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"Es una situación complicada Fer", comenzó Mayte, con voz suave y comprensiva. "A veces, las cosas cambian, la gente cambia y no siempre hay respuestas fáciles. Pero lo que importa ahora es que estamos aquí... juntas, y estoy aquí para apoyarte, pero es importante para tu recuperación que recuerdes las cosas por ti misma".

Fernanda asintió lentamente, buscando con la mirada a Mayte en busca de tranquilidad. —Tienes razón —dijo, con la voz llena de determinación—. Y quiero recordar, comprender.

Los dedos de Mayte rozaron ligeramente los de Fernanda, provocando un sutil escalofrío compartido en sus cuerpos. Sus manos se encontraron, sus dedos se entrelazaron e intercambiaron una sonrisa cómplice que transmitía un vínculo intenso. "Lo harás", aseguró Mayte enmascarando sus dudas internas.

Con la mano de Fernanda en la suya, Mayte sintió un sentido de compromiso con el viaje que estaban emprendiendo. Sin embargo, debajo de su sonrisa tranquilizadora, su corazón todavía temblaba de aprensión por el temor de que este proceso pudiera desenterrar cosas que no estaba dispuesta a enfrentar, que Fernanda podría no querer estar con ella una vez que sus recuerdos resurgieran por completo.

Con cada minuto que pasaba, mientras navegaban por las complejidades de su historia entrelazada, Mayte dejaba de lado sus miedos y optaba por centrarse en el presente, en Fernanda. Estaba decidida a aferrarse a la esperanza de un futuro en que por lo menos su amistad podría tener una segunda oportunidad.

Pasaron la tarde estudiando fotografías antiguas que estaban esparcidas sobre la mesa de café, cada una de las cuales evocaba un recuerdo olvidado. Su conexión se hizo más fuerte con cada momento que pasaba y el vínculo entre ellas se profundizó.

Mayte se sentó cerca de Fernanda, sus hombros rozándose de vez en cuando, enviando una corriente sutil y electrizante a través de ambas. Sus miradas compartidas parecían tener un significado más profundo ahora, cargadas de emoción que iba saliendo a la superficie gradualmente.

Mientras Fernanda contaba anécdotas de su pasado, con la voz cargada de nostalgia, Mayte no pudo evitar admirar la forma en que se le iluminaban los ojos, la forma en que su sonrisa tenía un dejo de vulnerabilidad y la forma en que su estómago daba volteretas cada vez que aparecía el hoyuelo de Fernanda. Era como si estuvieran redescubriendo no solo sus recuerdos, sino también a la otra persona, y la perspectiva la emocionaba y la aterrorizaba en igual medida.

En la silenciosa seguridad del salón, Fernanda no pudo evitar sentir euforia y temor al mismo tiempo. A medida que profundizaban en su pasado compartido, su corazón se llenó de afecto por Mayte y no pudo negar el aleteo en su pecho. No importaba cuánto lo intentara, no podía recordar haber roto con la bajita y se preguntaba cómo podría dejar a alguien que la hacía sentir tan segura y amada.

Observó cómo los ojos de Mayte brillaban de cariño mientras contaba una escapada particularmente tonta de su adolescencia. Había una calidez en la risa de Mayte que le tocó el alma, un sentimiento que estaba segura de que era algo más que un vacío en su memoria inducido por la amnesia.

Fernanda le hizo muchas preguntas, pero la May era muy hábil para evitar tener que dar respuestas. En lugar de eso, le daba la vuelta a la situación y Fernanda la impulsaba con preguntas abiertas que cada una de ellas incitaba a algo.

Fernanda se encontró riendo mientras Mayte esquivaba hábilmente sus preguntas, dándole la vuelta a la situación con preguntas abiertas. Era una danza de curiosidad lúdica pero profunda que parecía desenredarse más con cada pregunta que pasaba.

Mi Primer Amor (Mayfer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora