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Fernanda fingió una expresión pensativa y se puso un dedo en la barbilla. "Hmm, creo que necesitamos una declaración oficial para esta ocasión trascendental".

Fernando, siempre entusiasta, se puso de pie de un salto y declaró: "¡Seré el anunciador oficial! Damas y caballeros, ¡reúnanse para el anuncio oficial del amor eterno!"

Mayte no pudo evitar reírse ante la teatral exhibición de Fernando. Fernanda siguió el juego y realizó una reverencia burlona. "Y ahora, la ceremonia oficial", anunció Fernando, levantando las manos como si estuviera presentando un decreto real.

Fernanda miró a Mayte a los ojos con una sonrisa que decía mucho. "Mayte  Lascurain en presencia de nuestra estimada audiencia, yo, Fernanda Meade declaro por la presente mi amor eterno por ti. Que nuestros días estén llenos de risas y besos, y que nuestro amor sea tan eterno como las estrellas del cielo".

Mayte fingió secarse una lágrima y declaró dramáticamente: "Me conmueve profundamente esta sincera proclamación. Acepto tu amor, Fernanda Meade y prometo seras la destinataria de todas las risas y besos que mi corazón desea".

Fernando volvió a vitorear y aplaudió: "¡Hurra! El amor triunfa".

Fernanda, aprovechando el humor juguetón, abrazó a Fernando. "Y tenemos al mejor anunciador para demostrarlo. Ahora, ¿qué tal si celebramos con la cena oficial que huelo en la cocina y continuamos nuestro viaje hacia el amor eterno?"

El momento compartido de risas y calidez fortaleció aún más el vínculo entre los tres. La sabiduría infantil de Fernando eliminó toda la complejidad e inyectó una dosis de alegría y diversión que hizo que un futuro juntos pareciera alcanzable.  

Mientras se dirigían a la cocina para cenar, la calidez de sus risas resonó por toda la casa, creando una melodía de amor y felicidad que permaneció en sus corazones.

Más tarde esa noche, después de que Fernando se fue a la cama, las dos estaban solas por primera vez desde la noche de la boda. Esa noche las cosas se habían caldeado entre ellas antes de que el miedo de Mayte y y luego su ansiedad les impidieran expresar su amor físicamente. No habían hablado de ello, pero ambas habían estado anhelando en silencio a la otra.

El dormitorio de Mayte estaba tranquilo e iluminado únicamente por el resplandor amarillento de una lámpara de noche.

Se quedaron quietas, casi tocándose los pies, con los ojos brillantes mirándose profundamente, el ritmo cardíaco aumentando al mismo tiempo. Fernanda cerró el espacio entre ellas, los ojos color avellana de Mayte se deslizaron hacia sus labios en expectación. Una energía nerviosa burbujeaba en su estómago.

—Eso fue dulce de tu parte —susurró.

Fernanda inclinó la cabeza y arqueó una ceja.

Mayte agregó: "Jugando junto con Fernando".

—Ahh —murmuró antes de posar sus labios sobre el cuello de Mayte y besarla justo debajo de la oreja—. No estaba jugando. —Su susurro caliente provocó escalofríos en la columna de May. Le dio otro beso en la piel suave—. Lo dije en serio.

Los labios de Mayte se abrieron como si fuera a hablar, pero no le salieron palabras. Tal vez se debió a la distracción que le produjo el rastro de besos que Fernanda seguía dejando por su cuello hasta el punto del pulso. Sus labios, tan tiernos como su corazón, estaban haciendo que Mayte se derritiera. Echó la cabeza hacia atrás ante la sensación que invitaba a la morena a continuar con sus atenciones.

Mi Primer Amor (Mayfer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora