Capitulo 30: Una sorpresa poco ideal.

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—¿Lo sabías? —le preguntó a Timotheo con el celular en manos libres mientras conduzco con dirección a cualquier bar que me venda el suficiente alcohol, para olvidar el hecho de que mi Bonnie está embarazada.

—¿De qué diablos estás hablando ahora, Ernest? —Pregunta a mi primo haciéndose el desentendido.

Le conozco demasiado como para saber cuándo está mintiéndome.

O, como en este caso, cuando está omitiendo la verdad.

—No me vengas con esas cosas, Tim.

—Ernest lo que sucede en tu vida no es problema mío.

—¿Ahora no es problema tuyo? —Suelta una carcajada desprovista de alegría. —Me parece irónico que ahora no sea problema tuyo cuando fuiste tú precisamente el que me llevó a Vancouver para olvidar el jodido compromiso con Priscila.

—Te voy a detener ahí mismo, Ernest. —Me dice mi primo levantando la voz. —No es mi culpa lo que te está sucediendo con Vicky y Priscila. Es culpa de tus padres por haber escogido a una esposa, para ti estando en el siglo 21.

—¿Qué diablos pasa contigo, Timotheo? ¿Cómo es que no pudiste contarme que Vicky está embarazada de su ex?

—De su ex. —Repite mi primo y mi rabia va en aumento mientras doble en una esquina más rápido de lo que debería. —¿Hablaste con ella hoy?

—No fue necesario hablar si hubieras visto la cara que puso cuando descubrí una jodida caja de pastillas encima de la mesa.

—Una caja de pastillas.

—¡Deja de repetir todo lo que te digo! —Me estaciono y quitó el manos libres, tomo el teléfono y lo pego de mi oreja. —Esto es serio, esto es importante para mí, mi vida se está yendo al caño y tú estás tomándote todo a juegos, se supone que eres mi hermano, que eres mi apoyo. El único que tengo. ¿Dónde diablos estabas que no pudiste contarme que Vicky está embarazada?

—Has estado ocupado resolviendo los temas con tu familia.

—Tú eres mi familia Timotheo. Tú eres el que me importa y tú debiste contarme que te habías enterado de que ella estaba embarazada.

—Es un tema personal que ella debía de contarte a ti. Me reservé el hecho de decirle que ya la había visto en Vancouver. ¿Qué más iba a hacer para cubrirte? Debiste decirle en el primer momento en que te la llevaste a la cama que estabas comprometido con Priscila.

—No me saques esa carta, Timotheo. No juegues con mi cabeza, es de mi vida de la que estamos hablando.

—Precisamente porque sobre tu vida es que te estoy diciendo que hiciste las cosas mal desde el momento en que le mentiste a ella en Canadá.

—¿Qué es lo que te pasa con Vicky? ¿Cuál es tu tema con ella?

Mi primo guarda silencio un momento y eso hace que mis celos aumenten.

—No se que demonios escuchaste cuando me llamaste hace días, pero no me pasa da con Vicky. Ella no es mi tipo.

—¡Por favor! ¡Vicky es el tipo de cualquiera!

—¡es tuya! — me grita Tim. —¡Tu la viste primero! ¿Qué diablos te sucede? ¿Acaso me crees sin escrúpulos como para intentar cogerte a tu chica?

—No es mi chica. — murmuro intentando serenarme y que no se escuche lo desbocado que esta mi corazón mientras las palabas tu chica se repiten una y otra vez en mi cabeza.

—Es tu chica. Estas enamorado de ella. Te enamoraste por primera vez de alguien mas que no eres tú y ahora te sientes ofuscado por no poder estar con quien quieres.

Un hijo para mi jefe - SERIE JEFES ENAMORADOS libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora