I
Durante mucho tiempo me estuvieron acusando de haber madrastra.
Me sentí como si me estuviera hundiendo en el agua, incapaz de respirar.
Los policías me estaban preguntando sobre lo que sucedió esa noche, y yo no sabía qué decir.
Me acusaron de haber empujado a mi madrastra, y se veían tan seguros de sí mismos que yo empecé a dudar de mi memoria.Los policías me condujeron al cuartel general, donde me hicieron más preguntas.
Mis respuestas parecían torpes y tontas, y sentí que me estaba hundiendo cada vez más en un agujero sin fondo.
Finalmente, me dijeron que me estaban llevando a cabo un juicio por asesinato.
La sala del juicio era una habitación poco iluminada y húmeda, con un gran estrado en el medio. Alrededor del estrado, había muchos hombres vestidos con trajes negros y sombreros.
Sentí que la habitación estaba llena de tabacos humeantes y tóxicos, y el olor a sudor y a la madera mojada parecía invadir mis sentidos.
Me senté en el banco, mirando fijamente a los hombres.
Algunos de ellos me miraban con ojos duros y desaprobatorios, como si fuera un monstruo.
Un hombre delgado y vestido de negro se acercó al frente del tocón y dijo en voz alta:
—Florencia Fernandez, eres acusada de haber asesinado a tu madrastra.
La habitación se quedó en silencio, como si todos estuvieran esperando mi respuesta.
Pude escuchar mi corazón golpeando contra mi pecho, y sentí que me asfixiaba por el miedo.
—Yo no lo hice — balbuceé, pero mi voz se ahogó en el sonido de las risas burlonas de los hombres.
—¡Mentirosa! ¡Asesina! — gritaron a mi alrededor.
Traté de alejar la ira y el miedo de mi mente, pero parecía imposible.
Sentí como si me estuvieran cerrando las puertas a mi alrededor, y como si me estuvieran encadenando a la muerte.Entonces, un hombre con un sombrero de ala ancha y una barba gris se levantó del banco y dijo:
—Sargento Correa.
El Sargento se puso de pie, mirando fijamente al hombre con la barba gris.
—Sargento Correa — dijo el hombre, — he oído que eres médico. Puedes verificar si la joven que está acusada tiene alguna enfermedad mental o problema físico que haya podido causar el asesinato.
El Sargento Correa tragó saliva y miró hacia Florencia.
Correa caminó hacia Florencia y miró fijamente a sus ojos. La chica temblaba de miedo, sabía que la verdad la llevaría a la horca o a la silla eléctrica.
—La joven no tiene ninguna enfermedad mental o problema físico que haya podido haber causado el asesinato — dijo en voz alta.
—¡¿Cómo puedes estar seguro de eso?! — gritó un hombre a lo lejos.
—Porque soy su doctor.
La audiencia apenas empezaba.
II
Inclusive las personas que parecen ser de piedra, tienen un frágil corazón de cristal.
¡El corazón de cristal de mi madre! ¡Ése es un concepto fascinante! Suena como si el amor de tu madre fuera tan puro y tan hermoso que incluso las simples cosas que tiene en su interior tomarán la forma del cristal. Su amor es tan transparente y tan dulce que, incluso cuando ella está triste o enojada, Puedes ver su amor brillando a través de todas las capas de su ser. Y, cuando ella está contenta, su corazón de cristal se pone a brillar como una estrella de la mañana. ¡Ella es una mujer increíble, y su corazón es una parte especial de su alma!
—Sí, qué interesante, ¿no es cierto? — explicaba una voz en mi cabeza — A veces, incluso las personas más malhumoradas, o las personas que parecen ser más duras, tienen una parte de ellas que es tierna y delicada, una parte que es brillante y dulce. ¡Y tu madre es un ejemplo perfecto! Puede parecer ser un poco dura en su exterior, pero en su interior hay un corazón tan hermoso y amable que brilla con todo el amor que tiene dentro. ¡Su amor es tan transparente que ni siquiera ella puede negarlo! ¡Y, aun cuando se le ve dura o malhumorada, el corazón de cristal de tu madre nunca deja de dar luz a sus sentimientos!
Pero... ¿Y si en realidad todo es un espejismo?
Me imagino mi madre malhumorada, molesta, intrigada y despreocupada por mí porvenir; ordenando que me vaya de la casa lo antes posible porque ya soy mayor de edad, o si no me la puedo imaginar regañándome por no haber limpiado el patio, o bien porque no saqué a pasear a marroncito A las 6Am...
—¡No te llenes la cabeza de idioteces! Mira que te lo dice tu propia mente. En la privacidad de su dormitorio, en el silencio y la soledad de su recámara, tu mamá rompe en lágrimas cuando piensa que nadie la está viendo. — ese argumento empezaba a tocarme el alma, a decir verdad mi subconsciente no era tan idiota — Los sollozos sonaban como un eco en la noche, como un canto mudo de dolor y melancolía. Ella se envolvía en su cobijón y lloraba por las cosas que se habían perdido, por los recuerdos que se habían borrado, y por las personas que habían muerto.
Ella lamentaba lo difícil que había sido ser madre, y todas las oportunidades que había perdido. Pero, a medida que sus lágrimas comenzaban a secarse, la Madre Superiora se dio cuenta de que su luto estaba desapareciendo, y que su corazón estaba aprendiendo a curarse.
Ahora solo quedaba un inconveniente: encontrar un nuevo empleo.
La madre Superiora buscó empleo sin descanso. Fue de casa en casa, de tienda en tienda, de anuncio en anuncio, buscando algo, cualquier cosa, que pudiera ayudar a mantener a su familia. Pero, en cada vuelta, la suerte no estaba de su lado. Ella fue rechazada en una y otra vez. La mirada en sus ojos iba poco a poco muriendo, y su ánimo se desgastaba. Sin embargo, ella no se rindió; seguía luchando para encontrar una oportunidad, una pequeña grieta a través de la cual pudiera medir sus pies, y empezar a caminar. Después de días y días de batalla, ella finalmente encontró un trabajo en una fábrica.
Trabajo durante unos días en aquella destartalada fábrica, por un sueldo algo miserable, pero sentía que estaba ganando una fortuna. Así pasaron los días de lunes a viernes hasta que entre las cortinas de una oficina vio una máquina de coser mugrienta, ensangrentada en aceite y con muchísimas telarañas a su alrededor.
La pobre estaba a punto de ser echada a la basura.
¿Y botar una máquina a la basura es delito? ¿Matar a una madrastra accidentalmente da un total de 20 cadenas perpetuas?
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Rosas Rojas, Mi Alma Entera
Teen FictionTener 18 no es nada del otro mundo, y regalar una rosa roja tampoco lo es; es algo irónico celebrar un año más de vida cuando en realidad nos estamos acercando más a la muerte... ¿No Creen? Federico García es un chicuelo de muy tierna edad, el cual...