I
—¡Hola!
—¿Señora? — y Florencia inclinó la cabeza hacia la mirada ceñuda e indulgente de la Señora de García.
—¿Eres la chica que vino acompañando a mi hijo? — preguntó.
—Si, Señora.
Florencia no puede evitar sentir la culpa y la pena cuando mira a los padres de Federico. Ella sabe que ellos la verán como a una intrusa, y todavía peor, una niña falta de confianza en sí misma. ¿Cómo podría decirles lo que realmente siente, que quería ser su nuera?
Florencia se obliga a respirar hondo.
—Hola, soy Florencia. He estado cuidando de Federico — dice tratando de parecer fuerte y valiente. — ¿Podría decirme qué pasa?
El padre se echa hacia atrás.
—¿Cuidándolo? — interrogó algo molesto — ¿Qué está pasando aquí?
Florencia mira hacia abajo.
—Lo encontré desmayado en la calle — dice. — No sabía qué hacer.
No pudo evitar sentirse como una intrusa. Ella no es un miembro de la familia, y en este momento ni siquiera es bienvenida. Sus ojos buscan a los padres de Federico, tratando de encontrar un signo de calidez o aceptación, pero solo ven frialdad y suspicacia.
El padre de Federico se inclina y se queda quieto, su mirada recorrió el rostro de Florencia con desdén.
—¿Cuánto tiempo hace que estuviste con Federico? — pregunta.
—¿Qué? — interrumpe la madre — ¿Eso importa ahora, Rogelio? Nuestro hijo está bien y es lo importante.
Florencia está a punto de llorar.
El padre de Federico frunce el ceño.
La pequeña llorona solo podía pensar cosas deprimentes, sentía que Su futuro suegro estaba despotricando en su mente sobre su cabello rojizo y despeinado, sus ojos inundados en lágrimas, sus zapatos sucios y uniforme escolar arrugado.
—Tal vez no seas una buena influencia en él — piensa la chica — Tal vez él está enfermo por tu culpa.
Florencia se agarra el pecho como si le doliera.
—¿Cómo puedes decir eso? ¡Yo sólo quise ayudar a Federico!
—Eso es lo que todas dicen — y ahora está lo suficientemente cerca como para que Florencia pueda oler el alcohol en su aliento. — Pero no parece que haya hecho un buen trabajo de ayudar.
A los 16 años ya consideraban a la hermosa Rosa Roja una borracha, cuando los papeles estaban invertidos.
Florencia trata de mantener su dignidad. Lo amo. ¿Acaso ustedes no se dieron cuenta de que Federico estaba enfermo?
Quizá aquellos padres irresponsables no estaban enfadados con la tonta de Florencia, lo más probable es que Florencia en su esquizofrenia se imagine todo en su mentecita inocente. No todos los padres de niños enfermos andan caminando por el mundo insultando a la primera niña bonita que se les cruce en el camino.
La amable diplomática, después de ver el rostro de la chicuela duro en expresiones y agotado después de leer las 300 páginas del libro de la estantería; solo pudo abrazarla y agradecerle con rosas en mano su participación.
—Eres una muchacha muy linda, de buen corazón y mucha generosidad, Dios pueda bendecirte — Sin embargo, en la mente del padre deseaba que Florencia se largara — Ya es muy tarde, creo que debería de llevarte a casa, es lo menos que puedo hacer por ti.
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Rosas Rojas, Mi Alma Entera
Teen FictionTener 18 no es nada del otro mundo, y regalar una rosa roja tampoco lo es; es algo irónico celebrar un año más de vida cuando en realidad nos estamos acercando más a la muerte... ¿No Creen? Federico García es un chicuelo de muy tierna edad, el cual...