Noche en Vela

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I

¿No les ha pasado que cada vez que sueñan cosas tristes o inauditas despiertan con los ojos aguados? Es algo impensado, doloroso y que resquebraja un frágil jarrón de porcelana. Es la sensación psicológica más mortal y ligada al decaimiento del ánimo que todos conocen como depresión. La depresión es algo muy inconexo a la real, algo indescriptible por la persona que no lo vive; pero una combinación de lo más desastrosa es un tumor cerebral y la depresión.

—¡Necesito dejar de imaginarme cosas dentro de mi cabeza! ¡Ya todos piensan que estoy loca! Y en ese monton de personas está Federico.

Pero... ¿Si en realidad Federico piensa que soy Carmelina y no Florencia? ¡Se vendría abajo Todo mi plan!

En el pequeño cuarto, a oscuras, se encuentra Florencia. Ella gira y se revuelca en su cama, incapaz de dormir. Los sonidos y la oscuridad la mantienen despierta, pero no son ellos los únicos. Las voces también están allí, hablando en sus oídos.

—Florencia, — susurran, — ¿qué haces despierta?

—¡Florencia! — reiteran con más fuerza las voces, — ¿por qué estás despierta? ¿Por qué no puedes dormir?

Florencia aprieta sus ojos e intenta ignorarlos, pero no puede. La habitación se vuelve cada vez más oscura y susurrante, y las voces se vuelven cada vez más fuertes. Las voces parecen estar siempre dentro de ella.

—¡Florencia!, — gritan, — ¡dame tu alma!

—¡Solo se la daría a Federico.

La asustada chica se tapa los oídos, pero las voces siguen resonando en su cabeza. De pronto, las voces se vuelven visibles, y sombras negras se deslizan por sus paredes. Las sombras se acercan a Florencia, sus susurros se convierten en gruñidos. Ella trata de escapar de la cama, pero sus pies están inmovilizados. De repente, una mano negra comienza a salir de la sombra y se estira hacia ella. Florencia grita, pero no hay nadie para escucharla.

El terror se apodera de Florencia, e intenta gritar otra vez, pero no puede hacer más que relajarse en silencio. La mano se desliza más y más cerca, y parece estar lista para agarrarla.
Florencia empieza a sentir que su cuerpo se hiela, mientras las voces gritan en su mente. Ella sabe que no puede salir de allí.

Florencia siente que sus miedos comienzan a arremolinarse en su cuerpo, hasta que no puede más. Entonces, el dolor se vuelve tan intenso que ella se derrumba, y empieza a sentir que sus sueños se vuelven la realidad. En ese instante, Florencia sabe que está perdida.

Las voces y las sombras se vuelven más fuertes a medida que Florencia piensa en Federico.

—¿Dónde está Federico? — se pregunta ella. — ¿Por qué no está aquí para protegerme?

Entonces, en su mente, ella empieza a ver imágenes de Federico, saliendo por la puerta y desapareciendo en la oscuridad.

—Se lo han llevado, y todo es por mi culpa.

La respiración de Florencia se hace más rápida y frenética, mientras las sombras continúan cerciorándose de ella. Su corazón tarde tan fuerte que parece estar golpeando en su pecho.
Entonces, las voces se vuelven demasiado fuertes para soportar.

—¿Dónde está Federico? — repiten las voces. — ¿Por qué no estás aquí para protegerte?

—¡Sargento! ¡Venga a ayudarme! ¡Por favor!

Pero nadie acude a sus llamados de socorro.

—¡Sargento! — grita a través de la oscuridad y las voces. —  Sargento, ¿dónde estás?

Pero no obtiene ninguna respuesta. la chica se desvanece, como una flor arrugada, mientras las voces y las sombras se cierran en torno a ella.

—¿Dónde está Federico? — susurran con sarcasmo las voces. — ¿Te ha abandonado?

—Empiezo a pensar que sí.

II

A veces hace falta vencer nuestros miedos con la valentía propia, pero nuestra rosa roja y arrugada aún no podía, le hace falta determinación.

Florencia siente que sus dedos se enganchan y la atenazan en su cama, mientras las voces gritan en su mente.

—¡Florencia! — gritan las voces. — ¡Florencia!, ¿dónde está Federico? ¡Necesitamos su sangre! Para colorear nuestra rosa blanca a roja.

En medio del miedo y la desesperación, entrecierra sus ojos y las voces desaparecen por un momento. En cuanto los abre, ve la figura del Sargento parado ante ella, iluminado por una débil luz lunar.

—¡Sargento! — grita, jadeando. — ¡Ayúdame, por favor!

El Sargento mueve su cuerpo con una gracia que sólo los veteranos pueden tener. Con un guiño y una sonrisa en su cara, dice:

—No temas, Florencia. He llegado con mi feria a mis costados y todos estos bichos entrometidos deben irse corriendo de dónde salieron.

Las sombras se vuelven locas cuando la luz se abre camino en el cuarto, chillando y girando como viñetas de circo mientras tratan de huir de la escena.

—¡No, nuestra debilidad, la luz! — chillan.

—No sabía que eran vampiros — dice correa y rompe en carcajadas.

El Sargento ríe con una risa profunda y grave, y clava su hoja de plata a la pared para asegurarse de que las sombras no puedan regresar.

La chica se siente más segura, pero también un poco confundida. ¿Qué acaba de suceder?, se pregunta ella, todavía temblorosa.

Las voces y las sombras huyen ante el espíritu de valentía y optimismo del Sargento, y Florencia se siente resguardada de nuevo.

—¡Oh! sólo los malos del Inframundo vinieron, fueron y se fueron, de la clásica manera de las sombras malvadas — dice el Sargento, haciendo una pirueta con un arma en cada mano. — Pero no te preocupes, mi niña. El Sargento está aquí para protegerte.

Florencia se ríe un poco al ver a su protector, dándole las gracias por ayudarla.

—¿Qué sabes de Federico? — pregunta el sargento.

—No se nada Sargento... Ni siquiera se cómo cuidarme yo misma.

—Florencia, esas sombras feas no pueden vencerte — dice el Sargento, extendiendo su brazo hacia ella. — Tú puedes sacar a Federico de su misteriosa ausencia sólo si logras ayudarte a ti misma.

Florencia sonríe con una mezcla de confianza y curiosidad.

—¿Crees que puedo hacerlo? — dice ella.

—¡Puedes hacerlo, mi niña!

Sus ojos brillan con aprobación.

—¡Puedes traer a Federico de vuelta y expulsar a estas sombras feas si lo deseas! Tu corazón es fuerte, y tu espíritu es poderoso. Creo en ti.

Florencia piensa en esto por un momento, luego asiente y dice:

—Lo haré.

Rosas Rojas, Mi Alma EnteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora