15

71 10 1
                                    

El sol de la mañana brillaba alto en el cielo despejado mientras el Jeep de Mayte avanzaba por las carreteras rurales en dirección al pueblo. El pintoresco paisaje se extendía en todas direcciones, con campos ondulados y exuberantes praderas que se extendían hasta donde alcanzaba la vista. A lo lejos se alzaban majestuosas montañas, con sus picos envueltos en jirones de nubes. Era un día perfecto para un viaje por carretera.

En el interior del Jeep, Fernanda  y Mayte compartían una sensación de tranquilidad. La tensión que había rodeado sus conversaciones recientes parecía haberse disipado con el camino abierto que tenían ante sí. Hablaban esporádicamente, sus conversaciones fluían sin esfuerzo entre los recuerdos compartidos y la expectativa de redescubrir su pasado.

Mientras conducían, la radio sonaba suavemente de fondo y una melodía familiar inundó el coche. Los ojos de Fernanda se iluminaron y reconoció la canción al instante. "Me acuerdo de ésta", dijo con una sonrisa, golpeando suavemente el salpicadero con los dedos al ritmo de la música, mientras su voz interior se llenaba de recuerdos. Era una canción que había tocado en sus primeros conciertos. Su voz interior susurraba suavemente mientras unía los fragmentos de su pasado.

En su imaginación, Fernanda podía verse a sí misma con una guitarra en la mano en un bar con poca luz. Una pequeña multitud dispersa ocupaba la sala, con clientes sentados a lo largo de la barra, cada uno perdido en su propio mundo mientras miraban fijamente sus cervezas. Su voz y su música parecían crear un telón de fondo relajante para sus momentos de contemplación. Fue en esos conciertos tranquilos y modestos donde encontró su identidad como cantante, donde realmente llegó a saber qué conectaba con la gente y qué no, incluso en los entornos más íntimos.

A medida que los recuerdos volvían a inundarla, Fernanda sintió que al compartir cada fragmento en voz alta con Mayte, sabía que podía ayudar a validar lo que era real y lo que era una fantasía. Se preguntó dónde estaría sin su apoyo y no pudo evitar sentirse más atraída hacia ese lugar mientras intentaba reconstruir el rompecabezas de su pasado.

Mayte apartó la mirada del asiento del pasajero, con los ojos iluminados por un destello de esperanza. "Solías actuar en en un bar", le indicó con dulzura, "y las noches de los viernes siempre eran especiales."

Fernanda asintió, su voz estaba llena de una mezcla de nostalgia y reconocimiento. "Sí, ese Bar, lo recuerdo, los viernes por la noche eran algo especial". Los recuerdos seguían fluyendo, cada uno un paso más cerca de desentrañar su pasado.


A medida que los recuerdos volvían a resurgir, Fernanda se encontró contando más detalles de aquellas noches de viernes. Le sorprendió la intensidad con la que volvían a la memoria los momentos de su pasado. Por primera vez desde que perdió la memoria, sintió una conexión con su identidad como cantante, y fue una revelación poderosa.

Mayte escuchó atentamente, con el corazón lleno de orgullo mientras el rostro de Fernanda se iluminaba con un nuevo sentido de propósito. Sabía que la música era una parte integral de quién era Fernanda, y verla reconectarse con esa pasión fue una experiencia profundamente conmovedora. Era como si las piezas faltantes del alma de Fernanda estuvieran literalmente volviendo a su lugar justo frente a ella.

Fernanda siguió compartiendo los recuerdos de esos conciertos íntimos y ahora puede pintar una imagen vívida de las emociones, la gente y el profundo impacto que tuvieron en ella. Fue una hermosa transformación de la que ser testigo.

—Tenías un don increíble —dijo Mayte, con una voz cálida y llena de admiración—. Ese bar era tu escenario y conquistabas los corazones de todos los que venían a escucharte. Eras realmente la estrella brillante del pueblo. Su admiración y afecto por Fernanda se profundizaban con cada palabra, con cada expresión que se dibujaba en su rostro. Se sentía obligada por una necesidad abrumadora de extender la mano y tocar la de Fernanda, de hacerle saber lo orgullosa que estaba del progreso que estaba haciendo. Fue un momento de vulnerabilidad y Mayte no lo pensó dos veces antes de conectarse con Fernanda.

Sin dudarlo, extendió la mano y sus dedos rozaron suavemente los de Fernanda. Fue un gesto tierno, una afirmación silenciosa de su vínculo y del apoyo que ella le ofrecía. Sus dedos se entrelazaron brevemente y, con ese simple toque, comunicaron algo que no se expresa fácilmente con palabras.

Fernanda se giró para mirar a Mayte, sus ojos llenos de gratitud y un indicio de algo más profundo, algo que había quedado enterrado bajo las capas de pérdida de memoria. Fernanda sonrió mientras apretaba la mano de Mayte un suave rubor tiñó sus mejillas. "Gracias, Mayte", susurró, su voz llena de gratitud.

Se separaron de las manos y volvieron a concentrarse en el camino que tenían por delante. Se estaban acercando a su destino y el corazón de Fernanda se aceleró de anticipación cuando apareció a la vista el familiar cartel de la ciudad.

El recuerdo de su vida como cantante, los conciertos en el bar de un pequeño pueblo y las emociones vinculadas a ellas habían encendido una pasión ardiente en Fernanda. Ya no era simplemente una persona que intentaba recomponer su pasado fragmentado, se había reconectado con su condición de cantante y, de alguna manera, eso se sentía como si fuera parte profunda de su esencia. En su corazón, sentía que el Pueblo, el hogar de su infancia y el lugar con tanta historia compartida con Mayte, contenía la clave para desbloquear los fragmentos restantes de su memoria.

Mayte percibió la emoción de Fernanda y sonrió tranquilizadoramente. "Ya casi llegamos", dijo con voz llena de ánimo. "Lo que sea que nos depare el futuro, lo afrontaremos juntas, ¿de acuerdo?".

Fernanda asintió, con una determinación inquebrantable. Estaba preparada para enfrentarse a su pasado, sin importar lo desalentador o desgarrador que fuera, porque comprendía que era el camino no solo para recuperar sus recuerdos perdidos, sino también para tener la posibilidad de reavivar el amor y la conexión que compartía con Mayte. Tenía que haber una razón para que buscara a Mayte tal vez no pudiera recordarla, pero sabía que tenía que ser por algo importante.

Mientras el Jeep pasaba por el cartel de la ciudad de bienvenida y se adentraba en el corazón de la ciudad, comenzaron un viaje que podría alterar irrevocablemente el curso de sus vidas.

Las vistas familiares de San Luis comenzaron a desplegarse a su alrededor, como páginas de un libro perdido hace mucho tiempo. Condujeron por las pintorescas calles, pasando por lugares conocidos y viejos recuerdos. Era como si la ciudad misma estuviera dándole la bienvenida a Fernanda, ofreciéndole la oportunidad de recuperar su historia.

Mayte había evitado cualquier posibilidad de que Fernanda fuera reconocida al ver las vistas desde la comodidad de su Jeep. Sin embargo, después de dar una vuelta por la ciudad, aparcó el Jeep en un aparcamiento y quiso llevar a Fernanda a dar un paseo por un parque. Un parque que guardaba muchos recuerdos. El tiempo era perfecto y los rayos del sol se filtraban entre los árboles, proyectando sombras moteadas en el camino mientras caminaban juntas.

Fernanda dejó escapar un suspiro de satisfacción y recorrió con la mirada el sereno entorno. "Este lugar me resulta familiar. Estoy segura de que ya he caminado por aquí antes", declaró con certeza.

El corazón de Mayte se hinchó al darse cuenta de que los recuerdos de Fernanda empezaban a regresar. "Solíamos venir aquí a menudo", comenzó, con una suave sonrisa en sus labios. "Era nuestro lugar".

La mirada inquisitiva de Fernanda se volvió hacia Mayte, con afecto y curiosidad en sus ojos. "¿Nuestro lugar?"

Mi Primer Amor (Mayfer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora