Alpha Bound

Capitulo Uno

El sonido del canto de un cambiaformas llenó los oídos de Heechul, perforando su cabeza, las palabras ininteligibles. El olor a quemado le ahogó la nariz y la boca mientras el dolor se abría paso a través de su piel. El ruido llenó su cerebro y no pudo bloquearlo. Gradualmente creció otro sonido y el cántico se desvaneció. Distantemente, se dio cuenta de que el ruido provenía de él. Él estaba gritando.

Algo frío y húmedo cayendo sobre su rostro despertándolo. Parpadeando, vio un verde opaco y el gris del cielo sobre él. Hubo un momento, un segundo de paz, antes de que un dolor punzante lo sacudiera y gritara. Los segundos pasaron incontables hasta que finalmente, la agonía disminuyó y pudo mirar su cuerpo. Estaba desnudo, su piel una vez inmaculada marcada con símbolos. Quemaban, como si alguien atrajera fuego a través de su cuerpo. El olor acre del humo y la magia permanecía a su alrededor.

Trazando una de las marcas con el dedo, pudo sentir el calor que irradiaba. Tocarlo solo empeoró el dolor y siseó. Otra ola de agonía lo sacudió, arrancando un grito de su boca. Su cuerpo se sentía como un campo de batalla, su lado cambiaformas trataba en vano de curar las marcas dejadas en él mientras la magia dentro de los símbolos, la magia Wicca, luchaba contra él. Era una batalla perdida, la magia de los cambiaformas y la Wicca eran como el aceite y el agua, no se mezclaban.

Obligándose a ponerse de pie, miró los árboles a su alrededor. Lo habían devuelto a su territorio. No estaba lejos de casa. Tropezando hacia adelante, se dirigió hacia la manada, hacia la seguridad.

Volvió en sí en un entorno oscuro pero familiar. Era la casa de entrenamiento donde se colocaban los lobos recién mordidos mientras se aclimataban. Así que no fue una sorpresa que la puerta de la habitación estuviera cerrada y con cerrojo desde el exterior. Dejando el lado dominante, fuera de control, los nuevos lobos se liberaban durante sus primeros cambios. No habían tenido un nuevo lobo en años. La casa había quedado en desuso porque todos sabían que algún día la volverían a necesitar. Heechul nunca pensó que sería para él.

Gritó cuando la quemazón comenzó una vez más. Parecía subir y bajar, dándole breves respiros de la agonía. Meciéndose hacia adelante y hacia atrás, trató de distraerse del dolor, pero fue de poca utilidad. Cuando finalmente alcanzó su punto máximo y comenzó a disminuir, gritó:

—¿Hola? ¿Hay alguien ahí? Por favor. Necesito... necesito ayuda.

Escuchó, pero no oyó ningún susurro, paso o latido. Lo habían encontrado y arrojado aquí. Lo abandonó una vez más, sabía quién le había hecho esto. El aquelarre Ether. Habían sido solo dos semanas antes que su hermano Jihoon mordiera a Yideum, la hija del líder del aquelarre, Joongheon.

Los detalles habían sido pasados por alto, pero Myeong-gil, su alpha y el padre de Heechul, había rechazado la solicitud de Joongheon de justicia para la manada. La magia Wicca y cambiaformas era incompatible. Por lo que habían oído, el aquelarre había hecho todo lo que estaba a su alcance para salvarla, sin embargo, Yideum había tenido una muerte agonizante. ¿Por qué? ¿Por qué Jihoon había hecho esto? Cuando se le preguntó, simplemente sonrió y respondió:

—Para ver a esa perra Wicca retorcerse.

Pero cuando Myeong-gil negó la retribución del aquelarre a través de la manada, no fue a Jihoon a quien se llevaron, sino a Heechul. Y, por un momento, cuando Joongheon le dijo a Heechul lo que estaba a punto de hacer, casi se disculpó. Reconociendo que estaba obligando a Heechul a sufrir por los pecados de su hermano y padre.

Heechul sintió que la verdad era más compleja. Joongheon era un cobarde. Si hubiera tomado a Jihoon, un alfa y posible sucesor de su padre, Myeong-gil no habría dudado en provocar un ataque a gran escala contra el aquelarre Ether. Para Heechul, tendría suerte si su padre hubiera enviado a alguien a buscarlo.