Casi me estaba durmiendo.
Cuando por fin logro conciliar el sueño después de llorar en los brazos de Rosita, cuando por fin estoy quedándome dormida con la almohada en mis ojos y no debajo de mi cabeza, despues de tomarme un té de limón solo para sentir algo caliente en el cuerpo, escucho que alguien grita mi nombre.
Me colocó en la ventana de mi habitación y veo hacia abajo. Hay un taxi estacionado y un hombre está recostado del mismo mirando con dirección al edificio.
—No puede ser.
Antes de que mi cerebro me dijera que era él, mi corazón ya me lo estaba gritando.
¿Qué diablos hace Ernest aquí a medianoche?
—¡Vicky! — grita.
—¡Cállate vagabundo, es medianoche! — vocifera uno de los vecinos del segundo piso.
—No grites, ya voy. — le digo lo suficientemente algo para que me escuche, al menos eso creo.
—¿Qué está pasando? —Murmura Rosita cuando ve que voy a abrir la puerta.
—Él está allá abajo.
—¿Y porque lo veas allá vas a bajar corriendo?
—Ros, no sé qué hace ahí abajo.
—Pues déjalo que amanezca y a ver si las hormonas comienzan a funcionar y se da cuenta de la noviecita tan estúpida que tiene.
Giro los ojos y exclamo:
—¡Necesito saber que quiere!
—No, Vic, lo que quieres saber es si el cree que el bebe es suyo. Lo que quieres es escuchar que el te ama y que tendrán una familia juntos.
—Mamá, no seas cruel.
—Tengo que hacer que pises la tierra.
Rosita se ata el cordón de la bata alrededor de la cintura y cruza los brazos sobre su pecho.
—No estás pensando con claridad. Hace tan solo un par de horas estabas decidida a dejar el trabajo para alejarte de ese hombre comprometido. Tu madre va a matarme si sabe que dejé entrar a ese hombre dos veces hoy en la casa.
—Él me dijo que hizo una promesa.
—Las promesas no se va a ninguna parte. ¿Por qué no está respetando la promesa que le hizo esta mujer para pasar el resto de su vida con ella?
Rosita, al igual que mi madre y que yo tampoco está feliz con los hombres infieles.
—Necesito ver qué quiere. —Le digo, abriendo la puerta. —Necesito saber por qué está aquí, en mi puerta a medianoche.
Una vez que escucho los pasos de subir las escaleras, mi corazón se acelera y la boca se me reseca. Observo mi cuerpo, estoy vestida con bata para dormir, pongo las manos en mi vientre y acarició suavemente a mi retoño. Rosita me observa y sacude la cabeza negativamente.
—No sé que pretendes hacer Vicky. Tu madre sale del trabajo a media noche, si llega aquí y encuentra a ese hombre, nos matará a las dos. ¡Te juro que no sé en qué estás pensando!
—Ni yo tampoco. —Digo justo cuando Ernest se coloca frente a mí.
—Hola, preciosa. —Dice y me sonríe mientras se recuesta de la puerta.
—Estás borracho.
—¡Lo que faltaba! — exclama Rosita y se marcha dejándonos solos. —Estaré en la habitación si me necesitas. — Dice justo antes de cerrar su puerta.
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Un hijo para mi jefe - SERIE JEFES ENAMORADOS libro 1
RomanceVicky Román, siempre quiso tener hijos, una familia grande, de esas que se veían en las revistas y en las series de televisión. Ella siempre quiso tener lo que ella no había tenido en su infancia. Hija de una madre soltera que tuvo que tener tres t...