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Mientras la conversación de Mayte con Mimi continuaba en la otra habitación, Fernanda luchaba con su confusión interna. Sabía que si había alguien más, Mayte tenía derecho a mantenerlo en privado. Aun así, la incertidumbre la pesaba mucho y no podía evitar preguntarse cómo podría afectar la conexión que sentía entre ellas, una conexión que esperaba que Mayte sintiera también.

Después de su conversación con Mimi, Mayte regresó al salón con una expresión que mezclaba alivio y ternura. Había logrado hablar con Fernando, asegurándole que todo estaba bien y prometiéndole verlo pronto. Sus responsabilidades como madre se habían cumplido y ahora podía sumergirse de lleno en el momento con Fernanda.

Mientras se acomodaba en su asiento, notó un cambio sutil en el comportamiento de Fernanda, un destello de incertidumbre en sus ojos. Era como si algo hubiera cambiado durante su ausencia, dejándola con preguntas que pedían respuestas.

Mayte, siempre perceptiva, no pudo evitar percibir la tensión subyacente en la sala. Decidió abordar el tema directamente y dijo con voz amable: "Fernanda ¿te pasa algo? ¿Te duele la cabeza?".

Fernanda dudó un momento, buscando con la mirada a Mayte. Pero en lugar de responder a la pregunta, la descartó con un gesto casual de la mano. "Oh, no es nada, mi May. Solo estoy cansada y me duele un poco la cabeza. Volvamos a las fotos, ¿tienes a alguna de nosotras después de que salimos de la escuela?"

Mayte, aunque preocupada, respetó la renuencia de Fernanda a profundizar más en el asunto. Ella asintió con una leve sonrisa en los labios y regresaron a sus recuerdos compartidos.

A medida que continuaban su viaje por el pasado, sus risas y sus historias compartidas disiparon gradualmente la tensión que aún persistía en la sala. Cada nuevo recuerdo que descubrían, cada broma compartida, servía como recordatorio de lo que alguna vez habían significado la una para la otra.

En la cálida luz de la habitación, Fernanda se sintió atraída por Mayte una vez más, dejando atrás sus sospechas anteriores. No podía negar la atracción magnética que existía entre ellas y, aunque habían roto su vínculo, seguían firmes.

Con cada momento que pasaba, sus sentimientos no expresados ​​parecían hacerse más fuertes y una corriente subyacente pulsante cargaba el aire a su alrededor. Su noche de redescubrimiento continuaba, prometiendo nuevas revelaciones y una oportunidad de explorar las profundidades de su conexión, no como amigas de la infancia, sino como adultas que habían encontrado el camino para volver a estar juntas.

El tiempo parecía pasar rápidamente mientras se sumergían en una profunda conversación. La idea de ver una película, que inicialmente les había gustado, se había desvanecido sin pensarlo dos veces. La conversación y los recuerdos compartidos fluían de manera constante, manteniéndolas en una conversación íntima y cercana.

También se habían acercado físicamente. Los límites del espacio personal se habían desdibujado y resultaba natural tocarse o rozarse la piel. De vez en cuando, los dedos se entrelazaban y sus hombros chocaban suavemente mientras recordaban.

La cercanía física entre ellas era un testimonio tácito de la intimidad de su conexión. Si alguien las hubiera sorprendido en ese momento, habría asumido que estaban juntas, su proximidad y la atmósfera cargada entre ellas eran innegables.

Había sido un gran día de descubrimientos para Fernanda. Apenas había abandonado la comodidad del salón y la reconfortante presencia de Mayte. Ahora, en el silencio de la madrugada, una profunda sensación de satisfacción y agotamiento la invadió. Estiró los brazos y dejó escapar un largo bostezo de satisfacción, un sonido que resonó por toda la habitación e hizo que Mayte se sintiera inexplicablemente cálida por dentro.

Los lados de los labios de Fernanda se curvaron hacia arriba en una sonrisa sutil y cariñosa mientras miraba a Mayte.

-¿Por qué sonríes? -preguntó Mayte. La expresión tierna y adorable en el rostro de Fernanda despertó su curiosidad.

La sonrisa de Fernanda se hizo más profunda y se encogió de hombros juguetonamente. "Por ti", respondió con su voz llena de calidez y sinceridad.

Mayte no pudo evitar sonrojarse ante las palabras de Fernanda: "¿Porque por mí?" Se encontró con la mirada de Fernanda, sus ojos llenos de afecto.

-Esa mirada que me diste me pareció tan familiar -continuó Fernanda, con un tono suave... -Fue linda.

Una sonrisa cálida y cariñosa adornó los labios de Mayte cuando respondió: "Bueno, siempre has tenido una manera de hacerme sonreír, Fer. Algunas cosas nunca cambian, supongo".

Una vez que sus risas se calmaron, Mayte no pudo evitar mirar el reloj y darse cuenta de lo tarde que era. Las horas habían pasado. Extendió una mano y la apoyó sobre la rodilla de Fernanda, su toque fue suave. "Se está haciendo tarde y ha sido un gran día, tal vez deberíamos irnos a la cama".

Fernanda arqueó una ceja y una sonrisa traviesa se extendió por su rostro ante la insinuación del comentario de Mayte. "Oh, ¿es así, Mayte?", bromeó, con un tono juguetón y sugerente.

Las mejillas de Mayte se sonrojaron, pero mantuvo la compostura. "Me refería a una buena noche de sueño", aclaró, aunque el brillo en sus ojos sugería que no era del todo inocente en su elección de palabras.

Mayte se puso de pie, indicando que se retiraría a pasar la noche.

Fernanda siguió su ejemplo rápidamente y se puso de pie para encontrarse con Mayte cara a cara.

En ese momento, la habitación pareció encogerse y su cercanía física se hizo aún más evidente. Se quedaron allí, con las miradas fijas, y una tensión bullía bajo la superficie.

La voz de Mayte era suave, casi un susurro. "Fernanda, si necesitas algo, solo tienes que preguntar, ¿de acuerdo?"

El pulso de Fer se aceleró cuando su mirada se fijó en los labios de Mayte. Sintió una atracción hacia la mujer, aunque sabía que ya no estaban juntas, su corazón la empujaba más cerca. "¿Qué pasa si... qué pasa si quiero recordar más?"

Mayte se quedó sin aliento, la intensidad del momento era eléctrica. Tragó saliva con fuerza. "Lo haremos paso a paso, ¿de acuerdo?"

Fernanda se sintió atraída, sus dedos rozaron suavemente la mano de Mayte. Cerró los ojos un momento y aspiró su agradable aroma. La habitación parecía vibrar de energía y el aire estaba cargado de anticipación.

Sus ojos se miraron a los ojos y el tiempo pareció detenerse. La habitación se llenó de palabras que ninguna de las dos estaba preparada para decir en voz alta y el deseo se sentía pesado en el aire. En ese momento, la realidad del vínculo inquebrantable que se había formado muchos años antes y que los mantenía unidos se sintió como un salvavidas al que Fernanda se aferraba.

Los dedos de Fernanda rozaron la mejilla de Mayte con suavidad y calidez, y el contacto reverberó en sus cuerpos. El corazón de Mayte latía con fuerza en su pecho; se sentía dividida entre el anhelo que nunca se había ido del todo y la responsabilidad que sentía de hacer lo correcto por el bien de Fernanda.

Con una pequeña sonrisa vacilante, Mayte dio un paso más cerca, sus cuerpos ahora apenas separados por unos centímetros. "Fernanda, quiero que sepas que, sea lo que sea que estés sintiendo, está bien".

La mirada de Fernanda era una mezcla de curiosidad y deseo, su corazón latía al ritmo del de Mayte. "¿Qué pasa si... qué pasa si quiero recordarnos, Mayte? Quiero recordar cómo me sentí estando contigo".

Mi Primer Amor (Mayfer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora