

Antes de terminar de desabrochar mi cinturón, Minho ya se encuentra de nuevo abriéndome la puerta. Se queda de pie frente a mi cuando he terminado de bajar. Me mira durante algunos segundos antes de acercar de nuevo su mano. La presiona con suavidad sobre mi mejilla y un nuevo brillo aparece en sus ojos.

–Descansa, Seungmin –dice antes de acercarse lo suficiente para dejarme un beso en la frente.

A true love for MinnieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora