☆ Capitulo 4

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El camino a casa es silencioso, aún no me he atrevido a decir nada y él tampoco. Realmente me siento sofocado en este momento. ¿Preguntarle sobre el clima será una buena idea para comenzar una conversación? Creo que debería empezar a buscar en internet ideas sobre cómo salir de situaciones tan incómodas, porque presiento que esto será bastante común de ahora en adelante. De paso podría revisar igual sobre las mejores excusas para librarse de salidas no deseadas. ¿Debería googlear un poco sobre empleos nuevos?

–Seungmin –dice de pronto sacándome de mis nada complicados pensamientos.

No me atrevo a mirarlo, pero hago un ruido extraño para que sepa que le estoy escuchando. Últimamente todo lo que sale de mis labios parece extraño cuando estoy cerca de él.

–¿Quieres hablar sobre... eso?

Supongo que no se refiere al clima, a menos que haya leído mis pensamientos en algún momento. Así que suspiro pesadamente mientras le respondo en apenas un susurro.

–Definitivamente no.

–Lo entiendo. Pero en algún momento deberíamos hacerlo –dice mientras se detiene en un semáforo en rojo, pero continúa al no recibir respuesta de mi parte–. De acuerdo. Entonces hablemos de algo más.

–De acuerdo. ¿De qué quieres hablar?

–Mmmm –piensa unos segundos antes de responder, mientras pone el auto en marcha de nuevo–. El clima es agradable, ¿no lo crees?

Sin poderlo evitar suelto una risa un poco escandalosa que parece sorprenderlo, porque creo escuchar una maldición envuelta en un susurro.

–¿Me estás bromeando?

–¿Qué? –pregunta un poco confundido.

–¿De verdad quieres hablar del clima?

Ahora si me atrevo a mirarlo, olvidándome por un momento de la incomodidad que sentía hasta hace unos minutos. Él me mira por un largo segundo antes de dirigir su vista de nuevo al camino, pero lo veo sonreír. Si, esa misma sonrisa.

–Bueno, una vez leí en internet que hablar del clima siempre es una buena salida cuando no tienes idea sobre que otra cosa hablar.

Ambos reímos. De verdad estoy considerando que haya podido leer mis pensamientos. O tal vez es que yo estaba pensando en voz alta. Mi mente empieza a divagar de nuevo, pero él no le da mucho tiempo antes de volver a hablar.

Ahora que la incomodidad se ha marchado por completo, ambos parecemos más relajados e incluso la conversación resulta bastante agradable.

–Entonces –dice cuando al fin nos hemos detenido frente a mi departamento–, ¿qué piensas hacer más adelante? Es decir, no creo que pienses quedarte toda la vida siendo mesero. ¿O acaso ese es tu sueño?

Sonrío de nuevo, ni siquiera puedo contar las veces que lo he hecho en los últimos minutos. Pienso un momento sobre sus palabras.

–Bueno, en realidad siempre quise ir a la universidad y estudiar psicología. Incluso di el examen en cuanto terminé el instituto, pero de alguna manera no pude quedar. Supongo que en algún momento me olvidé de eso.

–¿Cuántos años tienes, Seungmin?

–En un par de meses cumpliré 25.

–¿Septiembre?

–Si, el 22. ¿Y tú?

–El 3 de octubre cumpliré 30.

–Eres más joven de lo que pensaba.

–¿Acaso estás insinuando que parezco un anciano?

–¡Dios, no!

Por un momento pienso que tal vez mi comentario le habrá ofendido, pero entonces lo escucho reír y puedo relajarme de nuevo.

–Me refiero a que eres demasiado joven para lo que has logrado. El restaurante es todo un éxito y estoy seguro que todo se debe a ti.

–Gracias. Aunque el mérito no es todo mío. Al principio fue bastante difícil. Si no fuera por Hannah y Minho, probablemente nunca lo habría logrado.

–¿Minho? –pregunto un poco confundido ya que nunca había escuchado ese nombre en el restaurante, o al menos no que recordara.

–Mi mejor amigo –aclara mientras una sonrisa enorme cubre su rostro–. Al principio mis padres no mostraron mucho interés cuando les planteé la idea del restaurante, pensaban que era una pérdida de tiempo y dinero, así que prácticamente solo eramos Hannah y yo, pero Minho me ayudó muchísimo cuando al fin decidí abrirlo hace 5 años. Él estudió finanzas mientras yo me especializaba en gastronomía, así que al principio él se encargó de todo lo relacionado, pero un par de años después tuvo que mudarse a Estados Unidos, así que nos enseñó a Hannah y a mi todo lo necesario para llevarlo por nuestra cuenta. También es un excelente cocinero –su sonrisa se amplía incluso más si es posible–, de hecho algunas de las recetas que tenemos en el restaurante las creamos juntos.

–Vaya, este amigo tuyo se escucha como alguien increíble.

–Lo es. Minho es el mejor.

–Es una gran historia, Christopher. Me gustaría pensar que en algunos años yo también podré presumir de algún logro y de tener gente tan increíble a mi lado.

–Estoy seguro de que así será, pequeño.

La confianza con la que lo dice me hace creerlo, y por supuesto que ignoro el sonrojo en mis mejillas al escuchar la manera en la que me llama.

–Se está haciendo tarde. Yo debería entrar ahora.

Realmente no quiero salir huyendo en este momento, pero de verdad se ha hecho tarde y si soy honesto, me estoy muriendo de hambre. No quisiera que los extraños ruidos de mi estómago arruinen la plática tan amena que hemos estado teniendo. Así que sin perder tiempo me quito el cinturón de seguridad y me cuelgo la mochila.

–Seungmin –dice justo cuando estaba por abrir la puerta del auto–, ¿tienes planes para mañana?

El restaurante se mantiene cerrado los días lunes así que puedo presentir hacia dónde se dirige su pregunta. En automático mi mente empieza a repasar cuáles son las últimas excusas que he utilizado, de seguro aún me queda alguna medianamente decente y creíble para usar en este caso.

–¿Por qué siempre piensas demasiado?

Lo escucho reír y me doy cuenta de que tal vez había pasado demasiado tiempo pensando antes de responder una pregunta tan simple. Rindiendome ante el sonido de su risa niego con la cabeza.

–¿No piensas demasiado o no tienes planes?

–No tengo planes.

–Entonces, ¿quieres ir por un café?

¿Cómo podría negarme ante el café y esa sonrisa de hoyuelos? Antes de que mi mente comience a maquinar de nuevo por excusas estúpidas, dejo que mis labios pronuncien lo que realmente quiero en este momento.

–Me encantaría.

–De acuerdo –dice en medio de una nueva sonrisa–. Descansa, pequeño.

Y sin esperarlo se acerca hasta dejarme un beso en la mejilla.

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°

¿Debería enviarle un mensaje a Christopher para decirle que mi abuela está en el hospital y que pasaré todo el día cuidándola?

Tal vez si me baño con agua caliente y salgo a la calle con el cabello mojado me podría dar un resfriado, entonces cuando él llegue por mi se daría cuenta de lo enfermo que estoy y me insistirá en que me quede a descansar en casa.

O simplemente debería renunciar.

Cuando miro el reloj frente a mi cama me sorprendo al darme cuenta que son más de las 3 de la mañana.

Tal vez solo debería dormir un poco y dejar de pensar demasiado. Si, eso suena bien, por ahora.

A true love for MinnieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora